ENTREVISTA
Cristina Cantero: “Unir fuerzas para sacar al baloncesto femenino es algo muy importante”
La cotización del entrenador de baloncesto español está realmente a la orden del día. En crecimiento. El excelente trabajo que se realiza en la práctica totalidad del país a nivel de formación en el deporte de la canasta se ha comprobado, ya desde hace años, con los magníficos resultados cosechados por las selecciones españolas de categorías inferiores. No es extraño ver a los combinados nacionales subirse a podios europeos y mundiales verano tras verano. Un sinfín de éxitos que, incluso, han hecho perder la perspectiva y, en cierto modo, infravalorar la dificultad de alcanzarlos. Un ejemplo más de esa enorme ristra de técnicos de primerísimo nivel lo encontramos en Cristina Cantero (Cabra, 1978), la cual se proclamó hace escasas semanas subcampeona del mundo dirigiendo a la selección española U17 femenina. Un logro mayúsculo, pues, como ella misma dice, fueron “los campeones de los mortales”, teniendo en cuenta que Estados Unidos se encuentra seguramente a un nivel aún inalcanzable para el resto del planeta. Al menos en formación.
Sea como sea, la plata mundial ya brilla en su palmarés, uno que está muy vinculado con la ciudad de Vigo. En efecto, pues puede decirse que Cantero es egabrense de nacimiento y gallega de adopción, ya que acumula más de 20 años trabajando para el Celta, primero como jugadora y desde la 2015-16 como entrenadora del primer equipo vigués. Asimismo, en dicha ciudad ha forjado su vida de presente y futuro. Una familia, en todos los sentidos de la palabra. Jugadora con historial de élite que, ahora desde los banquillos, busca devolver a la máxima categoría al club de su vida.
Así, de vacaciones en su pueblo natal, Cantero acepta pasar un rato de conversación de CORDÓPOLIS. Mucho baloncesto. Éxitos, fracasos, pero siempre sin perder la sonrisa.
PREGUNTA. Vamos a empezar por lo más reciente. Subcampeona del mundo U17, ¿exitazo brutal no?
RESPUESTA. Sí, bueno, las selecciones nacionales tienen una trayectoria de muchísimo éxito. Tú, cuando coges una selección dices: bueno, vamos a ver por donde va a ir esto. Y bueno, es un grupo que viene de sufrir pandemia, es su primera experiencia gorda, por llamarlo de alguna forma, porque antes han competido en el Challenger, que lo jugamos el año pasado y llevaba yo el grupo, y era un Europeo Challenger, como un Europeo partido en tres y conseguimos ganarlo, pero no sabes realmente el nivel del grupo. Y de repente te encuentras en un Mundial.
Y bueno, objetivos, pues ya veríamos. Primero el día a día. Y de repente, el equipo, aunque va sufriendo en el camino, pero va compitiendo muy bien y nos damos cuenta desde el primer día que ganamos a Canadá que podemos competir muy bien. Y entonces, una vez que ganas cuartos, eso es como decir: vale (suspira).
Yo lo he hablado mucho con mi marido, con Carlos (Colinas), en casa, y cuartos pasarlo es gloria, no pasarlo es fracaso (risas). Entonces, yo creo que me había puesto ese objetivo. Cuartos, es decir, llegar a semis y una vez que estoy en semis, pues ya tengo dos balas para conseguir una medalla y lo otro pues ya está.
P. Un poco un punto de alivio.
R. Sí, de hecho yo creo que me quité presión una vez que pasé. El de cuartos lo celebré un montón. Y luego es verdad que cuando ya ganas semis dices: buah, es que ya tengo la medalla. Es que ya somos los campeones de los mortales como decimos nosotros, porque es verdad que Estados Unidos está a un nivel ahora mismo un poco inalcanzable para nosotros. Entonces, cuartos y semis las viví a nivel emocional de subidón total, de vaya pasada. Luego, en cambio, la final la viví muy tranquila, pero vaya, muy contenta por todo, por como ha sido el Mundial, por el grupo humano. Al final es como cualquier trabajo. Estas 40 días y si no te llevas bien con tus compañeros, el día a día se hace un infierno. Entonces, un buen grupo, lo he pasado bien, lo he ido llevando todo bien, porque si no llevas bien la distancia con tus hijos... esas cosas. Creo que ha sido una experiencia brutal.
