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Día del Sueño
Problemas de sueño: los trastornos que afectan a un tercio de nuestra vida

Una mujer dormida

Carmen Reina

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El sueño es una actividad que desarrollan todas las personas, durante todo el ciclo vital y representa, aproximadamente, un tercio de todo el tiempo de la vida del ser humano. Por eso, los tratornos bien para conciliar el sueño o bien durante el mismo suponen un problema de salud que, en este 17 de marzo, Día Mundial del Sueño, se ponen sobre la mesa.

“Entre los trastornos de sueño más frecuentes se encuentran el insomnio -en torno a un 10% de prevalencia- y el síndrome de apnea obstructiva del sueño -2-7% de prevalencia-”, explica la jefa de Neurofisiología Clínica del Hospital Reina Sofía de Córdoba, Inmaculada López.

Pero hay otros trastornos del sueño, como son los trastornos del movimiento relacionados con el sueño -“como el síndrome de piernas inquietas”, los trastornos del ritmo circadiano objetivados -que se producen en trabajadores a turnos-, las llamadas parasomnias como el sonambulismo o el trastorno de conducta durante sueño REM, y las hipersomnias como la narcolepsia.

“El sueño representa un tercio del tiempo de nuestras vidas, por lo que cualquier trastorno del sueño que provoque una dificultad para conciliar o mantener el sueño en las horas deseadas y en la cantidad necesaria, o bien, genere un sueño fragmentado y de mala calidad, repercutirá notablemente en nuestro día a día”, asevera esta profesional.

Así, las personas con trastornos de sueño padecen una sensación de sueño no reparador, excesiva somnolencia diurna, problemas de atención, concentración y memoria, e incluso afectación del estado de ánimo, entre otras cuestiones. “Además del malestar y disconfort que generan estos síntomas, que claramente conllevan un empeoramiento de la calidad de vida, los pacientes también ven afectado su rendimiento académico o profesional e incluso se exponen a situaciones de riesgo y accidentes de tráfico o laborales”, advierte López.

Consecuencias en otras patologías

Y, en un horizonte de años, “a largo plazo los trastornos de sueño pueden aumentar las cifras de tensión arterial, incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares -ictus o fallo cardíaco-, y provocar o empeorar trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión”, han compronado los profesionales sanitarios.

Para atender este tipo de trastornos del sueño, se actúa desde la Neurofisiología Clínica, “sin perjuicio de las competencias de otras especialidades con las que colaboramos estrechamente formando equipos multidisciplinares”-. De hecho, dentro del ámbito de la medicina del sueño, se aúna el trabajo de los especialistas en Neurofisiología Clínica con los profesionales de otras especialidades implicadas en la patología de sueño, como son Neumología, Pediatría, Otorrinolaringología, Cirugía Maxilofacial, Endocrinología, Psiquiatría, Psicología, Neurología, etcétera.

Inmaculada López explica cómo esta especialidad “abarca todas las patologías del sistema nervioso, con fines diagnósticos, pronósticos y de orientación terapéutica. Y tiene como objetivo la exploración funcional del sistema nervioso, para lo que utiliza diferentes métodos diagnósticos que abarcan desde la entrevista entre médico ypaciente, hasta técnicas complejas como la electroencefalografía, la polisomnografía, la electromiografía, los potenciales evocados, la polisomnografía y la monitorización neurofisiológica intraoperatoria”.

Problemas del sueño, cuestión de salud pública

Desde el Hospital Reina Sofía de Córdoba apuntan cómo los problemas de sueño preocupan a la salud pública mundial, “sobre todo porque los trastornos del sueño son frecuentes en la población en general, impactando directa o indirectamente en los sistemas de salud, en el uso o abuso de medicamentos, las bajas laborales y los riesgos de accidentes de tráfico, entre otros motivos”.

Por estas razones, desde todos los puntos de vista, ven necesario optimizar el diagnóstico y tratamiento de estos trastornos. Y es que, actualmente, “los trastornos del sueño siguen estando infradiagnosticados, bien por desconocimiento de la población en general que puede tender a infravalorar síntomas como el mal descanso nocturno, o bien normalizar síntomas como el moverse mucho durante el sueño o el hecho de roncar igual que sus padres”.

