Cómic
Un cómic social o el poder del trabajo en los barrios más pobres
Ana Isabel Martínez trabaja desde hace 23 años en proyectos sociales en barrios de Córdoba con necesidades especiales por sus índices de pobreza. Maestra de formación y educadora social de oficio, durante todo este tiempo también ha desarrollado una de sus pasiones: el dibujo. Y ahora, ha unido ambas facetas de su vida, para publicar Lache, un compendio de las tiras que ha dibujado en distintas etapas de su trayectoria profesional. ¿El resultado? AnaSabe -su nombre artístico- acaba de publicar un cómic social que utiliza la ilustración para plasmar y poner en valor la labor de ayuda en los barrios más pobres, con sus menores y sus familias.
Formada con un grado superior de Ilustración en la Escuela de Artes Mateo Inurria de la capital cordobesa, AnaSabe cuenta a Cordópolis que, durante su trayectoria profesional, había dibujado “muchas tiras gráficas, como descarga del trabajo, para hacer un poco de humor y sobrellevarlo. Me ayudaba a hacer la digestión de lo que nos ocurría, siempre de manera cómplice con mis compañeros”, dentro de la Asociación para la Defensa Social de Adolescentes (Adsam) en Córdoba.
El dibujo le servía para separar su vida personal de su yo profesional, donde día tras día trabajaba en barrios como Las Palmeras, Las Moreras y el distrito Sur de Córdoba en proyectos de apoyo escolar para menores, planes contra el absentismo escolar, en prevención de drogodependencias, programas de regularización de viviendas con ocupantes ilegales o distintos proyectos socioeducativos y de ocio y tiempo libre. En el foco de su trabajo, niños y adolescentes, sobre todo, pero también sus familias, para apoyar la labor con los menores.
Y todo ello está reflejado en Lache. El barrio de Las Palmeras es el escenario que protagoniza este cómic, con la realidad vivida allí por Ana Isabel, convertida en ilustraciones con texto por AnaSabe. Para ello se ayuda de personas reales, convertidos en personajes de las tiras, donde cobran especial relevancia dos nombres propios.
Los objetivos cumplidos del trabajo social
Jesús Campos Reyes fue uno de esos niños de los programas sociales en Las Palmeras. De niño, abandonó el colegio, pero luego “nos pidió ayuda -a los monitores y educadores sociales como Ana Isabel- para volver a estudiar. Se sacó el graduado escolar. De ahí paso a ser integrador social y de ahí se matriculó en la Universidad”, relata. Hoy, aquel niño que abandonó el colegio, estudia Educación Social. “Jesús encarna los objetivos a largo plazo de nuestro trabajo social. A través de él, soy consciente del valor del trabajo que se ha hecho en su barrio”.
Y junto a Jesús, el cómic retrata también la figura de Paqui Reyes, su madre, una mujer que ha seguido “una lucha incansable para que sus hijos estudiasen”. Paqui es, de alguna manera, “el hilo conductor del cómic, empieza con ella y acaba con ella”, dice la autora sobre una persona cuyos valores hablan de la fuerza para salir adelante cuando la pobreza y las particularidades de su barrio lo ponen todo en contra.
“Quise ponerla como ejemplo. Porque cuando hablamos de un barrio y lo caracterizamos como colectivo, no vemos al individuo. Ella es una persona luchadora, da lecciones de vida. Una mujer, gitana, de un barrio muy deprimido, con la carga además de una enfermedad mental”.
Casi 130 páginas y tres etapas en el cómic
La perspectiva social, cobra vida con todo ello en las casi 130 páginas del cómic. Dividido en tres partes, cuenta en la primera de ellas la ‘Metamorfosis’ “la recopilación de anécdotas con mi trabajo inicial con Adsam; en la segunda parte, ‘Las patricias’, el protagonista es un proyecto de regularización de viviendas de protección oficial con ocupaciones ilegales; y en ‘Parásitos’, la tercera parte, hay lugar para hacer una denuncia pública sobre el sistema y la administración cuando no cuida, no ve, a las personas que trabajan y viven en barrios marginados.
De esa manera, las primeras tiras gráficas que dibujó para plasmar su trabajo y digerir algunas situaciones crudas, se completan con textos y se convierten en un cómic. “Incluso en un tebeo en la segunda y tercera parte”, dice la autora.
Y, ahora, ve ya en la calle el fruto de haberse animado a publicar lo que hasta ahora formaba parte solo de su pasión personal por el dibujo. “Había imaginado alguna vez poder publicar algo, pero no había imaginado mezclar estos dos mundos. Al final, ha sido una evolución natural”.
Cuenta Ana Isabel Martínez que siente en esta su ópera prima un alto grado de “satisfacción”. Satisfacción por publicar y también porque este trabajo le ha permitido reconciliarse con su trabajo pese a la parte más cruda del mismo. Y, sobre todo, “ha ayudado a ver los resultados del trabajo social”.
Lache acaba de ser publicado por Crash Cómic y se ha presentado la pasada semana en las Jornadas de Cómic Social de la Escuela de Arte Dionisio Ortiz de Córdoba.
0