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Magia

Es posible que no exista mejor truco que el de la resurrección. Parece sencillo, pero es cosa de importancia y hay que saber hacerlo.

Desde un punto de vista meramente teórico, solamente se necesitan espectadores susceptibles, impresionables, maleables. Público, al fin. Y un buen escenario, claro.

Nunca viene mal algún escéptico. Se llame Tomás o se llame Wallace. Es el mejor de los creyentes porque, de inicio, dice que no cree. Luego, creerá; y provocará el pasmo en el resto de los espectadores. Si éste cree, cómo no vamos a creer, se preguntarán. Ah... la magia del espectáculo...

Harry Houdini se pasó la vida resucitando (pasarse la vida resucitando es, en sí mismo, un coñazo y -diría- un contradiós); lo mismo se soltaba de unas esposas en el fondo de un estanque que se liberaba de unas cadenas sumergido en un río o enterrado en una mina.

Houdini murió de una especie de peritonitis cuando unos estudiantes aceptaron el reto de golpearle la barriga hasta reventarle el apéndice y otras cosas que debemos tener por ahí por el abdomen.

Yo creo que Houdini murió feliz. Por vacilón. Esa vez no resucitó.

Sin embargo; hoy resucita una vez más Jesús. Porque se lo debe a su público. Sí; está más encasillado que Michael Landon y no puede abandonar su personaje. Ésa, y no otra, es su verdadera condena: vivir. Vivir puteado (añado).

Jesús no es un buen mago -aunque lo intenta constantemente-. Houdini sí: se liberó definitivamente de las cadenas.

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