Josele Santiago: “Estamos sometidos por un mal abstracto”
Josele Santiago saldó este viernes su deuda con Las Noches Eclécticas de Viana con un concierto íntimo, a medias con su inseparable David Krahe. Juntos forman “la última unidad indisoluble del folk español”, según explicaban poco antes del concierto, y ofrecieron un recital apoyado en el material de Santiago, bien con Los Enemigos o bien de su carrera en solitario.
Con familia en Cabra, “una tierra soñada”, según reconoce, pues no la frecuenta tanto como quisiera, Santiago ha venido a Córdoba a presentar su quinto disco, Transilvania, un trabajo que lleva su poesía críptica a pasajes sonoros mucho más atrevidos de lo habitual en un artista que, al menos en solitario, había apostado por una desnudez poética que ahora ha roto en pedazos con la ayuda del productor barcelonés Raúl Fernández Refree (Niño de Elche, Lee Ranaldo, Kiko Veneno o Rosalía).
En una entrevista con CORDÓPOLIS, Josele Santiago aporta unas cuantas claves sobre música, poesía, política y sociopatía, pues su discurso sigue siendo, como él mismo reconoce, “muy puñetero”.
P. ¿Cuánto tiempo llevabas sin venir a Córdoba? ¿Lo recuerdas?
R. Pues en la capital estuve hace unos años, de teloneros de Calamaro. En el Teatro de La Axerquía. Cogió el tío y adelantó la hora suya de tocar y tocamos después de él. Pero después de eso he venido yo hace dos o tres años. Fue muy bonito. Fue una historia de encuentros poéticos por los pueblos, como hacia el final de la República. Era un poco pasear la poesía por los pueblos. Y estuvimos en varios, en Montilla y en uno que estaba ya casi en Extremadura, que tiene las minas… Ese que tiene un nombre compuesto.
P. ¿Peñarroya-Pueblonuevo?
R. Ése. Ése es… Pasamos también por Lucena, pero por Cabra no pasamos [su familia es de allí].
P. ¿Has tocado en Cabra alguna vez?
R. Nunca. Nunca he tocado. Pero fue muy bonito aquello de la gira poética. Fue con la poetisa gallega Miriam Reyes, y yo salía a tocar un rato solo, y luego Miriam recitaba, y después había una charla. Ésa fue la última vez que vine.
P. ¿Qué peso tiene la poesía en tu proceso como escritor de música?
R. No sabría decirte qué viene antes. Bien es cierto que leía mucha poesía de chiquitito, y luego dejé de leer poesía. Y ha sido hasta hace poco, que me ha dado otra vez por ahí, pero la tenía muy abandonada. En realidad, esto ocurrió a la vez que empecé a escribir canciones.
P. ¿Y ahora mezclas lo antiguo y lo nuevo?
R. Pues en parte si. Ten en cuenta que los discos de Los Enemigos también los escribo yo. Y cuatro o cinco canciones tenía para este quinto disco que acabaron en el de Los Enemigos. Y ha habido que esperar otros dos añitos para sacar este Transilvania, que se ha grabado en Barcelona.
P. ¿Qué tal la experiencia?
R. Pues ha sido una grabación muy divertida, muy amena, como yo casi no recordaba, porque yo al estudio le tenía un poco de manía, y me había planteado “a ver si esta vez me divierto”.
P. ¿Qué clase de mensaje oculto lleva un disco que se llama Transilvania?
R. Joder, es un título que de por sí es un buen título. Te pone en guardia, es cortito y contundente. Y aparte evoca una presencia del mal, a unos paisajes agrestes y escarpados, y también evoca a la realidad de la prosa de la vida que estamos viviendo hoy en día. Se parece bastante a la de los habitantes de los pueblos del Castillo del Conde Dracula. Estamos ahí sometidos por un mal abstracto, que no sabemos muy bien quién es y que también remite a la superstición. Pero lo principal es que suena de puta madre.