Inmaculada López aboga por la necesidad de informar y educar a los médicos de Atención Primaria, así como de otras especialidades médicas, “para una mejor comprensión de estos trastornos y su oportuna derivación a las consultas especializadas de sueño”. Y, sobre todo, “es fundamental concienciar a la población de que tener un sueño de calidad, es un hábito de vida saludable, al igual que mantener una dieta equilibrada o realizar ejercicio de forma regular, y por lo tanto es fundamental respetar el tiempo de descanso nocturno, mantener unos buenos hábitos de sueño y consultar con el médico cuando no se tiene la sensación de que el sueño sea reparador”.

Tratamientos disponibles para los trastornos del sueño

Los especialistas aseguran que el tratamiento de los trastornos del sueño debe ser individualizado, “entendiendo que lo más importante del tratamiento es un diagnóstico certero”.

Así, los distintos abordajes terapéuticos disponibles, incluyen desde las recomendaciones para la buena higiene de sueño, técnicas cognitivo-conductuales, luminoterapia o fototerapia, dispositivos intraorales y dispositivos de presión positiva en la vía aérea, hasta los tratamientos farmacológicos y tratamientos quirúrgicos.

“No en pocas ocasiones, los pacientes necesitan una combinación de abordajes terapéuticos, y de ahí la idoneidad de unidades multidisciplinares de sueño, para el tratamiento de pacientes con estos trastornos”, expone López.

Decálogo de medidas

Los especialistas sanitarios apuntan a una serie de “medidas de higiene del sueño” para evitar trastornos del mismo:

1.      Mantener un horario fijo para acostarse y levantarse, incluidos fines de semana y vacaciones.

2.      Permanecer en la cama el tiempo suficiente, adaptándolo a las necesidades reales de sueño. Reducir el tiempo de permanencia en la cama mejora el sueño y al contrario, permanecer durante mucho tiempo en la cama puede producir un sueño fragmentado y ligero.

3.      Evitar la siesta. En casos concretos, se puede permitir una siesta después de comer, con una duración no mayor de 30 minutos.

4.      Evitar las bebidas que contienen cafeína y teína. Tomadas por la tarde alteran el sueño incluso en personas que no lo perciben.

5.      El alcohol y el tabaco, además de perjudicar la salud, perjudican el sueño y, en este sentido, se debe evitar su consumo varias horas antes de dormir.

6.      Realizar ejercicio regularmente, durante al menos una hora al día, con luz solar, preferentemente por la tarde y siempre al menos tres horas antes de ir a dormir.

7.      En la medida de lo posible mantenga el dormitorio a una temperatura agradable y con unos niveles mínimos de luz y ruido.

8.      El hambre y las comidas copiosas pueden alterar el sueño. Evitar acostarse hasta que hayan pasado dos horas después de la cena. Si se está acostumbrado a ello, tomar algo ligero antes de la hora de acostarse (por ejemplo, galletas, leche o queso), no tomar chocolate, grandes cantidades de azúcar y líquidos en exceso. Si se despierta a mitad de la noche, no comer nada o se puede comenzar a despertar habitualmente a la misma hora sintiendo hambre.

9.      Evitar realizar en la cama actividades tales como: ver la televisión, leer, escuchar la radio…

10.  Evitar realizar ejercicios intensos o utilizar el ordenador en las dos horas previas al sueño nocturno.

Consejos para pacientes mayores

Las personas mayores deberán tener en cuenta, además, estos consejos:

-Limitar el consumo de líquidos por la tarde, sobre todo si la frecuencia urinaria es un problema.

-Pasar tiempo al aire libre y disfrutar de la luz solar.

-Caminar y hacer ejercicio en la medida de sus posibilidades, pero no cerca de la hora de acostarse.

-Tener en cuenta los efectos que ciertos medicamentos pueden tener sobre el sueño.

-Los estimulantes a la hora de acostarse y los sedantes durante el día pueden afectar de forma desfavorable al sueño.

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