P. Da la sensación, no sé si a ti también te pasa, que hemos entrado en una vorágine de éxitos en el baloncesto español, tanto absoluto como en formación, que al final pierdes la perspectiva y quizá no se le da el valor que merece a las medallas.
R. Hablaba hace poquito con los entrenadores, ahora que empieza la U18 y le decíamos: sin presión, pero hay que conseguir medalla, pero sin presión (risas). Y nos reíamos, por esto mismo. Ya hay que conseguirla sí o sí, porque como todos los demás la tienen, pues tú no puedes ser menos.
Yo creo que el baloncesto en general, en formación, en España se trabaja muy bien. Y lo comentaba hace poco en alguna entrevista también, ese punto de valor del entrenador español. A nivel europeo, por lo menos en femenino, y bueno, en masculino está visto también: Xavi Pascual, Pedro Martínez, Pablo Laso, mil entrenadores. Pero es que en formación hay buenísimos. Y cada año hay 200 o 250 entrenadores que hacen el curso superior. Que si te vas por todos los recovecos, la gente quiere y quiere avanzar. Entonces, al final, la gente está bien entrenada.
Entonces, cuanto a ti te llegan en verano, tú lo que haces es modelarlas un poquito, hacerlas un grupo, que funcionen como un equipo, pero al final la calidad ya viene hecha de sus clubes.
Estados Unidos está a un nivel ahora mismo un poco inalcanzable para nosotros
P. ¿Es imposible ganar a Estados Unidos a día de hoy?
R. El problema ahora mismo no es a nivel técnico, no es táctico, no creo que estén tácticamente por encima nuestra. Es un tema de desarrollo físico. Es que nos pasan por encima. Nosotros podemos llegar a tener tres jugadoras de ese desarrollo, pero es que ellos tienen doce. Entonces, claro, vale que van cambiando, más exteriores, más interiores, más rápidas, pero es que una alero que tenían se agarra del aro. Nosotros ahora mismo ese desarrollo no lo conseguimos en nuestras niñas, que tienen otras cosas. Pero bueno, necesitaríamos un poquito más, porque por lo menos en U17 nos ganan por un tema físico. Nos reboteaban y nos pasaban por encima o nos presionaban a toda pista y ese punto de arrollarte físicamente es muy complicado para nosotros. Creo que ahí nos falta un punto que ellos es verdad que su batería de licencias, que ellos no lo contabilizan así, pero es verdad que sus high school mueven tanto que todavía mueven mucho más que nosotros.
Y eso en España, en un país que el femenino todavía tenemos muchas más licencias que el masculino, o que el fútbol femenino por ejemplo. Y eso que el fútbol está pegando fuerte. Pero bueno, ahí Estados Unidos nos arrolla.
P. ¿Notas respeto hacia España?
R. Sí, sí, y de hecho en el Torneo de Salamanca también competimos muy bien, se nos fueron en el último cuarto. Nos felicitó ya varias veces la entrenadora. Yo creo que ese respeto sí lo tienen. Lo mismo que pasó con los Júnior de Oro, con la selección nacional en los Juegos. Estados Unidos, ese respeto, porque España es jugona, porque tiene una chispa jugando. Francia, siendo ese equipo, por ejemplo, físicamente más parecido a Estados Unidos, les cuesta un poquito más jugar contra ellas porque les falta quizá ese punto de picardía que tiene España.
P. Luego volveremos a tocar un poco más el tema de la selección, pero vamos a irnos ahora a tus inicios, que si no me equivoco están muy vinculados al sitio en el que nos encontramos ahora mismo (Colegio San José de Cabra).
