San Lorenzo, punto de partida de la Giralda
El viandante habitual, acostumbrado a la estampa, apenas presta atención. Camina más preocupado por el tiempo que por sus pasos. Pero alguna mirada se le escapa. Al turista le resulta atractivo. Mira fijamente durante unos segundos y después fotografía. Ahí está el error. Termina por ser un elemento más, uno cualquiera, de cuantos sea capaz de observar de cerca. Probablemente uno y otro, si tiene la fortuna de conocer los dos enclaves, no tengan consciencia de que éste y aquélla tienen similitudes. La verdad es que aparentemente, a simple vista, nada tienen de parecido. Y sin embargo, con el papel de la Historia, las dos construcciones mantienen una ligazón estrecha. El campanario de la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir de Córdoba es una. La otra, la torre de la Giralda de la Catedral de Sevilla. Con kilómetros de distancia y en edificios tan dispares, ¿qué comparten ambas obras arquitectónicas? Quizá la clave, la pieza fundamental del puzle, para quien quiera saberlo esté en un nombre: Hernán Ruiz Jiménez, también tenido para la posteridad como el Joven.
Precisamente dicho arquitecto, hijo y padre también de otros de una importante saga, es el artífice de las que a día de hoy son dos de las obras más significativas del Renacimiento andaluz. Tanto el campanario de la iglesia de San Lorenzo en Córdoba como la Giralda sevillana tienen su sello. Una circunstancia que, de saberla, facilita la relación entre los dos elementos. Porque el segundo es, en cierto modo, producto del primero. Dicho de otra forma, gracias a la edificación cordobesa tiene su actual presencia la hispalense. No en vano, la torre del fernandino templo es, de la manera más estricta, el precedente de la que se erige en la Catedral de Sevilla -Santa María de la Sede es su título-. ¿A qué se debe dicha afirmación? Es la pregunta que a buen seguro se realizan propios y extraños a la hora de leer tal aseveración. Es sencillo. Basta con escarbar, entiéndase la metáfora, en la historia de cada uno de los dos monumentos. Y en la de su propio creador también, claro está.
El origen árabe de las dos torres
Antes de alcanzar la imagen que en la actualidad presentan, las dos torres tuvieron un aspecto distinto. Ambas tienen su origen dentro de sendos edificios religiosos árabes, si bien fechados en diferentes épocas históricas. Donde hoy se levanta la iglesia de San Lorenzo existió antaño una mezquita conocida como de al-Mughira. Hay datos de su reforma, que tuvo lugar en la década de los sesenta del décimo siglo en honor al propio al-Mughira, hermano menor del segundo califa omeya de Córdoba, al-Hakam II. Sin embargo, se mantiene la idea de que aquello fue la remodelación de una obra anterior. En cuanto a la Giralda, su construcción inicial se produjo en el siglo XII, en la época almohade de la antigua Isbiliya. Hasta Sevilla llegó la inspiración del minarete de la mezquita Koutoubia, en Marrakech -de su era almorávide-. La semejanza entre esas edificaciones sigue presente hoy en día en los dos tercios inferiores del alminar de la Catedral hispalense.
El campanario de San Lorenzo, punto de partida de la Giralda
Como en el resto de toda la geografía que en su tiempo formó parte de Al-Ándalus, la imagen de los edificios religiosos cambió de forma notable tras la Reconquista -algo que duró varios siglos-. Así, después de la toma de Córdoba por parte de Fernando III el Santo comenzó la construcción de iglesias por toda la ciudad, en casos en lugares en los que anteriormente se erigían mezquitas. Es el caso de la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir, que es sin lugar a dudas la obra cumbre dentro de la corriente de los templos fernandinos. Fue en la década de los setenta del siglo XIII -probablemente a partir de 1272- cuando la estampa actual del monumento empezó a cobrar forma. Sin embargo, los trabajos más significativos tuvieron lugar tres centurias después, en la del XVI. Estos se desarrollaron, en efecto, en el campanario de la iglesia que aún en el tiempo presente guarda en su interior parte del antiguo alminar de la mezquita de al-Mughira. La labor correspondió, ya lo puede adivinar el lector, a Hernán Ruiz Jiménez el Joven, quien encaraba el final de su etapa cordobesa como arquitecto: apenas unos años después se convirtió en Maestro Mayor de la Catedral de Sevilla -antes lo fue de la de Córdoba-.
