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La globalización ha muerto

TONI BLANCO

Alfonso Alba

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El 11S transformó a Estados Unidos y cambió los aeropuertos. Pero esta cuarentena masiva, esta pandemia, nos va a cambiar a todos. Y para siempre.

Para empezar, cuando esto acabe, que acabará, cuando volvamos a salir a la calle será complicado programar un vuelo. Primero, Europa nos tendrá que levantar a los españoles la cuarentena. Tendrá que comprobar que estamos limpios, que ningún español va a generar en su país un nuevo foco catastrófico.

Después, tendremos que comprobar que el país al que vamos y los tránsitos que hagamos también están limpios. No será fácil. Aventuro cuarentenas de semanas antes de poder salir libremente a la calle de, por ejemplo, Pekín, como está ocurriendo ahora mismo.

La globalización, tal y como la hemos conocido, ha muerto. Y con ella muchos de sus problemas y, lamentablemente, bastantes de sus ventajas. El turismo se masificó. Pero se universalizó. Cualquier podía ir casi a cualquier sitio. Eso gentrificó nuestras ciudades, pero nos ayudó a conocer mundo. Es un ejemplo. Y países vinculados exclusivamente al turismo sufrirán muchos más que aquellos con fábricas y con tecnología.

Pero la globalización no ha muerto del todo. Si algo está demostrando esta crisis sanitaria es que precisamente gracias a la tecnología todo es más fácil. El mundo no ha frenado en seco porque sigue existiendo el teletrabajo (este periódico no podría ser leído en una cuarentena estilo peste bubónica). El confinamiento se sobrelleva gracias a las videollamadas, a los memes, a la híperconexión, que hasta nos agobia.

El mundo ya ha cambiado. Probablemente se acelerarán los cambios tecnológicos. La robotización, el teletrabajo, el fin del dinero físico, vayan a más. Tendremos más difícil viajar. Tendremos más complicado fabricar en el extranjero. Algunas fábricas volverán. Otras se habrán ido definitivamente. Y habrá países que de esta saldrán más fuertes y otros extremadamente debilitados. Hay que empezar a pensar ya cómo salimos de esta. Por que lo que viene no va a ser bonito.

Es la guerra de nuestra generación.

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