-Vaya días que llevamos, Tut…
-Los llevarás tú, Gonzalito, que te han cortado el rollo ese de estar en la Macarena. Eso te pica a ti, a tu familia y a esa pandilla de nostálgicos que todavía te jalea a ti y a los tuyos.
-Ya quisiera haber sido como tú y durar centurias en mi tumba.
-Sí, hombre. A ver si ahora vamos a ser todos iguales. Yo estuve reposando centurias hasta que el tal Howard Carter, patrocinado, me despertó con un cincel, un martillo y una lámpara de carburo. Hace ahora cien años.
-Pues a mí me han molestado bastante, de madrugada, en mitad del sueño, con una radial...
-… y de las pesadillas que no han abandonado a los descendientes de los que ordenaste exterminar.
-Aquello fue que “hace 80 años nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, se pelearon”, como bien ha explicado el presidente de la derechita cobarde de este país al que no reconozco.
-Ah, sí. Lo he escuchado. Las momias, ya sabes, también escuchamos la radio. Ese mingafría de Núñez Feijóo parecía estar hablando de una partida de dominó que se fue de las manos entre jubilados del centro de día… Por cierto, Gonzalo, tú eras muy bueno en la radio…
-¡Un puto crack en Radio Sevilla era yo! ¡Menudas soflamas lanzaba! A mi lado, Jiménez Losantos es el bambi de las ondas.
-Oye: la Macarena esa ¿es como vuestra Nefertiti o algo así?
-No exactamente. Aquí tuvimos una Faraona, se llamaba Lola, pero era de Jerez. Lo que sí tenemos es un Faraón, de Camas, que era torero.
-¿Torero?
-Sí; un matador de toros, vestido un poco a vuestro estilo, al que no le gustaba matar toros. Un poco como ese entrenador de fútbol argentino al que, curiosamente, no le gusta el fútbol.
-Qué extraña ha sido siempre España.
-Pues anda que tu Egipto…
-Cómo vas a comparar. Anda y vete con tus muertos.
-Y tú con los tuyos.
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