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Paralizan unas obras denunciadas por destrozar el hábitat de anfibios protegidos en época de reproducción

Un gallipato, una ranita verde, un sapo partero y un tritón, anfibios protegidos que viven en las charcas de Villaviciosa de Córdoba.

Carmen Reina

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Tritones, gallipatos, sapo partero, sapo de espuela, sapo corredor, sapo común, ranita meridional y rana común. Esta lista de anfibios -protegidos por ser especies amenazadas-, además de otras especies como el lagarto ocelado, el galápago leproso, la lagartija colilarga o la culebra viperina han sido identificadas desde hace dos décadas en unas charcas que se ubican en la Sierra, concretamente en el término de Villaviciosa junto a la base militar de Cerro Muriano. En estas semanas, los anfibios se encuentran en plena época de reproducción, clave para la supervivencia de esas especies amenazadas. Y unas obras con maquinaria pesada han realizado movimientos de tierra que han desecado parte de esas charcas, provocando la muerte de anfibios adultos y sus larvas. Miembros de Ecologistas en Acción han comunicado ante el Seprona y Medio Ambiente los hechos y la Junta de Andalucía ha ordenado la paralización inmediata de las obras.

Días antes, integrantes de Ecologistas habían constatado la ebullición de las charcas en esta época de reproducción, con las distintas especies poniendo huevos y los larvarios a punto para la eclosión de nuevos ejemplares. Y también comprobaron cómo un cartel anunciaba unas obras de la Junta de Andalucía. En concreto, para la rehabilitación de una instalación de residuos mineros en la zona de Casa Grande Vera -que comprende ya el término de Villaviciosa de Córdoba-, estableciendo como medida la “restauración de ecosistemas e infraestructura verde”.

Sin embargo, esta semana apareció la maquinaria pesada en las charcas, moviendo el terreno y provocando la desecación de parte del mismo, además de aplastar a gran cantidad de huevos y provocar la muerte de los anfibios. Así consta en la comunicación de denuncia enviada a Medio Ambiente. “Aproximadamente el 40% de las charcas existentes han sido desecadas produciendo la muerte de anfibios en sus diferentes estados larvarios y adulto, contraviniendo la Ley 8/2003 de 28 de octubre de la Flora y la Fauna Silvestre”, reza el escrito, al quie ha tenido acceso Cordópolis.

En él se expone que en estas charcas “existen varias especies en plena época de reproducción, incluidas en el Listado y Catálogo de Flora y Fauna Silvestre Amenazada de Andalucía”. Por todo ello, solicitaron la intervención de agentes de Medio Ambiente y la paralización inmediata de las obras, además de devolver a su estado original o mejorar las charcas desecadas. Y que esta administración mediara para “minimizar los efectos sobre las especies de fauna protegida”.

Puestos los hechos en conocimiento de Medio Ambiente, agentes de este departamento y también del Seprona se personaron en el lugar para inspeccionar lo ocurrido y, según han confirmado fuentes de la Junta de Andalucía a este medio, “se ha parado la obra en esa zona hasta verano para no afectar a las especies”.

Los denunciantes recuerdan que ya en 2005 se produjo un intento de restauración de la zona minera sin autorización ambiental, que acabó con la paralización de las obra igualmente. Y reclaman que “estos proyectos han de regirse bajo las premisas de protección y preservación del patrimonio natural y la biodiversidad, y poner de manifiesto el compromiso de la Junta de Andalucía de impulsar una minería respetuosa con el medio ambiente y con los principios sociales de la sostenibilidad”.

La Junta de Andalucía se ha comprometido -según la respuesta facilitada a este periódico-, a retomar las obras de forma coordinada entre Minas, Medio ambiente y la empresa, de manera que no afecte a las especies protegidas.

El conjunto de charcas se encuentra situado dentro del término municipal de Villaviciosa de Córdoba y próximo al campamento militar de Cerro Muriano, en la finca Hacienda Vera. Geográficamente se sitúa en el margen derecho del río Guadanuño en su parte alta. Originalmente, la zona debió ser una llanura de inundación del río Guadanuño en su confluencia con los arroyos Arriero y los Papelillos, formando prados húmedos mediterráneos. Posteriormente fue explotada por la empresa Unisur S.A. como cantera a cielo descubierto de áridos para construcción y las balsas fueron utilizadas para el lavado de mineral. En los años 80 estas explotaciones fueron abandonadas y, desde entonces, las charcas han recuperado la vegetación natural y, en gran medida, su funcionalidad ecológica original, con la riqueza de biodiversidad que aún conservan.

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