Duermete niño, duermete ya...en TU CAMA¡
Cuando los rayos de luz se apoderan de la mañana, mis párpados perezosos se reencuentran una vez más con mi tierna Criatura, que ya ha dejado de soñar dormida para soñar despierta. Esa primera imagen del día, llena de complicidad, es mágica: sólo mis ojos, sus ojos y un par de centímetros de distancia. Tras unos instantes de silencio y quietud: sonreímos, nos besamos, nos acariciamos...y cargamos de significado la palabra AMOR.
Es curioso cómo a pesar de pasar unas noches infernales (más de 500), la reacción de una, cada mañana, sea tan flower power. Yo…que tenía un despertar malhumorado y no podía verbalizar hasta el segundo café, ahora me despierto cantando Las Mañanitas del Rey David. Debe ser algo hormonal, eso o el padre corresponsable está cargándome el café de antidepresivos.
Ya saben que los primeros meses te pasas las noches más recorriendo pasillo que calentando cama, pero, cuando esa primera fase horribilis pasa, llega otra, más o menos igual de desesperante, caracterizada por el COLECHO INVOLUNTARIO. Si..., hay personas que consideran que dormir con la descendencia es ideal para su desarrollo emocional y afectivo, y que eso les provee de seguridad, autoestima…. pues bien, supongo que algo de razón tendrán, pero lo que para la criatura resultan bondades para una servidora se convierte en: lumbalgias, contracturas musculares, jaquecas, tirones de pelo, patadas, puñetazos e incluso en una ocasión me dejó un ojo sin visión más de 24 horas por introducirme en él, cariñosamente, su dedito índice. Porque tu bebé no se conforma con compartir cama, lo que quiere es apropiarse de TU LADO de la cama. Da igual donde te ubiques, allí está él pegadito a tu cuerpo; que te lo despegas y lo echas en ese medio metro que queda vacío, ahí que se va desplazando lentamente hasta que su cabeza encuentra cobijo en tu sobaco; que es verano, no le importa, su cuerpo y el tuyo se derriten al unísono y puede que o bien acabe incrustado como un molesto golondrino, o bien empezarán a brotar champiñones por tu epidermis por el exceso de humedad.
Cuando lo acostamos en su cuna, adormilado, se salta la barandilla cual almonteño salta la valla en busca de la Blanca Paloma, se salta al padre corresponsable y tras salvar estos dos obstáculos llega hasta mí, que me encuentro en el lado más alejado de la cama (no por casualidad), y como un ave rapaz nocturna me atrapa haciéndome su presa. ¡Su papá está mucho más blandito¡, ¿qué le he hecho yo a esta criatura?. Cría cuervos...
Se preguntarán qué hace el padre corresponsable durmiendo junto a la cunita, ocupando ese lugar privilegiado y tradicionalmente destinado a las buenas madres. Pues esa misma pregunta me la hago yo al contrario, ¿Por qué las madres, den el pecho o no, tienen que ocupar ese lugar ?. Yo así lo hice los primeros días, pero como mu´mala madre que soy, salí huyendo del insomnio perpetuo que allí se fraguaba, absolutamente ingenua desconocía que no podría huir tan fácilmente de las noches en vela. Ahí no hay quien duerma, al principio porque te obsesionas con la respiración del retoño, y después cuando empieza a chapurrear, porque empieza con el recital nocturno pidiendo agua, el pi (chupete), el ñoño (el osito de dormir),...una y otra vez a lo largo de la noche. Cedí mi puesto a su progenitor que es menos obsesivo y logra conciliar el sueño con mayor rapidez que una servidora.
Que la criatura duerma pegada a tu cuerpo, puede ser bonito un rato y en invierno, pero toda la noche ¡no¡. Pero la cosa empeora cuando el precoz okupa decide que la axila es poca cosa, y se apropia de tu cuerpo entero. Ahora no duerme junto a ti, sino SOBRE TÍ. Eso es el no va más. En los primeros meses son unos cinco o seis kilitos, que no es mucho para lo que te viene encima (nunca mejor dicho). Ya vamos por trece . Prueben a pasar una noche con una bombona de butano vacía (de las naranjas) encima verán como no es tan fácil despertarse con el superfragilístico de Mary Poppins.
El Consejo de Sabias, por supuesto, te dice que la CULPA es TUYA por malcriarlo. ¿Mi culpa?, JA¡. Una noche les dejaba yo a estas a mi criatura a ver si la metían en su cama o un barco rumbo a una isla del Pacífico.
Con esa fiesta nocturna, como comprenderán, conciliar el sueño es altamente improbable, aunque, no dejas de soñar, por supuesto despierta, mientras le coges la manita, en ese momento en el que la criatura duerma en una cama nido en la habitación de al lado.¿Colecho?, no…¡coleches¡.
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