P. En los adelantos, sugiere también un sonido distinto.
R. En los primeros discos en solitario, los tres primeros, me pillan obsesionado con la idea de grabar en directo, en sonido natural de los instrumentos. Y también por encontrar espacio. Y el cuarto disco, ahí ya empiezo a quitarme esa manía. Ahora, lo que yo quería era jugar. Hacer algo muy juguetón con la música, y que confrontara con el discurso mío como letrista, que es puñetero, e incluso apocalíptico.
P. ¿En qué sentido?
R. Pues en el sentido de que “no llueve, no llueve, no llueve. Y sale mucho el sol abrasador”. Es que estoy muy enfadado, porque somos muy gilipollas y nos estamos volviendo cada vez más tontos. Es como la gente a la que entrevistan en la playa en enero y dicen “que maravilla”. Joder, se habla del planeta en tercera persona, como si no existiera. Y es un discurso jodido, porque es al planeta al que no le importan las personas. Hay canciones cuyo discurso va casi por el exterminio.
P. ¿Hay menos sentido del humor?
R. Bueno, yo suelo meter tres o cuatro temas así de coña, pero el discurso suele ser puñetero. Éste puede que sea un poco más puñetero. Pero aún así hay tres o cuatro cortes de coña. Sólo que el humor es cada vez más negro.
P. ¿Y ese discurso cómo se ha entrelazado con la música y qué papel ha jugado la producción?
R. Bueno yo a Raúl lo conocí hace más de diez años y nos dimos cuenta de que nos entendíamos. Y ahora que vivo en Barcelona, y tenía 11 canciones, pues había llegado el momento. Le llamé. Es que sé que es un tío abierto, que ha producido desde Lee Ranaldo hasta Silvia Pérez Cruz, y yo es lo que quería, abrirme de orejas e ir sin prejuicios. Con el sonido estoy además contentísimo.
P. A mí me ha sorprendido muchísimo el toque Kraut de una de las canciones.
R. Pues no soy de los amantes del Kraut de toda la vida, pero llevo tres o cuatro años dándole el coñazo a la pobre de mi mujer con Neu, con Tangerine Dream incluso. Y por algún lado tenía que salir, porque siempre he querido jugar con sintetizadores, y claro se lo dije a Raúl y se le encendieron los ojos.
P. ¿Cómo es envejecer como músico?
R. Bueno, tengo 53 años (se ríe). Envejecer teniendo en cuenta la alternativa, siempre está bien. Y, como músico, lo mejor es que llamas a los mejores y te dicen todos que sí. Es acojonante. Llamas a los que más te gustan, y te dicen que sí a la primera. Y eso es un flipe.
P. ¿Con Los Enemigos también se envejece igual?
R. Es distinto. Mira, la última vez nos reunimos por la pasta y nunca lo escondimos. Pero resultó que nos gustó, sonó bien, y se convirtió en algo más que una reunión nostálgica, y decidimos sacar material nuevo. Nos encontramos a nosotros mismos comportándonos con una banda viva.
P. ¿Y os costó reuniros? ¿Lo digo por eso de que llevas un tiempo viviendo en Barcelona?
R. A mi me gusta mucho salir a tocar por ahí. A tocar mis canciones.
P. ¿Cómo has vivido los últimos acontecimientos en Barcelona?
R. Pues lo he vivido con mucha perplejidad y con mucha tristeza. Me lo preguntan mucho. Sobre todo cuando voy a Madrid. Y es muy triste porque se cuela en las casas, y hay grupos de amigos que ya no se hablan, y está entrando a un nivel insoportable. De ahí la perplejidad.
P. ¿Ha influido en el disco, de alguna manera?
R. No. Pero porque ya estaba grabado. Y si no, tampoco. Mezclar el corazón con la política no lleva a ningún lado. Bueno si, lleva al desastre.
P. ¿Qué planteamiento tienes de gira?
R. Pues empezamos en noviembre. El concierto de Córdoba estaba previsto para hace unas semanas, cuando no había salido el disco, así que teníamos pensado hacer poco material del nuevo. Pero ahora que está fuera, van a caer siete u ocho temas.
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