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ENTREVISTA

Niño de Pura, en su adiós a los escenarios: “He tocado con párkinson y la gente no lo sabía”

El guitarrista Niño de Pura

Juan Velasco

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El pellizco flamenco es una cosa y el de la barriga, otro muy distinto. Al guitarrista Daniel Navarro, Niño de Pura (Sevilla, 1966), se le agarró un pellizco de los segundos hace nueve años, cuando le detectaron la enfermedad de Parkinson. Para alguien que vive de lo que hacen sus manos, pocos diagnósticos puede haber más dañinos que ese.

A pesar de ello, en estos casi diez años, Niño de Pura ha seguido viajando por el mundo y subiéndose a los escenarios, consciente de que ese tiempo se estaba agotando. Y, antes de que el tiempo lo marcara su enfermedad, el tocaor ha decidido poner pie en pared y anunciar una gira de despedida que ha concebido más como una fiesta que como un homenaje.

La primera parada será el viernes 26 de enero en el Conservatorio Músico Ziryab de Córdoba, una ciudad que conoce a la perfección, ya que fue durante 15 años fue profesor de guitarra flamenca del Rafael Orozco. Ahora, el maestro vuelve a casa para pronunciar un adiós a las tablas, pero no a las partituras ni a las cuerdas. 

Siempre he sentido un exceso de responsabilidad al subirme a un escenario

PREGUNTA (P). Arrancar la gira en Córdoba no es fruto del azar. 

RESPUESTA (R). Pues no. Porque yo pasé 15 años como profesor en el Conservatorio de Córdoba, donde he hecho a unos cuantos guitarristas. Y porque Córdoba siempre ha sido un lugar especial para mí. Fíjate, la primera vez que toqué en público fue en la Plaza de la Corredera, aquí en Córdoba, cuando era solo un niño de 9 años. Ese fue el comienzo de mi carrera musical y es algo que siempre recordaré con cariño.

P. Quizá este concierto tenga mucho que ver con aquella primera vez en cuanto a nervios.

R. Esta gira es muy importante. Mucha gente lo sabe, pero la cuestión es que he optado por retirarme de los escenarios y con esta gira me quiero despedir. En 2015 me diagnosticaron párkinson. Desde entonces, he estado recibiendo tratamiento y, si te soy sincero, yo no lo he notado. Hay dos tipos de efectos, los temblores y la rigidez. En mi caso, yo lo que tengo es rigidez. Y ahora estoy sintiendo más los efectos de la enfermedad. Mi movilidad empieza a estar afectada. Y no he querido esperarme ni un año ni dos. Quería despedirme de mi público a través de estos conciertos, sin necesidad de homenajes, simplemente compartiendo mi música una última vez.

Y claro, nervios hay. Pero, al hacer público que tengo párkinson, creo que voy a poder tocar más tranquilo. Porque yo he tocado con la enfermedad y la gente no se ha enterado. Yo me he arriesgado a tocar así, sin que lo supiera la gente. En Córdoba, en el Festival de la Guitarra de Córdoba, di un conciertazo en 2017. Y ese era el riesgo que yo corría y ahora no tengo. Ahora la gente sabe que tengo párkinson y que me despido. 

P. Pero no vas a estar solo. 

R. No. Voy a estar muy bien acompañado. En Córdoba estoy con Manuel Lombo y Keko (del Pino). Además, estará Churumbaque, habrá segunda guitarra, bajo, percusión… Vaya, que sí, yo he estado siempre bien acompañado y esta despedida no será la excepción.

P. Aunque te retires de los escenarios, no necesariamente eso significa que dejas el flamenco.

R. Absolutamente. Aunque deje de actuar, la música seguirá en mi mente y alma. Es verdad que yo, cuando salgo al escenario, siempre he salido a romperlo, como salimos todos los artistas. El que dice “yo salgo a disfrutar”, o es mentira o no tiene responsabilidad. Porque claro que puede disfrutar, pero yo siempre he sentido un exceso de responsabilidad al subirme a un escenario. Y después, cuando tienes un nombre, todavía es peor. Así que, me ha recomendado el médico que no me someta a esas presiones, que no me hacen bien. 

P. ¿Y después?

R. Después seguiré siendo músico. De hecho, tengo un disco que lo voy a sacar cuando acabe toda esta historia. Y si me siguen llamando para hacer música, voy a hacerla. Yo soy un músico y eso lo llevo dentro; yo eso no lo voy a dejar, voy a dejar la tensión esos de los viajes de avión que yo me he metido muchas veces para ir a América, para ir a Japón y esas cosas, porque yo soy de los que lo pasa muy mal.

Al hacer público que tengo párkinson, creo que voy a poder tocar más tranquilo

P. Todo esto que me cuentas que estás viviendo puede ser, de hecho, un gran material para componer.

R. Por supuesto. Yo me he preguntado muchas veces cómo y por qué yo he tenido que pasar por esta enfermedad. Pero también me he dado cuenta de que planteártelo así es una tontería porque ha ocurrido y ya está, uno lo tiene que asumir. Ahora, evidentemente, cuando me lo dijeron, que tenía yo 48 o 49 años, pues sentí que se me cortaban las alas. Eso y más, porque, no sé si lo sabes, pero es que además soy una persona muy deportista. Yo he corrido siempre, he competido e incluso fui campeón de Andalucía de 3.000 metros a los 48 años. Y, cuando uno hace deporte se cree que es invulnerable. Dices: ¡coño, a mí no me van a entrar nunca porque yo me siento muy sano“. Pero te pasa. Y qué le vas a hacer. 

P. Lo importante es que no le hayas cogido coraje a la guitarra.

R. No, no, no, coraje no (Se ríe). La guitarra yo la tengo dentro desde chiquitito y seguiré tocándola y componiendo. La música es parte de mi ser y eso nunca cambiará.

P. Es evidente que has dejado una marca significativa en la música flamenca. ¿Cómo te sientes al saber que has influenciado a tantas personas a través de tus enseñanzas?

R. Pues ha sido muy gratificante escuchar a tantas personas agradeciéndome por enseñarles. He tenido el privilegio de enseñar en el conservatorio y me siento muy honrado de saber, porque así me lo han dicho ellos, que he inspirado a tantos músicos. Eso es algo que aprecio profundamente.

P. Que te llamen maestro.

R. Sí. Lo que pasa es que cuando me dicen maestro, yo muchas veces digo: “Joder, pero si yo nací ayer”. Y me doy cuenta de que la vida es muy corta y de que esto se acaba muy rápido.

P. Hablando de maestros, me pregunto qué pensaría el tuyo, Manolo Sanlúcar, de tu despedida.

R. Pues estoy seguro de que se hubiera llevado un disgusto muy grande.

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