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La Mezquita de Córdoba, en el foco del debate mundial tras la reconversión de Santa Sofía en Estambul

Interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Hace algo más de diez años, cuando el diluvio se desataba sobre el sur de la Península y el Guadalquivir estaba a punto de inundar miles de parcelas, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, visitaba la Mezquita Catedral de Córdoba acompañado de su esposa, con hiyab, y del portavoz del Cabildo, Fernando Cruz Conde. Erdogan visitaba Córdoba como gesto de apoyo al proyecto que impulsaba en las Naciones Unidas junto a José Luis Rodríguez Zapatero de la Alianza de Civilizaciones.

Entonces, Erdogan apostaba por convertir a la Mezquita de Córdoba en un museo como el de la catedral de Santa Sofía en Estambul. La Mezquita y Santa Sofía compartían un pasado en común: los dos monumentos habían sido mezquita y catedral, catedral y mezquita. Pero nunca las dos cosas a la vez. Santa Sofía había sido incluso más cosas: catedral ortodoxa, catedral católica, ortodoxa de nuevo, mezquita y desde los años 30 del siglo XX solo museo por orden de Ataturk, considerado el padre de Turquía e inspirador de un laicismo que esta semana ha saltado por los aires.

Ahora, diez años después, Erdogan ha cambiado totalmente de opinión. Tanto que su gobierno se ha apoyado en lo que ocurre en la Mezquita de Córdoba para hacer lo que parecía impensable: que Santa Sofía volviese a ser una mezquita, algo que hace años solo pedía una minoría. En mitad de una crisis económica, el gesto de Erdogan, esta última pirueta, parece interpretarse como un intento de congraciarse con una gran parte de la opinión pública turca que está en contra del laicismo. Y ha llegado en un momento en el que nuevamente el debate ha regresado a la Mezquita de Córdoba.

¿Cómo? En primer lugar, los legisladores turcos se han defendido ante la Unesco, que ha criticado duramente la decisión, alegando que la Mezquita de Córdoba acoge culto católico. Aunque hay enormes diferencias entre ambos monumentos. En primer lugar, en la Mezquita Catedral de Córdoba lleva habiendo culto desde que se construyó de manera ininterrumpida. Y en segundo lugar, el culto actual es compatible con la interpretación de todo el monumento. Al contrario, en Santa Sofía se tienen que tapar los mosaicos bizantinos para que la oración se pueda desarrollar según todos los preceptos.

El segundo son unas palabras sacadas de contexto del jeque Sultán bin Muhammad Al-Qasimi, dirigente de Sharjah, uno de los estados de los Emiratos Árabes Unidos. Qasimi ha asegurado que es partidario de recuperar el culto islámico en la Mezquita de Córdoba. No se refería a recuperar la Mezquita para los musulmanes, sino a compartir el culto, una vieja propuesta que ya planteó en su día Mansur Escudero y que no cuenta con apoyo alguno de la comunidad islámica en España.

Ahora mismo, el culto islámico en la Mezquita de Córdoba es imposible por varias motivos: el monumento es un enorme cementerio. En cada capilla hay un enterramiento, al igual que en la catedral o en algunos de los espacios más cercanos, por ejemplo, al Mihrab. Además, habría que tapar a diario la enorme iconografía que atesora el monumento. La comunidad islámica nacional siempre rechazó el culto compartido por estos motivos y su petición siempre fue más de cara a la galería que otra cosa.

Pero la reconversión de Santa Sofía ha vuelto a colocar a Córdoba en el debate internacional. En Turquía, las formaciones laicas lamentan que se está atentando contra el espíritu en el que se fundó el país, un conglomerado de culturas y religiones en la que ahora hay una que se impone sobre todas las demás. La Unesco sopesa sancionar a Turquía por su decisión. Y mientras tanto miles de turcos acudieron este viernes a orar a Santa Sofía, como no hicieron ni sus padres ni sus abuelos. Quizás sus bisabuelos.

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