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La tormenta perfecta que aniquila a las abejas

Un apicultor muestra los efectos de la extrema mortandad en sus panales | GREENPEACE

Manuel J. Albert

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Greenpeace denuncia el aumento de la mortandad de abejas en primavera, un hecho que constatan científicos cordobeses

Las abejas están muriendo. Esta verdad, conocida desde hace tiempo, se hace más patente en primavera. Las poblaciones de los panales se ven afectadas por un doble frente que, en palabras del director del Centro Andaluz de Apicultura de la UCO, Francisco Puerto, es “una tormenta perfecta”.

“Por un lado, en primavera y un poco antes, hay agricultores que usan productos químicos para prevenir plagas de parásitos como el pulgón. Esos productos llegan a las flores y afectan a las abejas, que mueren”, señala Puerto. Pero también al inicio de la primavera, cuando el frío del invierno deja paso a temperaturas más suaves, el ciclo vital de los panales varía y muchas abejas mueren al reiniciarse se actividad. “El problema es que ahora mueren mucho más que antes. Es como si las personas empezásemos a morir de repente a los 50 años en vez de los 75 años de media”, explica director del Centro Andaluz de Apicultura de la UCO. “Por eso digo que estos dos factores, el de la muerte por influencia de los productos químicos y el aumento de mortandad al final del invierno suponen una tormenta perfecta de factores contra las poblaciones de abejas”, añade.

Greenpeace denuncia que estas mortandades han sido más patentes en comunidades como Andalucía, Valencia y Murcia, que coinciden con áreas de agricultura intensiva. Greenpeace, junto a la Agrupación de Defensa Sanitaria Apícola (apiADS) de la Comunidad Valenciana y la Asociación de de Apicultores de la Región de Murcia denuncian que estas mortandades están coincidiendo precisamente con fumigación de los árboles de floración temprana, mayoritariamente nectarinos y melocotoneros.

Desde el 1 de enero de 2014 todas las explotaciones de la UE tienen que cumplir con los principios de la Gestión Integrada de Plagas que indican que se debe dar prioridad siempre a los métodos no químicos para luchar contra las plagas con el objetivo de proteger el medio ambiente y la salud humana, señala una nota de prensa. Por otra lado, desde la autoridades autonómicas se emiten avisos para que no se usen productos fitosanitarios durante la floración. “Sin embargo, el interés de vender este tipo de productos por los grandes fabricantes y las casas comerciales, un mal asesoramiento al sector agrícola y un escaso o nulo control por parte de las autoridades locales originan estos dantescos espectáculos cada año”, denuncia la organización ecologista.

ApiADS viene haciendo estudios de mortandad de abejas desde hace cinco años. “Y todos los años los resultados confirman el uso indiscriminado de plaguicidas muy peligrosos para las abejas durante la floración, como pueden ser el clorpirifos (presente en 80% de las muestras de abejas muertas recogidas en 2014), el dimetoato (68% de las muestras) y el imidacloprid (32% de las muestras)”, señala Greenpeace. “Otros años y en otros sitios se han encontrado otras sustancias como por ejemplo el metiocarb o el fosmet, clasificados también como muy peligrosos para las abejas”, prosigue.

“Esto es solo el aperitivo” ha predecido Enrique Simó, apicultor y veterinario de la apiADS “en estas dos semanas se pueden haber muerto unas 225.000 abejas de mis 50 colmenas, lo que supone el 50% de la población adulta, pero cuando empiece la floración de los cítricos caerán como hojas en el otoño. Muchos compañeros huyen de Valencia con sus colmenas cuando empieza la floración de los cítricos” ha concluido.

Esta situación se repite cada año también en Murcia. Carlos Zafra, veterinario de la Asociación de Apicultores de esa región ha afirmado que las mortandades se suceden “con total impunidad. Impunidad para los que aplican este tipo de productos que diezman a las abejas, pero sobretodo para aquellos que los siguen produciendo y vendiendo”.

También en Andalucía se han registrado mortandades puntuales de abejas en algunos colmenares debido a la aplicación de insecticidas durante la floración de los melocotoneros.

Greenpeace exige que las autoridades competentes refuercen los controles para que no se sigan aplicando estos productos. “En segundo lugar, se debe poner en marcha un plan de acción integral para salvar a las abejas y otros insectos polinizadores que contemple un calendario claro para la eliminación de los productos peligrosos para las abejas, empezando por los más dañinos (en España están autorizados más de 300 insecticidas en cuya ficha de registro indica que son peligrosos, incluso algunos muy peligrosos, para las abejas)”, señala la organización. Por último, Greenpeace cree que se debe apostar decididamente por la agricultura ecológica, la única solución de futuro.

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