Miguel Poveda: “El público ya no oculta que le gusta el flamenco como ocurría antes”
El cantaor Miguel Poveda visita el Teatro de La Axerquía de Córdoba este sábado, en el que promete ser uno de los conciertos flamencos más importantes del año en la ciudad. Llega con un trabajo, Diverso, en el que se deja seducir por las músicas que se hacen al otro lado del charco, en Argentina, México o Cuba, y en las que, a fuerza de estudio, acaba incorporando a su repertorio flamenco.
Poveda vuelve, además, tras haber recorrido España con el programa Caminos del Flamenco, un exitoso formato que ha devuelto el arte jondo a la televisión pública española, y cuyo reconocimiento contrasta con algunos patinazos institucionales que le duelen de forma personal, como la suspensión del Flamenco Festival de Nueva York, que acaba de celebrar 20 años y cuya continuidad está en el aire. De estas paradojas habla el cantaor charnego en una entrevista con Cordópolis.
PREGUNTA. Vienes con Diverso, que representa, de alguna manera, al Miguel Poveda más universal.
RESPUESTA. Sí, realmente es un Miguel que se muestra con todo lo que se ha ido adheriendo a la piel. A mi forma de entender la música. Sin mochilas y sin restricciones. Parto de la música flamenca porque esa es mi raíz, el cante flamenco tradicional, y, de hecho, el disco arranca así. Y sigo siendo un cantaor en todo lo que voy afrontando. Pero sí es verdad que he tenido la necesidad de viajar a Argentina, México o Cuba, a mucha música de Latinoamérica para mostrarme como soy, con mucho compromiso social y sin guardarme nada de lo que soy y cómo me he ido formando todos estos años.
P. ¿Qué has aprendido mientras grababas este disco?
R. Pues, por ejemplo, que la música tiene un poder que no tienen, ni siquiera, los mandatarios del mundo. La música tiene la grandeza de saber abrazar, aún estando confinados, tiene la grandeza de viajar, aún estando confinados, y que tiene la grandeza de remover conciencias y mostrarle al ser humano la belleza y un universo y un mundo mucho mejor que el que nos pintan muchas veces en televisión. Que ese es un mundo que existe, un mundo muy desagradable, pero he aprendido que la música es muy poderosa y que con ella se pueden conseguir muchas cosas, no solamente alimentar el ego, sino, de alguna manera, hacer el mundo mucho más habitable.
P. Al hilo de esa reflexión, el flamenco es un idioma universal, ¿no? Este disco es una muestra de que el flamenco marida muy bien con todas las músicas del mundo.
R. Está claro. Yo he tenido la oportunidad de comprobar que fuera de nuestras fronteras se nos respeta, se nos admira muchísimo como música, como cultura y como expresión artística, y se nos valora incluso a veces de mejor manera que aquí. Así que el flamenco es universal, está clarísimo.
P. La prueba es esa versión que haces de un tema de Rubén Blades, de quien yo además pienso que es un artista muy flamenco el canalla.
R. (Se ríe) Claro. Sí sí, y se nota porque le gusta. Además es que es muy aficionado. Y luego tiene esa sensibilidad para componer con ese compromiso y esa originalidad, porque Rubén es muy personal.
La mayor pureza de un ser un humano es su propia libertad
P. A nivel personal, ¿mientras más te alejas, entre comillas, musicalmente del flamenco, más flamenco te sientes?
R. (Se lo piensa un segundo) Es que yo nunca me he alejado del flamenco. Yo ahora, antes de hablar contigo, estaba escuchando a Inés Bacán, que es una de mis artistas favoritas. Y yo, cuando me subo al escenario, cada vez que lo piso, canto flamenco. No hay vez que me suba a un escenario que no lo haga. Es posible que se vea o se intuya que hago otras cosas y que eso tiene más ruido, desgraciadamente, para el flamenco (Se ríe), pero yo no me he alejado del flamenco.
P. Sí, me refería más a nivel sonoro, por cómo has hecho este viaje por otras músicas del mundo precisamente sin dejar de ser flamenco.
R. Sí, viajo con él. A donde quiera que viajo voy con mi carácter, con mi expresión, que se ha formado en el flamenco. Yo hago flamenco desde jovencito y después he ido afrontando otras cosas, pero mi raíz, mi tronco musical, donde siempre soy yo es ahí. Cuando canto tango, aunque no aflamenco, porque no quiero aflamencar nada, pero quien me escuche cantar un tango, dirá este es cantaor flamenco. Porque el flamenco va pegado a tu piel.