R. Sí, yo tenía muy claro que quería hacer algo de deporte. Mis hermanos hacían deporte a todas horas y yo me enganchaba a ellos. Entonces, me ofrecieron empezar aquí en las escuelas de Cabra. Empecé, pero no había apenas nada, yo entrenaba con los chicos. Pero bueno, aquí me fui enganchando, me empezó a llamar la selección cordobesa y eso hace que quieras un poquito más. Empezaron a aparecer algunas chicas, eran mayores que yo, en ese equipo jugaba más o menos. Llegué a jugar en una especie de liga cordobesa, tampoco me acuerdo muy bien, es que era muy pequeña. Yo era la más pequeña. Sería con 8 o 9 años.
Entrenar en Córdoba no me lo planteo ni como sí ni como no
Entonces, empecé a ir a la selección andaluza, que es un poco lo que más me engancha y me llaman de Granada, me fichan pero yo vivía en Cabra y me iba los fines de semana a Granada. Yo entrenaba aquí con los chicos y no me fui a Granada hasta los 14 años, en lo que cambié a BUP.
P. Te fichan en infantil.
R. Eso es, hago los dos años de infantil yendo y viniendo.
P. ¿Te pesaron esos años?
R. A ver, se hacía pesado, lo que pasa que después del primer año, si no recuerdo mal, jugamos el Campeonato de España en Bilbao. Me acuerdo que volvía y yo estaba cascada. De hecho, tuve luego selección española y renuncié a ir. Venía también de un campus de la Andaluza, era estar otra vez fuera de casa y le dije a mi madre: mira, llevo un mes y pico fuera de casa, yo… Y me intentaron convencer para irme a vivir a Granada. Y les dije que yo acababa lo que es EGB aquí y luego me iba.
Pero bueno, yo ahí ya tenía muchísima personalidad. La toma de decisión no iba por mis padres (risas). Lo razonaba obviamente y mis padres daban el visto bueno a todo, pero yo lo tenía clarísimo. Y la facilidad para irme a vivir allí es que tenía tan claro que quería hacer INEF que dijo mi madre: bueno, que se vaya a Granada y luego por lo menos ya estudia allí.
P. Te marchas en cadete. ¿Cómo afrontas esa salida siendo tan pequeña? Imagino que no era tan habitual irte a otra ciudad por deporte.
R. No, yo creo que salvo el centro del Siglo XXI que la gente salía, yo creo que por aquí por Andalucía no se escuchaba nada. Y nos pilló en un momento familiar malo, porque murió en un accidente mi tío, entonces yo tenía que irme, y mi madre estaba un poco en shock. De hecho, me matriculan en Cabra y en Granada, en los dos sitios. Y yo me quería ir, pero mi madre no…
P. No lo veía claro.
R. No, estaba tan en shock, que ni sí ni no. Al final te encuentras con una situación complicada a nivel familiar y empecé el curso tarde allí. Pero bueno, allí fui con una familia de una compañera de equipo y si no recuerdo mal, compartíamos beca, mitad me pagaba el club y mitad mis padres. Y así fue. La verdad que no me arrepiento de nada. Todo fueron facilidades. Me encontré un entorno muy cómodo para mí, poder ir a clase, entrenar. Al final, Rafa Montes, que en Granada es una institución a nivel de baloncesto, sabía lo que era bueno para mí y fueron años muy buenos.
Nunca me pesó hacer las maletas
P. En Granada llegas a jugar en Primera B en la Universidad de Granada, aunque el salto profesional lo das en Linares.
R. Sí, juego fase de ascenso en Granada, que era Primera B y Liga Femenina, ahí no había nada en medio. Y bueno, era júnior, jugábamos el Campeonato de España, me llamó la selección española en júnior, empiezan a seguirme y la verdad que yo ahí me encuentro jugando muy bien y me llega la oportunidad de Linares, que es verdad que antes llegó un tramo que jugamos una especie de liga universitaria porque Primera B desaparece. Pero había muchas jugadoras, que luego han llegado a Liga Femenina y a la selección nacional, gente de Cádiz, que acabamos jugando esa liga, pero bueno, fue una liga buena, que juegas y tal y ya aparece lo de Linares, que es un punto.
