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¿Qué es Equipo 57?

Visita de escolares a la exposición de Equipo 57 | TONI BLANCO

Marta Jiménez

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“¿Sabéis qué es Equipo 57?”. “No, pero sé que existe porque hay una calle que tiene ese nombre”. La pregunta la formuló Elena Moreno, coordinadora del programa educativo de la Fundación Rafael Botí, en una de las visitas que guía a diario en la exposición Equipo 57 en Córdoba. La respuesta se la dio un escolar de los muchos que desde el pasado octubre están pasando por la muestra guiada en el Centro Botí, en plena Judería. Una exposición multidisciplinar dedicada a la obra producida en Córdoba por Equipo 57 cuando se cumplen 60 años de la creación de este grupo de vanguardia que ocupa un lugar destacado en la historia del arte contemporáneo español.

La historiadora y educadora responsable de este programa reconoce con cierta frustración que la gran mayoría de los alumnos de Educación Infantil, Primaria, Secundaria Obligatoria, Bachillerato, enseñanzas superiores, además de colectivos y asociaciones que pasan estos días por las salas no conoce al “Equipo” ni su repercusión en el arte contemporáneo. Para colmo, también son demasiados a los que “no les suenan” nombres como el de Rafael de la Hoz o Rafael Moneo. Esa es la realidad.

Para remediarlo, la Diputación ha puesto en marcha este programa educativo que finalizará cuando cierre sus puertas la exposición después de Reyes y que ofrece autobuses para los alumnos que vengan desde los distintos puntos de la provincia. Más de 60 centros ya se han apuntado a la experiencia artística. Ademas, los escolares de 1º, 2º y 3º de primaria tienen como extra a la visita un taller en el que los más pequeños colorean plantillas de las obras de Equipo 57 y los más mayores recortan planos color en equipo, trabajando en consenso con la filosofía que desarrolló el propio grupo de artistas.

Cordópolis se ha empotrado en una de estas visitas y ha acompañado a los alumnos de 5º y 6º de primaria (10 y 11 años) del colegio Nuestra Señora de los Remedios de Belmez para después poder retratarlo en esta crónica. Ellos también pretendieron retratarlo todo  móvil en mano. Elena les advierte al comenzar que podrán preguntar cuando quieran. Y sus voces de patio de colegio despiertan el edificio mientras desde el patio se dirigen a la segunda planta, donde comienza la exposición.

La importancia del espacio plástico

“A Equipo 57 no le importa la belleza sino el espacio plástico”. Esta es una de las máximas que transmite la educadora a los atentos alumnos, excepto algún cabo suelto que fotografía las obras que se hallan en el patio desde los miradores de la sala, tomándose muy en serio que “el edificio forma parte de la exposición”. Elena no da “ni la mitad de datos” a los alumnos de Primaria que los que suele dar a los de Secundaria y ciclos superiores, pero desea que a los alumnos les quede claro “cómo funcionaban en equipo”. Por su parte, el tutor de 5º confiesa que sus alumnos no conocen al Equipo porque “son pequeños”, pero que el hecho de venir a ver la exposición servirá de “gran introducción” para ellos.

La guía les relata que Equipo 57 comenzó en París. Que eran muchos artistas al principio y que finalmente tan solo quedaría cinco -Juan Cuenca y Juan Serrano, Agustín Ibarrola y los Duarte, Ángel y Pepe-. Que discutían en un café de la ciudad del Sena, donde harían su primera exposición y donde desarrollaron la Teoría de la interactividad del espacio plástico “que veremos en la sala de abajo”. Elena les habla del arte abstracto geométrico, de su exposición en la Sala Negra del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, de la película de animación que realizaron explicando su teoría de la interactividad -Interactividad cine 11- y en la que participaron alumnos de artes y oficios cordobeses para poder realizar los 400 guaches que la componen. También, sobre cómo dividieron el trabajo y organizaron los espacios color.

El relato prosigue por la invitación que les llegó para montar una exposición en Dinamarca, en el Museo Thorvaldsen, y cómo el año 59 fue fundamental porque definen quienes son, su metodología de trabajo, conformando el Equipo 57 tal y como lo conocemos y regresando a España. En ese momento comenzaron a trabajar de forma cooperativa. “Cada obra se racionaliza, se estudia, se habla, se analiza y se consensúa entre los cinco”. Después del año 61 dejarán de producir pero no de exponer. Comienzan a “mover” su obra. Y así hasta hoy.

Elena invita a los escolares a leer una frase reproducida sobre uno de los ventanales que da al patio: “el arte es un medio para conocer la realidad. Para ello es necesario, antes que nada, el compromiso del artista con la realidad”. Y les explica cómo los miembros cordobeses quisieron cambiar la realidad de esta ciudad montado un ciclo de conferencias para unir ciencias y artes, además de demandar un museo de arte contemporáneo y una escuela superior de diseño.

Invitaciones para esas conferencias, maquetas de esculturas, como la de Salam, que los alumnos reconocen haber visto paseado por Miraflores, un proyecto de escultura dedicada a Averroes que nunca se realizó, la maqueta de escultura mural para el Banco Ibérico (hoy el Santander de Ronda de los Tejares) o carteles de exposiciones conforman este primer nivel de acercamiento a Equipo 57.

