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Esto es lo que pienso de tu puto grupo

Los Punsetes, este viernes en el Ambigú.

Alfonso Alba

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Ariadna sale vestida como una camarera de piso de principios del siglo XX. Hierática, mirada perdida al frente, se coloca ante el micro. Una hora y media después de música, cambia de postura. Mira a izquierda y a derecha, mueve los brazos, dice hasta luego y se va. No concede ni un bis. Suena Cayetano de Carolina Durante para evitar que el público los pida y sobre todo para que sigan dándolo todo. “Froilán, el músical”, escribió el guionista de Cachitos en Nochevieja, que también tuvo su pequeño espacio para Los Punsetes.

Su hierática majestad es Ariadna, la vocalista. Inmune a lo que pasa a su alrededor, un chorreo de música que hace que su voz sea casi imperceptible en muchas de las canciones que interpreta. Tanto que recuerda a Jota, de Los Planetas, en esos conciertos en los que era el coro de la gente el que se imponía sobre el vocalista. Pero no pasa nada. El público se sabe la mayoría de las letras. O al menos de los estribillos.

“Quiero morir en una discoteca llena de maricas”, “que no pase un día sin que des tu opinión de mierda” o “que le den por culo a tus amigos” se convierten en pequeños himnos en el Ambigú de La Axerquía, lleno hasta reventar, en una noche chanante, con los Groenlandiers dándolo todo antes y después en lo que es una fiesta más propia de cualquier discoteca (ya cerrada, claro) de Malasaña que de Córdoba.

Los Punsetes llevan ya 16 años haciendo lo que hacen. Antonna, Ariadna, Jorge y Chema tienen seis discos a sus espaldas en los que no engañan a nadie: ese odio tan escatológico y descriptivo, tan madrileño del indie pop, tan contundente y tan divertido, pero con un poco sarcástico y profundo que en el fondo deja algo de mal rollo.

Los madrileños llegaron a Córdoba para presentar Aniquilación, su último trabajo y quizás el que menos hits corea el público. Al menos de momento. Se echaron de menos a los tecnócratas y al dinero, quizás sus temas con más carga de profundidad. Puto grupo.

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