“En prisión hay cosas positivas: descubrí mi vocación”

Rafael y Lidia son dos internos del centro penitenciario de Córdoba. A ambos les une la cárcel y, dentro de ella, una posibilidad de buscar un futuro laboral cuando recuperen la libertad. Forman parte del grupo de 72 personas que han recibido este lunes su certificado de Formación Profesional después de cursar estudios en distintas disciplinas homologables a los que se realizan fuera de prisión y, por ello, lo ven como una herramienta útil para reincorporarse a la vida cuando abandonen la cárcel.

Ambos, junto al resto de sus compañeros, han recibido las sonrisas y los aplausos del salón de actos del centro penitenciario, lleno por los reclusos, medios de comunicación y las autoridades que lo han presidido: el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Y ante todos ellos, Rafael y Lidia han tomado la palabra.

Rafael ha relatado su “experiencia de aprendizaje”, en el curso de Formación Profesional de Panadería y Bollería, gracias al que -asegura- “he obtenido muchos logros personales”. Se puso a estudiar y, con un monitor que le guio, “descubrí mi vocación”. Y descubrió también su “fuerza de voluntad” y sus “ganas de aprender”. Con su aprendizaje, pudo optar a hacer palpable en la práctica los conocimientos que había adquirido y ocupó un puesto de trabajo en el obrador del centro penitenciario.

“He aprendido que en prisión hay cosas positivas”, reflexiona. Y que, junto a una oportunidad para enfrentarse al mundo laboral cuando salga de prisión, también ha crecido en lo personal: “paciencia, serenidad, responsabilidad y saber estar”, enumera como valores que ha aprendido en esta experiencia formativa en la cárcel.

“Ahora soy dueña de mi vida”

Lidia también ha estudiado FP de Panadería y Bollería y, como Rafael, ha podido desempeñar este trabajo en el obrador de la prisión. Pero antes de eso, la historia de esta mujer ha estado llena de caídas. “Mi vida se divide en dos etapas, antes y después de entrar en prisión”. Relata que se crio con su abuela, al perder de niña a sus padres. Y que con 14 años fue madre, lo que le obligó a “trabajar donde he podido”. Unas circunstancias que la sumieron en un declive que acabó con ella en la cárcel.

Allí, ha debido pasar un tiempo para que empezara a recuperarse física y anímicamente, cuenta. Y, en ese camino, apareció la oportunidad de cursar Formación Profesional. “La primera oportunidad en mi vida”, dice. Ha conseguido trabajar como panadera en el centro penitenciario, donde se siente “valorada por mis compañeros”. Ha obtenido una formación que la capacita para encontrar un trabajo cuando recupere la libertad y, sobre todo, como ella dice: “Ahora soy dueña de mi vida”.

Rafael y Lidia responden al perfil medio de quiénes se han ganado el certificado de FP estando en prisión. Han sido 72 personas las que han recogido su diploma, seis de las cuales han estudiado dos cursos. Son personas de entre 25 y 45 años, que tienen estudios primarios y están en segundo grado de tratamiento penitenciario.

En el centro penitenciario de Córdoba, durante el año 2024, cursaron FP 75 internos, de los que aprobaron estos estudios 63, es decir, el 84%. Han obtenido Formación Profesional homologada en disciplinas como Panadería y Bollería, Pintura, Recogida de residuos municipales e industriales, y Auxiliar de cocina.

Capacitación y vuelta a la sociedad en libertad

La acreditación que han recogido en el acto celebrado este lunes en la prisión de Córdoba les permite “alcanzar una plena capacitación para las múltiples necesidades que plantea la sociedad actual”, ha dicho el ministro Grande-Marlaska. “Es un mérito vuestro, sacadle todo el partido para que nada ni nadie os desvíe de ese fututo personal”, ha dicho a los internos.

Por su parte, la vicepresidenta Yolanda Díaz -que hoy cumple cinco años al frente del Ministerio de Trabajo-, ha destacado que esta formación cumple con el artículo 25 de la Constitución, referido a la reinserción y la educación de las personas privadas de libertad. Y ha mencionado la importancia de “ser un buen trabajador o trabajadora”, porque el trabajo además de hacer psoible el ganarse la vida, “es un valor de ciudadanía”.

“Para recuperar vuestras vidas el trabajo es fundamental, para recuperar la autonomía y tener un proyecto de vida”, ha dicho. Y, estando en Córdoba ha querido concluir citando al pensador Séneca: “Vivir es un acto de coraje. Aquello que se aprende raiz nunca se olvida del todo”.

Las personas internas en prisión han cursado los estudios de Formación Profesional gracias a un acuerdo entre el Ministerio del Interior y el de Trabajo junto al SEPE. En España, en 2024 estaban realizando este tipo de estudios más de 23.000 personas presas, del total de 47.000 que conforma la población reclusa.