Nosotros lo recordamos porque mi padre, cuando fuimos a negociar el contrato, negoció muy poquito, y mi hermana, que acudía con él a la reunión, decía: te ha faltado pagar para que la niña juegue (risas). Y entonces siempre lo recordamos con esa anécdota, porque decía mi padre: yo que sé. Entonces hicimos un contrato que fue un desastre (risas). Pero fue un año muy bueno para mí por todo, por conocer cómo era la liga, porque iban a fichar a una base extranjera y al final no la ficharon, por tanto, me dio para acertar, equivocarme, tuve muchos minutos. Hice un año muy bueno. De hecho, después del año de Linares me llaman para la selección y entro en la preselección de los Juegos del Mediterráneo. Creo que fue un año increíble.
P. De ahí afrontas tu primera etapa en Galicia, en Vilagarcía de Arousa y Cortegada, y luego pasas por Zaragoza. ¿No te pesó nunca hacer las maletas no?
R. No, eso lo llevaba bien. De hecho, cuando salgo de Linares y Linares no puede continuar por problemas económicos, tengo una oferta del Canoe y la de Vilagarcía. Económicamente eran muy parecidas, quizá un poquito mejor la de Vilagarcía, y decido irme allí, y me decía mi padre: ¿pero dónde vas? Y yo digo: yo que sé, creo que voy a estar bien allí. Y en cambio, en Madrid estaba mi hermano ya. Y no, en ese aspecto no me pesó para nada.
Y luego, bueno, creo que me fui haciendo un hueco en la liga. No como jugadora top, porque nunca me he considerado una jugadora top, siempre dije que era jugadora de clase media. Pero que se hacía importante en sus equipos, sumaba, siempre he ido consiguiendo un minutaje bueno en mis equipos y disfrutando. Zaragoza era un equipo que jugó semifinales de liga, un equipo top con jugadoras que han sido de lo mejorcito tanto de España y de primer nivel. Ahí jugué un poquito menos pero también me sirvió para saber como son las buenas y convivir también con ellas. Luego lo he ido viviendo también en Celta con otras jugadoras y muy bien.
P. Y ya en 2002 vuelves a Galicia, ahora sí a Vigo, un lugar que iba a suponer un punto de inflexión clave en ti, tanto profesional como personalmente.
R. (Asiente) La verdad es que llego a Vigo del año de Zaragoza, que es difícil, porque juego menos, vengo más rebotada, fue un año muy duro. Y llego a Vigo con pocas expectativas a nivel de todo, y me va muy bien. Juego muy bien, disfruto muchísimo del año, me pilla una época un poquito más madura y empiezo a disfrutar mucho. Entonces, los años de Vigo son muy buenos hasta quizá el último, que bueno ya el entrenador quería otro rol para mí, yo no estaba convencida de asumir ese rol y empiezas a sufrir mentalmente. Y bueno, llega un momento que decido dejarlo pero por eso, físicamente no estaba mal, estaba tocada de la espalda, que yo siempre he sufrido de la espalda, pero lo dejo más por un tema mental de no estar de acuerdo con el rol que quieren darme, que a lo mejor ellos ya tienen una visión. Ahora con la edad lo veo diferente, pero ellos tienen ya una visión para mí que yo no estoy de acuerdo mentalmente.
Y bueno, a la vez yo ya estaba generando mi vida paralela. Ya estaba ejerciendo de preparadora física en el silla de ruedas, que me tiré ocho años trabajando, ya estaba entrenando a las niñas. Estaba metida ya en el cole. Entonces, creo que esa vida paralela me empujó a decidir pronto que quería dejar de jugar. Y luego tenía en la cabeza querer ser madre. Se mezcla todo un poco.