La Teoría de la interactividadTeoría de la interactividad

Las bocas se abren de asombro al descubrir las matemáticas en la pintura. La guía explica de forma didáctica cuáles son los dos puntos fundamentales en una pintura del Equipo: El punto de incidencia, donde convergen tres planos de color -“¿Quién me dice una plano de incidencia” “yo, yo, yo”, algunas manos alzadas, “aquí, entre el rojo, el negro y el amarillo” “muy bien-; y el punto de inflexión, mucho más complicado de transmitir.

Para que exista una unidad mínima de movimiento tiene que haber, al menos, dos puntos de incidencia. al principio el Equipo “juega” más con la línea y con los planos color de forma más punzante para más adelante hacerse más curva. El punto de inflexión es la línea que hace converger los dos planos color generando al curvarse espacios cóncavos y convexos. “A mayor curva mayor movimiento. Ese es el punto e inflexión”.

En los primeros 60 su obra comienza a experimentar un aumento de los puntos de inflexión mientras se reduce el número de colores evolucionando hacia el arte óptico. “¿Sabéis lo que es?” “No”. Una vez que Elena les explica el concepto, todos reconocen haber visto efectos ópticos alguna vez en alguna parte. Puede que hasta en el arte.

En un momento efervescente para la abstracción en España, el Equipo se decantó por la abstracción geométrica. Para ellos las obras concretas no eran sino experimentos que esperaban su realización en un futuro caracterizado por un inevitable cambio en la estructura social del país. Ángel Llorente definió las intenciones de Equipo 57 como “la defensa de un nuevo comportamiento artístico en la sociedad”.

Bancos, sillas y mesas: diseño mobiliario

“¿Si son pintores que hace aquí una mesa?” pregunta un niño con gafas mirando fijamente la pieza. La visita entra en la dimensión del mobiliario que diseñó el Equipo, con algunas obras expuestas en la sala. Y lo primero que se señala es el Sillón Córdoba, su primer prototipo, una pieza artesanal y exclusiva que los escolares ven a través de una fotografía en blanco y negro tomada en una galería de la Sala Darro (Madrid) donde la expusieron en 1961. Hoy la silla se encuentra en el Museo de Artes Aplicadas de Barcelona.

“Conscientes de que las obras deben llegar a todo el mundo deciden empezar producir muebles en serie”. Elena explica a los niños cómo el Equipo llegó a un acuerdo con la cooperativa guipuzcoana Danona, que tuvo una tienda en la que vendía sus muebles en la cordobesa calle Diego Serrano, para industrializar su producción mobiliaria.

La visita se detiene ante la silla Erlo (1961), cuya madera de haya y tubos de acero se muestran desmontados, tal y como se incluían en la caja de cartón en la que se vendía. “¿Os recuerda a la algo?” “A Ikea”, responde una niña ante un “ooh” de sus compañeros al descubrir que este modelo industrial y comercial no es nuevo y que se inventó en los años 60 por artistas que no eran suecos.

“¿Ellos siguen vivos?” inquiere una voz aguda desde la primera fila. “Sí, tres de ellos aún viven y, de hecho, esta exposición se ha montado con dos de ellos”, relata la guía. “El comisario no la ha montado solo, sino que ha trabajado con Juan Cuenca y Juan Serrano siguiendo el espíritu de equipo 57, la dinámica de su metodología de trabajo. Ellos siguen activos aunque hayan dejado de producir. Han hecho una obra, ¿queréis ver cuál?”.

Elena les muestra varias banquetas diseñadas en 1961. Algunas de las que se exponen se han realizado en agosto de 2017 con herrajes que aún quedaban en el taller de algún miembro del Equipo. “Los componente que quedan se han reactivado para esta exposición. Y todos siguen decidiendo sobre la obra”.

En este punto acaba la explicación. Los niños vuelven a ser libres para subir la voz y hacer fotos que, por supuesto, son selfies con morritos ante las obras del Equipo que inmediatamente empiezan a poblar Instagram esa mañana. Pero a tres niñas les importa más conocer el valor de las obras. “¿Cuánto vale esta silla?” preguntan interesadas al ser conscientes que cualquier objeto solo cobra valor al ser difundido y consumido. Para ellas no existe otra lógica: el valor del arte es el dinero.

Colores en la conciencia

El ruido de primaria se apaga y llega el siguiente grupo que ha demandado ver la exposición con guía. Se trata de veinteañeros del grado de Gráfica Publicitaria de la Escuela Mateo Inurria. Su profesora, Virginia, reconoce que Equipo 57 es un gran desconocido para la mayoría de sus alumnos, pero que le parece “fundamental” que lo conozcan por su manera de “estructurar el espacio”, algo que les puede ser muy útil para el diseño publicitario al igual que conocer a Mondrian, la Bauhaus o el estilo internacional suizo.

La profesora ha visto interesante el factor sorpresa, por eso no ha realizado ningún trabajo previo en clase, con el deseo de que “esto se quede ahí en un rincón de sus conciencias y les salga en algún momento, cuando menos se lo esperen”.

Para más información, escribir al Programa Educativo de la Fundación Botí: programaeducativoboti@gmai.com

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