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El silencio

Alfonso Alba

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Cada español lleva dentro un seleccionador de fútbol. Y ahora un epidemiólogo, un gestor de crisis sanitarias y un experto en coronavirus. Por eso sorprende que lo que parece camino de convertirse en una pandemia mundial y en la mayor crisis sanitaria en España desde la del aceite de colza mantenga en silencio a los políticos, tan dados a meterse en charcos.

Podría darse el caso de que le tienen miedo a la hemeroteca, a equivocarse y quedar retratados cuando el coronavirus avance de una manera u otra, se extienda o se contenga. Nadie tiene claro qué va a pasar y parece que todos tienen miedo de meter la pata. O de repente, la clase política española acaba de darse un golpe en la cabeza y se ha convertido en responsable. No lo tengo claro.

Lo que pase a partir de ahora con el coronavirus y su gestión va a protagonizar, sin duda, la política del futuro. Si no pasa nada, el Gobierno y las comunidades autónomas sacarán pecho y todo el mundo dirá que el sistema sanitario público español es envidiable, algo que es verdad. Pero si la cosa se desmadra, si de repente la epidemia se convierte en incontenible y tenemos que resolverla a lo chino (confinamientos en viviendas, militares en las calles, ciudades aisladas, fábricas paradas) va a haber dolor. Mucho dolor, que decía José Luis Moreno en Torrente.

Y entonces se desatará la madre de todas las batallas políticas. No lo duden. No habrá tregua.

No lo sé porque ni soy médico ni epidemiólogo, pero compañeros periodistas que llevan siguiendo la crisis del coronavirus desde el primer día, como el cordobés Pablo M. Díez para ABC, lleva advirtiendo semanas de que estamos cometiendo los mismos errores que China al principio. Y avisa que lo mejor es tomarse unos días, quedarse en casa y extremar las precauciones. Por si acaso, pero sobre todo por que está observando en España una película que ya ha visto.

A finales de esta semana, el número de contagios y muertos de repente se ha disparado. En el 90% de los casos, los contagios han sido importados por pacientes que han viajado a otros países. Pero en el 10% se desconoce el origen. Y parece que va a ser difícil de contener a un virus que tarda unos 15 días en incubar.

Sin pecar de alarmista, más vale prevenir que curar. Y más vale que nos digan a todos lo antes posible si de verdad nos tenemos que preparar a lo chino o no. La Semana Santa (y los miles de empleos que genera) está a la vuelta de la esquina.

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