P. A día de hoy, los más jóvenes no sitúan al Celta en el primer foco de la élite, aunque su palmarés lo destaca como un club histórico, campeón de cinco ligas, cuatro Copas de la Reina. Venía de ganarlo todo. En el 2000 la liga y en 2001 su última Copa. Era un referente.
R. Sí, es verdad que cuando yo llego le pillo un poco el cambio económico y empieza a bajar un poco, pero es verdad que el Celta ha sido un referente nacional siempre. Y cuando ya entras al club ya ves la forma de hacer las cosas, cómo gestionan, cómo trata a todo el mundo el club, la afición que hay. Ya empiezas a ver que por atrás arrastra un montón. Entras a la oficina del club y hay copas, títulos. Y dices: buah, aquí jugó fulanita, aquí estuvo menganita ¡dios! Entonces, bueno, sí tiene ese peso que hasta que no llegas allí o conoces bien el baloncesto femenino, no lo entiendes mucho.
Dejé de jugar más por un tema mental de no estar de acuerdo con el rol que querían darme
P. El foco ganador en esos años pasa a Ros Casares o Barcelona, y es cierto que el Celta se vio afectado, como la mayoría de clubes, por los problemas económicos. Pero la lista de nombres con la que compartes vestuario en aquellos años es de altísimo nivel: Alba Torrens, Tamara Abalde, Cindy Lima, María Revuelto…
R. Noemí Jornada, Evanthia Maltsi, Leila De Souza. Jugadoras de primer nivel internacional las tuvimos en Celta. Hicimos semifinales de liga. Yo creo que fueron años muy buenos. Mis jugadoras de ahora no se acuerdan porque son muy jovencitas (risas), pero la verdad que llegó un momento en el que yo me sentí importante en un equipo que rendía mucho y rendía bien.
P. Y tu retirada llegó en 2007, creo.
R. Sí, la 2007 o la 2008, por ahí. Ya me lío.
P. Eso, y poco después ya te pones a entrenar. Una figura clave, si no me equivoco, en tu transición a los banquillos, aunque es cierto que ya habías entrenado previamente en categorías base, fue Miguel Méndez, actual seleccionador absoluto.
R. Sí, porque ya en los últimos años él sabía que me gustaba entrenar. Entonces, si te conoce y sabe cómo entiendes el baloncesto, sabe al que lo tiene en la cabeza y al que no. Entonces, ya me decía, de hecho, me metió en su colegio, que es donde echaba las pachangas, en Maristas, y empezamos a entrenar juntos a un equipo infantil de primer año. Ya verás que él no tenía mucho tiempo, pero bueno, allí empezamos y me metió en el cole, donde luego he llegado a estar coordinando el colegio y trabajando unos diez años. La verdad que gracias a él, ese punto de iniciarme en diferentes sitios en Vigo, que al final es un referente en todo en Vigo, pues…
P. Imagino que esa relación se mantiene ahora, siendo él seleccionador absoluto, tú en la U17. Entiendo que habrá mucha comunicación.
R. Sí, lo que pasa que el pobre para menos en Vigo. A él le gustaría parar un poco más. Pero bueno, ahora ha fichado en Italia y es verdad que con la selección fuimos un día a verlas entrenar, y bueno me dio para charlar un rato con él, preguntando cosas y siempre que puede se acerca por Navia. Cuando tiene un parón o algo viene a los partidos, además te deja preguntarle por todo, por cómo gestiona él a las jugadoras, qué hace tácticamente. La verdad es que él es una persona súper cercana, parece así más inalcanzable porque lo ves, pero cuando lo tienes cercano y eso es un sol.
P. No podemos obviar que otra persona importante en tu transición fue Carlos Colinas, tu actual pareja, un entrenador referente también.
