Investigadores de la UCO estudian la gestión sostenible de los bosques como aliada contra el cambio climático
El profesor del Departamento de Ingeniería Forestal de la Universidad de Córdoba (UCO) Rafael María Navarro, junto con el Grupo de Investigación Evaluación y restauración de sistemas agrícolas y forestales de la propia UCO, estudia cómo la gestión sostenible de los bosques puede ser una aliada en la lucha contra el cambio climático, respecto a cómo la selvicultura aumenta la capacidad de secuestro de carbono de las repoblaciones forestales.
Según ha informado la UCO, los efectos del cambio climático, que inciden cada vez más en las rutinas de la ciudadanía y en la sostenibilidad del planeta, se derivan, básicamente, de un desequilibrio en el ciclo del carbono.
Es por eso que gran parte de la comunidad investigadora ha puesto el punto de mira sobre el 'poder secuestrador' de carbono de las masas forestales, que absorben el carbono presente en la atmósfera y lo incorporan, mediante la fotosíntesis, a su estructura o lo fijan, a través de sus raíces, al suelo, convirtiéndose así en sumideros de carbono.
Una gestión sostenible de los bosques aumentaría, por tanto, su papel mitigador del cambio climático y, en esta línea, el profesor Navarro y el citado grupo de investigación de la UCO estudia el efecto que la selvicultura de las repoblaciones forestales tiene en la capacidad de secuestro de carbono.
Así, dentro del proyecto Life Forest CO2, este grupo de investigación se centra en las repoblaciones de pino carrasco (Pinus halepensis) y de pino negral (Pinus pinaster) en la zona oriental de Andalucía y en Murcia, para conocer qué tipo de estrategias selvícolas optimizan la capacidad de secuestro global de C en estos sistemas forestales.
En este tipo de estudios se analiza la biomasa retenida, tanto en la parte aérea (copa y tronco), como en las raíces del arbolado. Sin embargo, en este caso, desde la UCO se incorpora también el monitoreo de la capacidad de secuestro de carbono en el suelo, que muchas veces sobrepasa la capacidad de secuestro de la parte aérea. De esta manera, se obtiene un escenario global de toda la captación posible de carbono por parte del sistema forestal.
Las altas densidades de estas masas han provocado que el crecimiento se estanque, debido a la competencia entre árboles por el acceso a los recursos (agua, luz y nutrientes) y, por tanto, su poder secuestrador también permanece estancado y, si no se realiza ninguna actuación, el escenario es alarmante: o bien los bosques dejan de secuestrar carbono o bien pueden perderse debido a plagas o incendios.
Para solventar esta situación de estancamiento se propone incluir dos tipos de estrategias selvícolas que regulen la espesura de la masa: programas de claras (regulación de la espesura) o los métodos de ordenación específicos de las repoblaciones.
Tras medir las tasas de carbono presentes en las masas después de aplicar estas estrategias, el grupo de investigación ha comprobado que a mayor intensidad de clara, mayor tasa de secuestro de carbono debido a la reactivación del proceso de crecimiento.
De este modo, tras la clara, los árboles incrementan su crecimiento, absorbiendo más carbono como consecuencia de la mejora en las condiciones de crecimiento, por el aumento del tamaño de las copas y de la masa foliar, incrementando las toneladas de carbono por hectárea. El incremento de luz que incide en el suelo derivado de la reducción de la espesura, además, favorece la mineralización de la materia orgánica, estimula la actividad biológica e incrementa su incorporación al suelo.
Además de las ventajas medioambientales, este proyecto pone de manifiesto cómo puede beneficiar económicamente a las empresas que deben compensar las emisiones de carbono que realizan. Ahora, más allá de pagar tasas por esas emisiones, podrán apostar por este tipo de tratamientos como manera de equilibrar su actividad emisora e intercambiar bonos de carbono.
Gracias a la demostración de cómo la selvicultura aumenta la capacidad de secuestro de los bosques, tanto administraciones públicas, como empresas privadas, contarán con estrategias para regular el carbono vertido a la atmósfera y tener herramientas contra el cambio climático.
Los beneficios ecosistémicos derivados de esta actividad revierten en toda la sociedad: aumenta la biodiversidad, se reduce el riesgo de incendios, mejora el régimen hidrológico de las cuencas y estimula el empleo en el sector primario, produciendo fijación de personas en el territorio. En definitiva, se pone de manifiesto el poder de los bosques para mejorar la calidad de vida de la población.
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