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Cuando un amigo se va

Juan Carlos Gisbert, propietario de la Funeraria de Mascotas San Francisco de Asís.

Paco Merino

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A Juan Carlos Gisbert le ocurrió un episodio por el que pasan miles de familias. La muerte de una mascota no es un acontecimiento fácil de asimilar. Los vínculos emocionales que se pueden construir entre una persona y su compañero -peludo, alado o de sangre fría, que de todo hay- pueden ser muy profundos. Este cordobés, cuya trayectoria profesional ha estado ligada al mundo de los animales, recurrió al servicio de recogida municipal. Aún recuerda aquellos momentos: “Me pareció un pago muy pobre. No lo pudimos despedir dignamente”. Fue entonces cuando detectó el vacío legal que existe en nuestro país sobre este tema y encontró, rastreando por internet, que existían empresas que ofrecían servicios funerarios para animales en países como Alemania, Holanda o Bélgica. Y así fundó, en 2013, la funeraria San Francisco de Asís, la primera especializada en animales que surgió en España.

Gisbert ofrece servicios de incineración, urnas y ataúdes de distintos tamaños, recogida inmediata de la mascota fallecida... “Igual que si fuese un ser humano”, asegura el impulsor de un negocio pionero que, al principio, tuvo que luchar contra “la desconfianza” ante un servicio “al que no estamos acostumbrados por el efecto de nuestra cultura con respecto a los animales” y, principalmente, por la proliferación de acciones “que son manifiestamente ilegales” como el enterramiento de las mascotas “en jardines o parcelas”. No faltan quienes arrojan directamente al animal fallecido al campo. No le hagas a ellos lo que no te gustaría que te hicieran a ti, dice el lema de la empresa.

Lejos de considerarlo una excentricidad, hay una tendencia creciente en el número de personas que reclaman y agradecen un digno final para sus animales de compañía. Teniendo en cuenta que en España hay alrededor de 22 millones de mascotas, no es extraño que florezca un negocio destinado a ofrecer un servicio de calidad y personalizado cuando los animales fallecen. En Estados Unidos existen multitud de pet funeral services, establecimientos que ofertan todo un portfolio de merchandising y servicios tan exclusivos como, por ejemplo, la fabricación joyas que contienen el ADN de la mascota.

La funeraria de animales San Francisco de Asís cuenta con dos modalidades de servicio de incineración: la colectiva, sin recuperación de las cenizas, y la individual, con entrega de las cenizas en una urna. “Tenemos unas buenas tarifas, no es en absoluto un servicio caro”, indica Gisbert, quien se muestra crítico con la falta de colaboración que encuentra a menudo desde las veterinarias, si bien percibe que los usos están cambiando y en los últimos años se detecta una mejor sintonía. Principalmente, porque los ciudadanos ya conocen que pueden acceder directamente a unos servicios que son pioneros en nuestro país. “En Córdoba somos los únicos y, en su momento, fuimos los primeros de España en ofrecer este servicio”, apunta con orgullo Gisbert. Su empresa recoge a los animales, tanto en clínicas como en los domicilios particulares, y también ofrecen la posibilidad de utilizar las cenizas para hacer joyas u otros objetos y recordatorios.

Sin un censo de mascotas oficial, Juan Carlos Gisbert asegura que “aunque la idea general es que la mayoría son perros”, existe una enorme variedad de animales de compañía. “A los perros los vemos por la calle, pero también hay muchísimos gatos y, sobre todo, conejos. También cobayas, diversos reptiles, aves... Y muchísimas familias tienen varias mascotas”, subraya el empresario, quien asegura que la clave está “en el amor que se siente por los animales” y en la “calidad de vida que les ofrecemos”, algo en lo que algunos países “están a años luz, para mejor, del nuestro”. “Nos llevan cuarenta años de adelanto en los métodos de adopción y en la cuestión de despedir dignamente a los que han sido tus compañeros, como miembros de la familia, también están a otro nivel. Tienen otra sensibilidad”, dice.

Placas identificativas, colgantes, flores de cerámica hechas de las propias cenizas del animal, urnas con la huella grabada... Hay quien quiere mantener siempre cerca el recuerdo de su mascota. Gisbert recuerda el caso de un cliente que pidió servicios funerarios para una tarántula. “Se llevaron sus cenizas en una urna”, indica un empresario que resalta como sello distintivo de sus clientes “el que son personas que han tenido a su mascota como un miembro más de la familia”. ¿Y la opción de un cementerio de animales? En otros países es común que existan espacios propios o parcelas dentro de cementerios convencionales. En España existe solo uno en toda la Comunidad de Madrid y alguno más en Cataluña. “Aquí hemos intentado alguna conversación, pero no ha pasado de eso”, admite Gisbert.

Más allá de motivos sentimentales, la incineración o el entierro de las mascotas debe entenderse como una cuestión de salud pública, recogida en la normativa vigente tanto española como europea. Las directrices contemplan la cremación como la mejor opción ya que elimina un problema higiénico y sanitario, evitando posibles focos de infección. Esta opción es mucho más acertada que la costumbre que tienen muchos amos de enterrar por su cuenta y en cualquier lugar el cadáver de su mascota, poniendo en peligro el medio ambiente.

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