La botánica o el arte para conocer un cementerio de otra manera
Son las 18:30 del día previo a Todos los Santos y, con el cambio de horario, la noche empieza a asomarse al cementerio de La Salud de Córdoba. Mientras muchos se disfrazan en la ciudad para las fiestas de Halloween, una veintena de personas se arremolina en el camposanto ante un horizonte de mausoleos, esculturas, cruces, enormes cipreses y algunas palmeras.
Es una de las visitas guiadas que en estas fechas se realizan en los camposantos de Córdoba y que, en esta ocasión, muestra cómo conocer un cementerio desde otros puntos de vista, desde la historia al arte que encierra, pero también la botánica, los colores o los olores. “Se trata de verlo con otros ojos”.
De la historia de los enterramientos, la guía de la visita -la antropóloga e historiadora del arte Montse Alcántara- hace un recorrido rápido por la Córdoba romana, la musulmana y la cristiana, sus formas de despedirse de los fallecidos, incinerarlos o enterrarlos. Y de cómo a principios del siglo XIX comienzan a gestarse cementerios como el de La Salud, que tomará su singular nombre de la ermita anexa dedicada a esta virgen.
En esa historia y en los “cientos de personas interesantes” que fueron enterradas en este camposanto se centra parte de la visita guiada, tocando algunos de los nombres más conocidos del ámbito social, militar, artístico, intelectual y de la tauromaquia. Ahí están las tumbas de Manolete, Guerrita o Lagartijo, pasando por José Cruz Conde o acabando en personas fallecidas hace pocos años como la escritora María Encarnación Barbudo Torres, personajes que despiertan el interés del público y que muestra un cementerio con otra perspectiva.
Pero especial interés despierta todo lo que acompaña a los enterramientos: mausoleos que mostraban el poder económico de cada familia con mármol de Carrara y símbolos de ese poder como las garras de un león sosteniendo una tumba; mausoleos del más puro estilo clásico a algunos singulares de decoración neoegipcia. Esculturas de animales, enormes cruces y mausoleos coronados con ornamentación escultórica dibujan un horizonte para dar a conocer a los vivos quiénes eran los muertos que allí yacen.
Cipreses, palmeras y especies exóticas
Y sobre todo ello, enormes cipreses dan cuenta de la antigüedad del cementerio, testigos de la historia y de quienes han ido pasando a formar parte del camposanto. Junto a estos típicos árboles que acompañan históricamente a la muerte, también se levantan algunas palmeras, ejemplares distintivos de los cementerios mediterráneos, explica la historiadora.
Y, abundando en la botánica del camposanto, repara en especies exóticas como una sephora traída específicamente para el mausoleo de una marquesa. Además, en estas fechas, el cementerio cobra especial colorido con las plantas y flores que llevan quienes adornan las tumbas de sus seres queridos.
Plantas y flores que colorean un paisaje donde, históricamente, el color blanco del mármol y el verde de esas especies vegetales han sido los predominantes. Hasta que en el siglo XX, se introdujera el mármol negro en muchas de las lápidas de finales de ese siglo. Colores que describen un camposanto y también los olores. “No puede haber olores estridentes”, explica la experta.
Mientras la noche cae en el cementerio, el sonido de algún cárabo que habita en los cipreses también se suma a la visita guiada. Y bajo ellos se dibujan las siluetas de ángeles, santos y cristos, una iconología e iconografía singular que llama la atención del visitante y que son los testigos mudos, esculpidos en piedra, de la vida que habita el camposanto.
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