El pueblo cordobés que ha levantado una estatua en honor a un alguacil de la Inquisición
“Es un hecho totalmente insólito e inédito en la historia contemporánea de España”. Francisco Navarro López, doctor en Historia y profesor de la Universidad Carlos III, y profesor tutor de Mitología e Iconología Cristiana de la UNED, todavía no da crédito a lo que ha ocurrido en su pueblo, Aguilar de la Frontera, este 28 de febrero. Desde este día, esta localidad cordobesa se ha convertido en el “primer pueblo de España que levanta una estatua en honor a la Inquisición”.
Navarro López se refiere a los actos de inauguración de la escultura en honor a Rodrigo de Varo y Antequera, fundador del convento de las Madres Carmelitas Descalzas de Aguilar de la Frontera y que, según está documentado, fue alguacil mayor de la Santa Inquisición. Rodrigo de Varo y Antequera, efectivamente, fundó el mismo convento que, hace tres años, se hizo célebre en España cuando se retiró de su entrada la Cruz de los Caídos en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática.
“Esto es el segundo capítulo de aquello”, especifica Navarro López, sobre la estatua inaugurada este miércoles por la alcaldesa de la localidad, Carmen Flores, de Izquierda Unida. López y el cronista de la localidad, Diego Igeño, de hecho, parecían en el acto ajenos a la labor como inquisidor de Rodrigo de Varo y Antequera, más centrados en su labor como “mecenas”: “Rodrigo de Varo y Antequera renunció a una vida de diversión y lo entregó todo a Dios. Tomó el hábito y el cordón de la Orden III con la que siguió escrupulosamente ayuno y mortificaciones”, comentó Igeño, según recoge la prensa municipal.
Para el profesor de la Universidad Carlos III, esto es resultado de la “mistificación sobre esta figura llevada a cabo durante siglos por parte sus descendientes y del catolicismo local”, que han “distorsionado exponencialmente la realidad”. Así, asegura que, a la hora de levantar una estatua en su honor, el Ayuntamiento se ha basado en “una biografía del siglo XIX que escribió un descendiente del noble”“ y en una publicación de mediados de los años 50 del siglo XX en ”una revista de carácter religioso“.
“No hay rastro de historiados en estos dos textos”, critica Navarro López, que precisamente ha escrito una tesis sobre Rodrigo de Varo y Antequera, un personaje que, más allá de su labor eclesiástica, aceptó el cargo de alguacil de la inquisición y condenó en base a ello a vecinos de la localidad.
De la baja nobleza a la Inquisición
Rodrigo de Varo y Antequera nació el 15 de noviembre de 1613 en el seno de una de familia enmarcada en lo que se considera baja nobleza. “Uno de los medios que utilizaban los hidalgos para acercarse o incluso alcanzar ese ansiado escalón que los separaba de la alta nobleza, fue la creación de fundaciones de conventos, capellanías y obras pías, que fue lo que hizo Rodrigo de Varo y Antequera”, relata el historiador, que añade que todo eso fue antes de aceptar el cargo de alguacil, lo cual tuvo lugar en el año 1659.
¿Cómo llegó a ese puesto? Pues según cuenta este historiador, lo heredó por casamiento. Fue nombrado alguacil en sucesión de su suegro, el capitán Andrés Fernández de Toro Estevan. Y lo aceptó y cumplió las órdenes que conllevaba el puesto, que además implicaba varios privilegios: entre ellos un salario (“70.000 maravedíes”, según la tesis de la historiadora Lorena Alberca), estar exento del pago de impuestos, así como la incoación de un expediente de limpieza de sangre -demostrando así que no tenía ningún ascendente judeoconverso-.
“En la carrera de ascenso social que Rodrigo de Varo mantuvo a lo largo de su vida el haber conseguido el ansiado cargo de alguacil mayor de la Inquisición implicaba ostentar la máxima autoridad de la Inquisición en cada villa, lo que conllevaba una serie de obligaciones con el Santo Oficio; incluidas acciones represivas”, especifica Navarro López, que recuerda que “las capturas, custodias de reos y confiscaciones de bienes de los condenados fueron los principales servicios prestados por los alguaciles mayores a la Santa Inquisición”.
De hecho, este investigador remarca que “fueron varios los vecinos aguilarenses acusados, detenidos y procesados por el Santo Oficio durante todo el periodo del Antiguo Régimen, incluyendo la etapa que ostentó dicho cargo Rodrigo de Varo, que tuvo que cumplir su cometido deteniendo y encarcelando a todos los acusados por la inquisición”. Y ha llegado hasta a ponerle nombre a algunos de los vecinos que fueron víctimas durante su mandato. “Entre sus primeras víctimas, podemos mencionar el caso del comerciante de lienzos Luis López, vecino de Aguilar de la Frontera, y que, a sus 32 años fue acusado y condenado a prisión por judaizante en 1659”, detalla Navarro López.
A su juicio, levantar una estatua en honor a un oficial de la Inquisición supone “una tremenda catetada histórica”, además de remarcar que Rodrigo de Varo y Antequera fue “un rentista que usaba sus cargos y las instituciones (conventos, fundaciones, obras pías) que apadrinaba para ascender socialmente, enriquecerse y asegurar la posición de sus herederos”. “Con ello, se está envileciendo uno de los espacios públicos más notables de la ciudad, sin olvidar los 40.000 euros que ha costado para las arcas públicas tal sorprendente actuación”, concluye.
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