Hito en la ciencia: un estudio pionero de Córdoba detecta el mayor número de casos de hepatitis de las ratas en humanos
En septiembre del 2018, la Universidad de Hong Kong descubrió un caso de hepatitis E de ratas en un hombre. Hasta ese momento se desconocía que esta enfermerdad podía transmitirse de ratas a humanos. Desde entonces se descubieron en todo el mundo 23 casos de este tipo. Sin embargo, el investigador malagueño Antonio Rivero Juárez y todo su equipo del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic) han descubierto 40 casos de de hepatitis E de ratas en humanos solo en España. Este hecho supone todo un hito en la ciencia, ya que se trata del mayor número de casos hallados hasta el momento.
Rivero lleva 14 años trabajando en el Imibic y siempre ha pertenecido al grupo de Virología Clínica y Zoonosis de dicho instituto, del que es el investigador principal. Además, pertenece al Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Infeccionsas (Ciberinfec) y en 2017 obtuvo el I Premio al Investigador Joven concedido por el Grupo de Estudio del Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Precisamente ha sido en el último congreso de esta sociedad científica, celebrado en Barcelona, donde Rivero ha presentado estos hallazgos.
Los virus zoonóticos son los que se transmiten de los animales a las personas y el grupo que lidera Rivero lleva años con el foco puesto en la hepatitis E “al tratarse de un problema importante de salud pública a nivel europeo”, explica. Antes de llegar a este hito científico, este científico se remonta a 2022, cuando el grupo realizó el primer estudio de este tipo en España. “En aquel momento analizamos a pacientes con hepatitis aguda de origen desconocido, logrando identificar tres casos de casos de hepatitis de las ratas en pacientes de Sevilla, Córdoba y Pamplona”. Este descubrimiento les abrió una línea de investigacion nueva que ha dado como primer fruto el hallazgo de 40 casos de esta enfermedad en humanos en España gracias a que el equipo ha identificado el algoritmo de diagnóstico molecular del virus.
Y, ¿cómo se ha conseguido esa identificación? Gracias a estudios previos hechos en ratas en los que han colaborado muchos ayuntamientos de España; administraciones que, a través de los programas de desratización, donaron más de mil roedores al Imibic para conocer la prevalencia de esta enfermedad. De ratas procedentes de toda España, el grupo confirmó que el 30% de estos animales portaban el virus.
¿Cómo se transmite esta enfermedad? La principal vía de transmisión son las heces y la orina de las ratas, “que pueden acabar contaminando la superficie y los alimentos”, apunta Rivero, que señala que fue Alemania el primer país que identificó el virus de la rata en Europa, en 2010, aunque en aquel momento se pensó que no podía transmitirse a humanos. El investigador apunta que es un “muy díficil” establecer vías de transmisión cuando se trata de enfermedades que pasan de animales a humanos. De hecho, en los 23 casos detectados anteriormente en Europa, “solo en uno de ellos, el paciente fue consciente de haber estado en contacto con ratas”.
Siendo esto así, los investigadores del instituto cordobés plantearon otra posible vía de transmisión: el cerdo. Para rebatir o confirmar esta hipótesis, el grupo llevó a cabo un estudio piloto en granjas de la provincia de Córdoba. De los más de 500 cerdos analizados, el virus fue identificado en un 5% de la muestra. “Esto quiere decir, entonces, que el cerdo puede ser susceptible de transmitir esta enfermedad, pero se trataría de una transmisión muy escasa”, reconoce Rivero, que confirma que está trabajando en un segundo estudio sobre esta posible vía de transmisión.
A su vez, los investigadores quieren descubrir otras manifestaciones clínicas de esta hepatitis en humanos que la haga más característica aún. “Queremos saber si esta enfermedad se puede asociar a otros signos o síntomas en pacientes inmunodeprimidos, por ejemplo. Queremos ver si cronifica en ellos y si se puede asociar a manifestaciones clínicas hepáticas. También tenemos una línea abierta para conocer qué impacto puede tener esta infección en pacientes oncológicos o neurológicos, por ejemplo”, destalla Rivero.
Otra pata de la investigación reside en hallar anticuperos que permita al grupo del Imibic hacer estudios epidemiológicos. “Se trata de un programa de investigación en el que hay involucrada mucha gente”. Solo en su grupo hay más de una decena de investigadores trabajando por responder a la multitud de preguntas a las que buscan respuesta, como si será posible conocer la incidencia real de esta enfermedad. Rivero duda. Pese a que todas las incógnitas hayan sido resueltas dentro de unos años, la hepatitis E se trata de una enfermedad “en la que la mayor parte de sus pacientes son asintomáticos o tienen una hepatitis E aguda y autolimitante. La gran mayoría no acude al servicio hospitalario. Los únicos casos que tenemos son los más graves”. Este hecho recuerda muchísimo al covid. “Así es”, apostilla el investigador. “La biología es así. Solo podemos trabajar con los casos que necesitan atención sanitaria. Como mínimo, la intervención de la atención primaria”. Los estudios serológicos son los que salvarían la dificultad que, sin querer, ponen los asintomáticos. “Con el estudio serológico podemos llegar a culquier persona. Se pueden hacer estudios poblacionales y así ver cuál es la prevalencia. Después, a lo largo del tiempo, se puede comprobar si los negativos se han acabado contagiando”.
Con todo esto, el grupo se postuló para una abeca de la SEIMC, que finalmente le ha otorgado 30.000 euros para financiar la implicación de diferentes hospitales de dentro y de fuera de Europa en este proyecto. En definitiva, los centros médicos mandarán al Imibic, dos veces al año, muestras de pacientes con hepatitis E de origen desconocido y los investigadores las usarán para ver la secuencia vírica, hacer análisis y ver si hay o no parecidos con los casos españoles. Los científicos del Imibic prevén que en el próximo congreso de la sociedad científica, que se celebrará el próximo mes de abril en Viena, puedan presentar los resultados preliminares de este proyecto.
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