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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

El agua

Pantano de Iznájar

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Vivimos un tiempo en el que los adjetivos se quedan cortos. El uso del histórico para definir un episodio se hace habitual y pierde fuerza y valor. Pero no por ello el calor que está soportando la Península, y especialmente Córdoba, durante este fin de semana deja de ser histórico por una razón: nunca ha habido tantos días con temperaturas tan altas seguidos.

Además, cuando el verano pase, llegará otra histórica sequía. Quizás no sea como la de los años noventa, en la que había menos infraestructuras, menos tecnología y menos preparación. Pero igualmente será dramática. La falta de lluvia en varias primaveras seguidas y un verano extremo de calor están dejando las reservas de agua tiritando. Pero lo más importante: el tremendo aumento de la superficie de regadío, el mal uso del agua y el abuso en otras ocasiones está provocando que un bien que es finito se esté acabando antes de lo que pensamos.

Por primera vez hemos visto cómo se ha secado el Bejarano. La Fuente del Elefante es un secarral y los Baños de Popea están llenos de aguas residuales. Benamejí ha comenzado a restringir el agua, Lucena ha empezado a tomar medidas y hubo días en los que Fuente Tójar cortó el suministro. Todo eso está ocurriendo antes de que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir apruebe el decreto de sequía, algo que ocurrirá, probablemente, en septiembre.

Pero es que mientras, en la vecina comarca de la Axarquía en Málaga hay pueblos que se han quedado literalmente sin agua. Los municipios están a escasos kilómetros del mayor pantano de Andalucía, Iznájar, pero no hay tuberías directas. Por eso, beben de sus acuíferos, que se han secado. Y ahora los agricultores cordobeses rechazan compartir su agua con los sedientos malagueños. Insisten en que lo primero es regar.

Los grandes efectos del cambio climático, los que de verdad van a provocar tensiones, no son los incendios. Serán el acceso al agua. En Oriente Medio, Israel no ha dudado en iniciar guerras con tal de controlar los Altos del Golán. Aquí, a pequeña escala, ya vemos lo que pasa cuando hay un embalse que compartir: antes riego mis olivos que ceder agua para que beba la gente. Dónde va a parar.

En estas situaciones extremas es donde vamos a ver la verdadera solidaridad. Y la responsabilidad. ¿O acaso pensábamos que regando por encima de nuestras posibilidades, construyendo piscinas en secarrales o abriendo pozos donde nunca los hubo no íbamos a acabar con el agua, un bien escaso y finito?

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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