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La desvalorización

El alcalde de Córdoba, José María Bellido, en una visita a la cementera Cosmos | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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Hace un año y medio, el alcalde y el presidente de Urbanismo se plantaron en la cementera Cosmos y avisaron a los fotógrafos. Querían la foto y la tuvieron. Recuerdo que aquel vodevil me pareció tan sobreactuado que me tomé unos segundos para sospechar, algo que, no se crean, no es tan común como parece en esta ciudad. Y rebuscando en el archivo temas sobre Cosmos, ¡voilá!.

Resulta que Fuentes y Bellido estaban ese día -30 de julio de 2019- vendiéndoles a los trabajadores de Cosmos como algo nuevo -diría que casi definitivo para sus intereses- una noticia que la prensa local había publicado el 5 de febrero de 2018.

Asistíamos en directo a uno de esos trucos en los que el mago juega con el deseo del público. Y coló. Debió colar porque la Cosmos ha estado prácticamente desaparecida del debate público durante meses. Hasta el pasado martes, cuando se hizo público que el Gobierno de Fuentes y Bellido no va a permitir incinerar residuos a la cementera, argumentando prácticamente los mismos motivos que había dado años antes Pedro García para ello. La diferencia es que García lo hizo entre ruido de manifestaciones, pitos, pancartas, plenos paralizados, insultos y desplantes.

Claro que los tiempos han cambiado. Una decisión que en 2018 parecía el fin de la industria en Córdoba, hoy se vende sencillamente el cumplimiento de la ley. Y es verdad que el silencio es sorprendente. Pero es que estamos en mitad una pandemia que ha puesto boca abajo la ciudad e igual los problemas para los trabajadores de la Cosmos, como ocurre en cada casa de esta ciudad, son distintos a los que eran hace un año y medio.

Más allá del contexto, creo que lo que Pedro García se merece es que un oponente salga y diga: “Nos hemos equivocado, Pedro tenía razón”. Lo merece Pedro y lo merecen los trabajadores de la cementera, rehenes de un conflicto que ahora sabemos que lleva años resuelto a nivel práctico -la cementera no puede valorizar sin licencia-, pero que era tan rentable a nivel político como para rescatar titulares de 2018, envolverlos en papel de celofán y venderlos como un regalo nuevo un año y medio después.

A menudo estoy en desacuerdo con las formas de Pedro García. Eso sí, nunca me he posicionado entre mis compañeros que tienden a mostrarse ofendidísimos cuando el concejal y exteniente de Alcalde carga contra la prensa. Me parece igual de democrática mi crítica hacia el político, que la crítica del político hacia los medios de comunicación. Aunque creo, eso sí, que es una estrategia con poco recorrido. Y que a menudo obvia que él también se sirvió de la prensa para sus fines cuando estaba en el poder.

En cualquier caso, espero sinceramente que los mensajes que a García no le van a llegar en público, le lleguen por privado. Se los merece. Creo que hizo política de una forma digna con este asunto, aunque eso significara encontrarse con la incomprensión de muchos y con el ataque organizado de otros.

Públicamente, dudo mucho que reciba la palmada. Vivimos momentos en los que es facilísimo ser revolucionario. Basta con expresar desconocimiento sobre un tema o decir que el oponente lleva razón. Es así de sencillo. Lo que ocurre es que cualquier jefe de protocolo o de comunicación dirá que no merece la pena. Que no es rentable políticamente.

Y es posible que no lo sea. Lo revolucionario nunca es rentable políticamente.

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