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El cuartel de Sagunto despide 25 años de labor social

Un voluntario cierra la puerta de Sagunto.

Alejandra Luque

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Cruz Roja comienza su actividad en el barrio de Noreña, un cambio provocado por el aumento de las necesidades de la sociedad y por las condiciones en las que se encontraba la sede de Lepanto

Cruz Roja dice adiós a Sagunto. Se cumplen 25 años desde que la organización humanitaria llegara al barrio de Lepanto, “desmilitarizara” el antiguo cuartel y le diera una nueva vida. Se convertía, así, en el refugio social de las personas más desfavorecidas de la Córdoba de entonces. Ahora, Cruz Roja traslada su labor al barrio de Noreña.

Tras su estancia en el hospital Cruz Roja, en el Paseo de la Victoria, la organización decidió trasladarse a finales de los 90 a lo que se conocía como “el cuartel de El Marrubial”. “En aquel momento, era muy importante desvincular el hospital de Cruz Roja con la organización en sí, por eso nos trasladamos a Sagunto”, explica el director de comunicación de la entidad, José Luis Hitos.

“En esta época, Cruz Roja fue perdiendo esa vocación eminentemente asistencial que tenía tanto en hospitales o puestos de socorro y emergencia, y fue adoptando una vocación más social”, cuenta Hitos. “Aquellas instalaciones”, recuerda, “sí reunían las condiciones necesarias para dar respuesta tanto a las necesidades de la sociedad como de Cruz Roja”.

Y es que, en los años 90, ya eran miles de personas las que acudían a la organización buscando ayuda. Tal y como explica Hitos, “las primeras personas a las que atendió Cruz Roja fueron personas mayores. Pero a ellas se les fue sumando aquéllas en situación de gran vulnerabilidad, como inmigrantes, mujeres víctimas de violencia de género o personas desempleadas”. Así, su estancia en Sagunto permitió a la organización ayudar también a drogodependientes y a menores cuya custodia no estaba en mano de sus progenitores. Además, las principales zonas de actuación eran entornos marginales y empobrecidos.

Aunque con pocas salas y con unas infraestructuras de las que la organización no podía hacerse cargo –era una cesión del Ayuntamiento de Córdoba-, Cruz Roja hizo de Lepanto, su barrio. Alejada del casco histórico de la ciudad, se trasladó a una zona que permitió un contacto más directo con la ciudadanía.

Sin embargo, la estructura del cuartel empezó a perjudicar a la organización a principios de 2000. Hitos señala que “en Sagunto, no podíamos atender a las personas como se merecen, tanto por razones de salubridad, luminosidad e, incluso, privacidad”. El director de comunicación recuerda cómo “las personas que venían a pedir ayuda tenían que citarse en una sala donde había más gente trabajando”. “La persona que llegaba a Cruz Roja lo hacía con vergüenza. Y si a eso le sumamos que su situación la tenía que hacer pública delante de más gente, no eran condiciones para poder atenderla”, comenta Hitos.

Pero las malas condiciones de la sede de Lepanto no repercutían sólo en las personas que iban a pedir ayuda, sino en los trabajadores de la entidad y en los propios voluntarios, que veían mermada y condicionada su actividad. Tal era la situación que, en muchas ocasiones, Cruz Roja tenía que “pedir prestado” el Centro Cívico de Lepanto para algunas actividades y las ruedas de prensa se daban en edificios anexos. En 2010, por ejemplo, la organización tuvo que alguilar un local cercano a las instalaciones de Sagunto como consecuencia de las lluvias, que provocaron la anegación de una zona del cuartel.

Pero ahora, todo es distinto, y así lo afirma Hitos: “De la Cruz Roja que empezó en Sagunto a la actual, hay un abismo”. La sociedad y sus necesidades han hecho que la organización se reinvente continuamente. Por ello, el cambio de ubicación. “Desde comienzos de 2000 ya se hablaba de una nueva sede. Y no porque el edificio de Sagunto fuera antiguo, que también, sino porque ya se nos había quedado pequeño”, explica Hitos.

Ahora, Cruz Roja no atiende únicamente a personas en barrios marginados. “Con la llegada de la crisis, a la organización acuden personas que antes no tenían ninguna problemática, pero que pierden su empleo y las prestaciones sociales y no saben cómo hacer frente a los pagos”, explica Hitos. De esta manera, y si en 1990 se atendían anualmente a 10.000 personas, la organización cerró el año 2014 con 110.000 cordobeses atendidos. Este crecimiento también se ha visto reflejado en el número de socios actuales (14.000) y voluntarios, que han pasado de ser 379 en los años 90, a 3.700 en 2014.

Cruz Roja arranca una nueva vida en Noreña. Pero con el objetivo intacto. La fachada ha cambiado, pero no el espíritu social. Y aunque la zona se aleje de la concepción de barrio popular, “toda la ciudadanía debe saber que seguimos aquí para todo lo que necesite. Éste sólo ha sido un cambio para dar mejores servicios. Pero nosotros seguimos siendo los mismos”.

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