R. Sí, con él he vivido muchas experiencias, en todo, porque bueno, lo ves dirigir. Por ejemplo, toda la parte de selección española, nosotros nos casamos en 2004 y no fuimos de viaje de novios porque tuvimos que ir a Turín, que él dirigía y allí que fuimos, y yo iba de espectadora. Entonces, vas viviendo todo el proceso de cómo gestiona, te va contando los problemas que van surgiendo, entonces, al final, aunque no sea directamente, indirectamente vas cogiendo experiencias. Y luego, de sus equipos, pues lo ves en el día a día, vas sufriendo con él. Nos tuvimos que ir a Brasil cuando cogió la selección. Al final vives lo que vive un entrenador. Qué le pasa por la cabeza, cuáles son sus sensaciones, los problemas de la directiva, de las jugadoras. Yo lo veía siempre ahí desde la percepción de la jugadora, y empiezas a sumar costitas. Porque luego te vas acordando. Esto pasó allí, y cómo lo gestionó. Todo eso suma.
¿Ahora hablamos de cosas? Sí, hablamos de bastantes cosas, pero es verdad que del día a día no se mete absolutamente en nada. Sí en la parte que le toca de jefe (es director ejecutivo del Celta), pero no en cómo gestiono, cómo entreno, solo, bueno, si hay alguna jugadora que nos da problemas, obviamente él da su opinión desde su parcela y yo desde la mía. Pero en eso es súper respetuoso. Si ve que yo tengo algún problema con algo pues obviamente trata de ayudarme, pero lo normal es que trate de mantener la distancia. Él en su papel de jefe, que lo ejerce bien y es súper respetado en el club, y yo en el mío.
El bronce en el Europeo U16 del 2019 me marcó un montón
P. Supongo que te lo habrán preguntado muchas veces, así que voy a tirar hacia otro lado, ¿qué es lo segundo de lo que más se habla en tu casa?
R. Bueno, tratamos de evitarlo, pero ya no solo por nosotros. Nosotros dos creo que lo llevamos muy bien. Cuando compartes tu profesión con tu pareja, ya no somos nosotros, sino que el problema es lo que te rodea. Entonces mucha gente lo puede entender o malinterpretar. En nuestro caso nuestros hijos, es decir, ellos pueden escuchar otras cosas o no pueden escuchar cosas de trabajo, que no les toca porque llegan y si te lo cuentan a cualquiera. Al final son niños. O que mis hijos están pensando ya más en entrenadores que en jugar. Yo les digo: no, primero jugar (risas) y lo otro ya llegará.
Entonces, los dos juegan y hay que tener cuidado en esas cosas. En ese aspecto yo creo que nosotros lo llevamos bien. Sabemos que es hablar de baloncesto superficial, que lo llamo yo, o hablar de baloncesto de verdad, de cuando una cosa es importante y tenemos que sentarnos y hay veces que me dice: no, hoy nos tenemos que sentar de trabajo. Y sabemos que es una cosa que apaña nuestro día a día de trabajo. Luego hablar de fulanito fichó en no sé donde o menganita firmó, para nosotros es un tema superficial, no le damos tampoco tanta importancia.
P. Precisamente tomaste su relevo en el primer equipo del Celta en la 2015-16.
R. Sí, es que, al final, la gente dice: es que lo coge porque Carlos es el director deportivo y tal y cual. Bueno, a mí no me afecta. Yo soy la persona que más años lleva en el club. Más que Carlos y más que el presidente. Yo llegué antes (risas). Me siento muy respetada por mis compañeros del día a día, del cuerpo técnico. Entonces, bueno, cuando lo coges, hay gente a la que le parece bien y gente a la que le parece mal, como todo en la vida. Entonces, cuando él me pregunta si estoy preparada para cogerlo, yo le digo que sí, que solo tenemos que solucionar un tema familiar. Al final, mi hija ahí tenía año y medio, y es un problema que mamá no esté equis días, pero fuimos capaces de solucionarlo y lo otro, bueno, cualquiera cuando coge el primer puesto, yo me sentía capacitada pero siempre por dentro tienes dudas de haber cómo voy a resolver los problemas.
