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Objetismo

Redacción Cordópolis

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Estaba claro. Tan claro como que la culpa de la crisis la tuvo el ladrillo. La culpa del desastre medioambiental del Prestige, la tuvo él, el Prestige.

No debemos relajarnos, han cogido carrerilla aplicando la táctica objetista, según la cual la responsabilidad de los mayores desastres que afectan a nuestro entorno, no es de las personas, si no de los objetos que se ven involucrados en ellas. Unas veces vía sentencia judicial y otras vía rueda de prensa, no se coloca en el estrado a “alguien”, un gestor, técnico o político que no haya sabido gestionar o incluso haya incurrido en irregularidades, si no a “algo”, con la intención de desviar la atención hacia un objeto inanimado, indefenso (por que no le hace falta) y notoriamente implicado en los hechos.

Junto con el ladrillo y el Prestige nos encontramos también a “las preferentes”, culpables ellas y no quienes las colocaron, de tragarse los ahorros de cientos de familias. Y lo que todavía hemos de leer estupefactos...

Aquí en nuestro ruedo, tenemos ejemplos de “objetismo” notorios. Koolhaas, que es claramente un objeto de deseo, que fue nominado culpable de no llevarse a cabo el Centro de Congresos, en lugar de los políticos/as que no supieron gestionar el asunto adecuadamente. O el río, que mayor culpable que el río de las inundaciones que cada año nos ocupan, no los parcelistas que construyeron en zona inundable, ni quienes lo toleraron, ni quienes fuimos incapaces de reconducir la situación o de gritar lo suficientemente alto en su momento para frenar la ocupación de nuestro territorio. No. El culpable es el río.

¿Quien será el próximo objeto culpable?

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