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Julio A. Parrado

Alfonso Alba

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El 7 de abril hará una década que un misil iraquí acabó con la vida de Julio A. Parrado. Murió siendo lo que yo quería ser: un periodista de trinchera, valiente y comprometido.

Hace una década yo tenía 22 años. Trabajaba en Diario Córdoba (el primer periódico en el que lo hizo Julio A. Parrado). Lo hacía sin contrato. Cobraba poco y aprendía mucho. Allí me enseñaron a escribir, a poner un buen titular y a buscarme la vida para encontrar un tema. Allí conocí a los amigos de Julio. Recuerdo especialmente dos momentos: el primero, el día en que Rafa Viguera nos llamó a gritos para enseñarnos la foto que acababa de entrar por el teletipo. Era Julio A. Parrado y Mercedes Gallego ya dentro de Irak. Se me ocurrió decir en voz alta que me cambiaba en ese momento por Julio. Viguera me miró y me dijo: estás loco. El segundo, el día en que mataron a Julio. Había escuchado en Tele5 mientras comía que había dos periodistas desaparecidos en Irak. Llegué al periódico, se lo dije a Ana Romero, embarazada y su amiga del alma, que palideció. Me quedé sin habla.

Coincidí con Julio un par de veces en una de esas gigantescas quedadas de periodistas. Apenas hablé a solas con él diez minutos. Creo que lo agobié a preguntas sobre su vida en Nueva York.

Cuando Julio murió trabajaba para El Mundo. No lo hacía en las mejores condiciones. Se fue a Irak sin saber muy bien cuál sería su futuro en el periódico cuando volviera. Todo apuntaba a que perdería su plaza en Nueva York, donde hizo un soberbio trabajo el 11 de septiembre de 2001. Regresaría a la redacción, a Madrid. Desde luego, no lo haría ni con unas condiciones ni con un sueldo digno de su calidad.

Hace una década denunciábamos las precarias condiciones laborales en las que trabajábamos los periodistas. Muchos carecíamos de contrato y los que lo tenían cobraban mucho menos de lo que se merecían. Por no hablar de que nunca, nunca, nunca trabajábamos las ocho horas diarias pertinentes.

Hoy, una década después, todo ha ido a peor. A mucho peor. Decíamos ayer en la presentación del premio internacional de periodismo Julio A. Parrado que sólo en Córdoba calculamos que se ha perdido un 50% del empleo en el sector de la prensa de Córdoba y provincia. Hoy, muchos de los que se han quedado sin trabajo darían un riñón por trabajar en las condiciones precarias en que lo hacíamos en 2003. Los que conservan su trabajo cobran lo mismo o bastante menos que hace diez años. Y sí, echan más horas y tienen más responsabilidad que entonces. Somos el sector más castigado por esto que empezó llamándose crisis y que hay que empezar a considerarlo como la Gran Recesión. Ni en el sector de la construcción se ha perdido tanto empleo.

Julio, ¿esto ha sido una década perdida?

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