Ocurrió en 1555. Ese año arrancó la erección de la torre actual de la parroquia de San Lorenzo. Su construcción supuso un salto adelante en el Renacimiento andaluz y tuvo su continuación en Sevilla. Porque Hernán Ruiz el Joven tomó esa obra como punto de partida para la remodelación de la Giralda. En 1557, tras la muerte -en 1556- del Maestro Mayor de la Catedral hispalense, Martín Gaiza, el Cabildo convocó un concurso para elegir a quien hubiera de ostentar dicho cargo en adelante. Los principales arquitectos con esa responsabilidad de Andalucía presentaron sus proyectos para la conclusión de la renovación de la Giralda. Fue el cordobés -burgalés según otros investigadores- el único que lo mostró en su manera definitiva e incluso con una maqueta a escala. Y lógicamente resultó elegido. De repente, el sello de Córdoba iba a estar muy presente en la capital andaluza para la posteridad. Porque además de ser su precedente más cercano, el campanario de San Lorenzo fue modelo para la realización final del que corona hoy por hoy el primer templo de la Archidiócesis sevillana.
Tuvo su inicio entonces, la indudable y eterna relación entre el campanario del templo cordobés y la Catedral de Sevilla. La explicación definitiva se encuentra en la hechura de los cuerpos de campanas de las dos torres. Es la idea que refuerzan, pues existía con anterioridad y fundamento, estudios como el de Pedro Navascués Palacio, que es miembro de la Real Academia de Artes de San Fernando o profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid desde su jubilación en 2012, entre otros méritos. En su trabajo Hernán Ruiz y la Giralda de Sevilla, el historiador de la Arquitectura explica la ligazón entre un edificio y el otro. “En este sentido, aventuré su atribución a Hernán Ruiz al estudiar el manuscrito conservado en la Escuela de Arquitectura de Madrid, animado por el hecho de encontrarse entre aquellas trazas una que responde a la curiosa disposición de los cuerpos de la torre de San Lorenzo”, expone de entrada Navascués en relación a la iglesia cordobesa.
El secreto, en los cuerpos de campanas
“Ésta, concebida como campanario, está fechada hacia 1555 […] convirtiéndose a su vez en el antecedente más inmediato del remate de la Giralda, con el que guarda muchas analogías formales, de proposición y funcionales. La torre de San Lorenzo, una de las más originales e interesantes de todo el Renacimiento andaluz […], consta de un primer cuerpo de campanas de planta cuadrada sobre el que se apoya un segundo, igualmente de campanas y de planta cuadrada, pero girado cuarenta y cinco grados sobre el inferior, el cual a su vez soporta el remate de planta circular que no puede por menos de recordar el llamado ‘de carambolas’ que recibe la ‘tinaja’ en la Giralda”, explica Pedro Navascués en su estudio. Es decir, la realización de la obra en el templo cordobés viene a abrir el camino al proyecto de Hernán Ruiz el Joven para la torre sevillana.
Dicha inspiración en la iglesia de San Lorenzo para la Catedral de Sevilla la muestra el historiador de la Arquitectura en nuevas líneas de su estudio. “La relación entre estos tres cuerpos en San Lorenzo, de tal manera que el lado del cuerpo bajo es dos veces mayor que el segundo y tres veces mayor que el diámetro del remate circular, se mantiene prácticamente en la Giralda”, señala Navascués. “Asimismo, la concepción de ambas obras como campanarios, más allá del comportamiento habitual ante este tipo de construcciones me inclinaría a hablar de una auténtica arquitectura sonora. Es éste un aspecto que no se puede pasar por alto: la colocación de doce campanas en San Lorenzo y las veinticuatro de la Giralda, unas para hacerlas sonar a golpe de badajo y otras a vuelo”, continúa en su texto el profesor emérito de la Politécnica de Madrid. De esta forma, queda claro que el campanario de San Lorenzo guió a su arquitecto en la obra del remate de la torre de la Catedral de Sevilla, una relación que no resulta sencilla de descubrir y conocer a simple vista pero que permanecerá por siempre, con escasa incertidumbre, a lo largo de los años.
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