P. De purismo no hablamos a estas alturas. Flamenco y purismo es un oxímoron.
R. Sí, a mí me gusta hablar de diversidad. Yo soy defensor a ultranza de conservar las músicas tradicionales, pero estoy muy a favor de que la gente sea libre a la hora de expresarse porque la mayor pureza de un ser un humano es su propia libertad. Si te coartan eso, ya no eres puro, eres lo que quieren otros que sean. Es un poco complicado de entender. Yo soy amante de lo tradicional, yo lo apoyo y me encanta, pero eso no quiere decir que nos tengamos que ver censurados.
P. Sí, te lo decía sobre todo porque el propio flamenco es un género bastante híbrido, que se ha nutrido de muchas músicas y culturas. Por lo que pedir un certificado de pureza…
R. Claro. En los Tangos de Triana hay mucha reminiscencia de la música africana. Tenemos influencias griegas, arabescas… El flamenco en sí es un crisol de cultura, es una mezcolanza de culturas y razas. Los gitanos y los campesinos andaluces, todo eso explosionó en esta música que tenemos.
P. Es curioso porque vivimos un momento en el que se podría decir que el flamenco está de moda y se da la paradoja de que el Flamenco Festival se despida de Nueva York por falta de apoyos.
R. Yo recuerdo desde que gané en La Unión, que tenía 20 años, que se viene diciendo que el flamenco está de moda. Y las modas pasan en meses, pero el flamenco es atemporal, y yo no considero que el flamenco sea una música de moda. Lo que sí es verdad es que está cada vez más presente el poco compromiso que tienen las instituciones con la música flamenca. El valor artístico que tiene esta música es incalculable. Y deberían tener apoyos esos promotores que programan el flamenco fuera de nuestras fronteras y van inculcando un arte que es superior, como es el caso de Miguel Marín, que el pobre, desesperado, ha tenido que cerrar la persiana del Flamenco Festival, y eso es una pena.
P. Por estar de moda me refiero a que ha vuelto a las televisiones, a que está en las portadas, a que se ha vuelto a situar en el centro del foco. Lo que te pregunto es cuánto crees que hay de verdadero interés en conseguir que esto perdure y no sea flor de un día.
R. Bueno, yo sí que veo que gracias a la labor de muchos músicos, que algunos de ellos incluso no están, como Paco de Lucía, Enrique Morente, Fosforito o Carmen Linares, El Lebrijano y muchísimos nombres más, han hecho que la gente se vaya cada vez liberando más de prejuicios con esta música, que no la etiqueten en ninguna opción política ni de ninguna índole. Es una música grande y el público y la gente ya no oculta que le gusta el flamenco, como ocurría antes, cuando se decía que era una música de personas mayores o de gente hortera. Afortunadamente, esos prejuicios se han superado y eso se nota ya también en las programaciones. Se nota porque hoy hay festivales de música que ya programan un espacio para flamenco como debe ser. Que el flamenco entre en los teatros, en el Teatro Real o en el Liceo de Barcelona, como ocurre en todos los teatros del mundo. ¿Por qué no lo vamos a poder hacer aquí? Y luego tiene presencia en medios. Algunos artistas, como Israel Fernández, tienen ese halo que lo sitúa en otras cuestiones y eso hace que el flamenco se sitúe en un lugar donde antes no estaba. Pero luego se da el contraste, como tú bien decías, de que a quién le corresponde apoyar el flamenco de verdad -porque la sociedad lo apoya y lo consume con gusto-, pues no lo hace con el rigor ni la dedicación que deberían darle.
P. Pues para despedirme, el otro día hablaba con Chano Domínguez y le pedí que me dijera lo que le venía a la cabeza cuando le menciono la palabra Córdoba. Le pido hoy a usted lo mismo.
R. Pues crisol de culturas y diversidad. Autenticidad pero a la vez, un lugar de diversidad. No sé, te diría muchas cosas: Córdoba no se puede resumir en una sola idea. Es belleza, es embrujo, es cultura, es historia, es un lugar mágico. Es uno de esos lugares del mundo que son patrimonio de la humanidad, claro.
Las modas pasan en meses, pero el flamenco es atemporal
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