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Una cacería abate más de 400 ciervos y jabalíes de una finca en una sola jornada

Alfonso Alba

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Unos 70 cazadores acudieron el pasado fin de semana a una batida en la finca Los Posteruelos, en Villaviciosa de Córdoba, a una jornada en la que se llegaron a abatir 447 piezas, según consta en las imágenes a las que ha accedido este periódico. La batida dispone de todos los permisos y es habitual en la zona. En enero de 2019 se produjo otra muy similar. Entonces, se abatieron un total de 413 piezas. La finca perteneció a la constructora Prasa. Fuentes cercanas a la compañía señalan que ahora estaría en poder del BBVA tras una ejecución hipotecaria. Actualmente, la finca está a la venta en el portal inmobiliario Haya.es.

La finca Los Posteruelos es uno de los grandes cotos de caza de la provincia de Córdoba. Al lugar solía acudir todos los inviernos el político asturiano Francisco Álvarez Cascos. También ha sido un coto común del expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa, que se suicidó hace cinco años en una finca cercana (que también poseía Prasa). El paraje tiene 3.200 hectáreas principalmente en Villaviciosa, aunque también en Villanueva del Rey y Espiel. El coto de caza está cercado, algo que ha provocado la indignación de los colectivos ambientalistas, especialmente Ecologistas en Acción.

De hecho, desde Ecologistas en Acción sostienen que “no nos cansaremos de repetir que la aparición de las cercas de gestión en los cotos de caza mayor marcaron un antes y un después en la gestión de un territorio que abarca cientos de miles de hectáreas, sólo en Andalucía. Lo ocurrido este pasado fin de semana en la finca Los Posteruelos (Villaviciosa de Córdoba), es, el día a día, de la mayoría de las fincas cercadas en Sierra Morena”, han denunciado, en un comunicado remitido a este periódico. 

“En condiciones normales, sería imposible matar a 300 ejemplares, entre ciervos y jabalíes, en una sola jornada de caza en una finca abierta, salvo que se cebe previamente lo que se pretende cazar. ¿Dónde es posible este tipo de orgías de sangre y muerte? Solo en las fincas cercadas en todo su perímetro, donde la única defensa de las especies de caza mayor, la huida, está absolutamente mermada y condicionada por una barrera de alambre. Se trata de fincas, de propiedad privada, gestionadas desde un enfoque productivista, donde la cerca cinegética es la infraestructura indispensable que permite este tipo de gestión, más propio de una actividad ganadera que de un aprovechamiento de un recurso natural renovable”, señalan.

La batida del pasado sábado reunió a 73 escopetas. Se calcula que el precio por cazador fue cercano a los 1.000 euros, según fuentes próximas a la cacería. De media, cada cazador abatió unas seis piezas, aproximadamente. La mayor parte de ellos eran ciervos y jabalíes, pero también había muflones.

El efecto barrera provocado por las cercas de gestión es lo que permite a los propietarios aumentar artificialmente las densidades de ungulados silvestres, favoreciendo las denominadas “bolsas cinegéticas”, exponen desde Ecologistas en Acción, que sostienen que “la existencia de un cercado de gestión en una finca de caza mayor, facilita el control en posibles introducciones ilegales de especies cinegéticas”. 

Por otro parte, esta asociación ambientalista denuncia que este tipo de jornadas cinegéticas en la que se matan cientos de animales enlatados, delata “el escaso y deficiente control técnico, en esta caso, por parte de la Delegación Territorial de Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía”. 

Para Ecologistas en Acción, “una vez más, la actividad cinegética se ha mostrado en sí misma como una actividad insostenible que no es capaz de garantizar a través de un aprovechamiento ordenado y responsable, la conservación y buen estado de las especies silvestres que son objeto de aprovechamiento, contribuyendo a llevar a varias de ellas a situaciones críticas, como por ejemplo, la perdiz roja (Alectoris rufa)”.

Por último, desde esta organización consideran conveniente recordar “los numerosos impactos negativos que provocan las cercas cinegéticas en el medio natural, como la fragmentación de los espacios naturales condicionando la movilidad y el uso del territorio a numerosas especies de fauna silvestre, incluida la protegida. También supone un impacto sobre la vegetación, en el momento de la construcción, y, más tarde, como consecuencia de la excesiva presión sobre la vegetación debido a la alta densidades que se suelen alcanzar en las fincas cercadas. Y por último, destacar las frecuentes colisiones con las servidumbres de paso establecidas y reconocidas por la normativa vigente. Numerosos de cauces y caminos públicos siguen cortados por cientos de kilómetros de cercas cinegéticas que han convertido a territorios tan extensos como Sierra Morena en un auténtico enjambre de obstáculos, en el imperio del alambre”, concluyen.

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