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“Córdoba como Venecia ha desconectado su casco histórico de la ciudad”

Marta Jiménez

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La Asociación de Amigos de Medina Azahara (AMAC) continúa con su ciclo de conversaciones en directo y on-line bajo el título de Interacciones, en el que especialistas de diversos ámbitos conversan sobre “el equilibrio entre ciudad patrimonio y vida”.

Tras una primera sesión hace un par de semanas, este miércoles la presidenta de AMAC, la arqueóloga Ana Zamorano, ha charlado con el arqueólogo especializado en ciencias del patrimonio del CSIC Jaime Almansa, sobre las relaciones del patrimonio con su entorno más cercano.

Asuntos como la convivencia con el patrimonio, el desarrollo económico y no económico que este genera, cómo repercute el turismo en todo ello o el compromiso de la sociedad cordobesa con el patrimonio han construido el relato de la charla entre los dos arqueólogos.

Almasa ha destacado el papel de AMAC como una asociación “diferente y activa”, a la que conoció cuando llegó a Córdoba para investigar cómo estaba “repercutiendo” el conjunto arqueológico de Medina Azahara “en el día a día de la gente”.

El arqueólogo, quien ha desarrollado una metodología para medir el impacto social de un yacimiento arqueológico en su entorno que va más allá del económico, ha definido a Córdoba como “uno de los casos más complejos de gestión como entorno”, debido a los cuatro patrimonios mundiales concedidos por la Unesco que posee la ciudad y que están gestionados por tres instituciones distintas (Medina Azahara por la Junta de Andalucía, la Mezquita por el Cabildo catedralicio y los patios y el casco histórico por el Ayuntamiento).

Para Almansa, estas instituciones gestoras  “trabajan de forma independiente y con poca comunicación entre ellas (...)  y hay que añadir una cuarta, la Unesco. Hace falta un compromiso para conciliar esta gestión francamente difícil de abordar”.

Centrado en el casco histórico cordobés, Almansa opina que la pandemia ha revelado una situación grave: “la dependencia absoluta del turismo en el casco histórico de la ciudad y la desconexión de este casco con el resto de la ciudad”. El arqueólogo ha comparado a Córdoba en este sentido con Venecia, cuyos habitantes abandonaron el casco histórico de la ciudad a favor del turismo.

“El casco histórico de Córdoba no es un elemento que articule la ciudad como pasa en otros lugares y eso me da pena”, ha confesado este experto quien cree que “sin la COVID esto no se hubiera notado tanto porque en las situaciones de normalidad todo fluye y no se manifiestan los problemas”.

Por su parte, Ana Zamorano ha resaltado la dificultad de acceso a Medina Azahara, sobre todo para los cordobeses. La asociación que preside presentó hace unos años un proyecto de llegada peatonal y para bicicletas al Centro de Recepción de Visitantes que aún no se ha llevado a cabo y que “facilitaría mucho la llegada de los cordobeses”.

Asimismo, la arqueóloga ha destacado los problemas de Medina Azahara con su entorno más próximo, como son las parcelaciones que rodean al conjunto arqueológico y ha pedido un “esfuerzo por conectar a los ciudadanos con los sitios patrimoniales”.

Entre los impactos positivos de los sitios patrimoniales, Jaime Almansa ha resaltado que estos “mejoran el entorno y mejoran la calidad de vida de ese entorno”.

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