Pero bueno, tienes que vivirlos para poder solucionarlos. Entonces, bueno, bien. Para mí en ese aspecto fue sencillo. Para el resto de gente no lo sé, pero ya te digo que familiarmente lo llevamos muy bien, porque ya te digo que él no tenía ni ganas de entrenar, y esa transición, él tenía ganas de dedicarse a lo siguiente, que es la gestión, y eso lo llevó muy bien.
P. Nos vamos a trasladar a la 2017-18. Fuente de San Luis, en Valencia. A un triple del ascenso, o al menos, de forzar la prórroga y quizá amargar la fiesta del favorito.
R. Yo creo que es el punto de inflexión para el club, incluso. El club había pasado malos momentos. Desde los años ahí de Carlos, que el club decide descender de categoría por problemas económicos o desaparecer, entonces, bueno, cogimos unos años donde prácticamente no fichamos a nadie, tiramos de la cantera y no tocamos nada similar hasta ahí.
Y bueno, llegamos a Valencia sin muchas expectativas y te plantas en la final y llegó un momento que yo dije: buah, que lo sacamos. Que lo sacamos. Pero esto al final es un cara o cruz y no sabes por donde va a caer, pero sí estuvo la sensación de estamos haciendo bien las cosas. Y el club va por el camino que queremos. La clave es que al año siguiente tendríamos que haber ascendido. Entonces, ahí nos mata, el equipo estaba perfecto para ascender. Era el equipo perfecto. Y era el año del ascenso. Pero las lesiones nos matan.
Yo trato de evitar que mis hijos piensen más en entrenar que en jugar
P. Fue el año del Campus Promete.
R. Sí, y las lesiones nos matan. Llegamos con tres jugadoras exteriores lesionadas, tenemos que fichar a Celia García corriendo. Nos matan. Sin las lesiones, sobre todo con la jugadora americana, era un equipón. De hecho, no ascendemos de milagro porque perdemos con Leganés y nos vamos por el otro lado del cuadro, pues porque jugábamos con seis en una fase de ascenso a cuatro partidos a full. El primero lo resuelves en la prórroga, pero el año del ascenso era ese. Ahora las cosas están complicadas para ascender por todo. Pero bueno, sí que se me queda ese gusanillo de poder haberlo hecho ahí.
P. Si seguimos hablando de nombres y de la importancia del Celta para el baloncesto femenino, tú hiciste debutar a Raquel Carrera, que además fue la MVP en esa fase de ascenso que mencionas.
R. Sí, bueno, ya no solo Raquel, de las actuales Araujo para mí es muy nuestra. A Araujo creo que la he entrenado cuatro años en formación. Se va cuajando como jugadora y es verdad que en Ferrol, el hecho de jugar en Liga Femenina, ella también sube. Y es verdad que de Raquel Carrera hemos vivido todo el proceso, los años clave de los 13-14 que nos llega, a los 18. Y la verdad que es un portento físico, es un portento de cabeza, sabe lo que quiere, está bien rodeada y yo creo que le queda muchísimo por mejorar y por hacer en todo. Con la selección, con Valencia Basket que la disfrutan ahora, pues obviamente a la larga va a ser su referencia si la respetan las lesiones, y yo creo que ella tiene todo el talento y es verdad que nosotros nos atrevimos a ponerla muy jovencita pero es que ella se lo gana. Se va buscando el sitio. Para qué vas a fichar a una extranjera si tienes aquí al bicho este (risas).
P. No sé si una parte de ti está ahora mismo en Valencia, con esa dupla que se ha formado con Alba (Torrens) y Raquel.
R. Bueno, entre Alba, Raquel, este año me han fichado a Laia Lamana, Itzi (Germán), que ha estado cuatro años con nosotros y está con ellas. Digo bueno, como sigan así van a acabar entrenando con la camiseta del Celta (risas). El ayudante mío en selección es el ayudante en Valencia Basket y entonces le vacilo un poco. Le digo claro, será que no tenéis dinero (risas).
P. Y ese verano del 2019 tienes ya una experiencia con España con el bronce U16.
R. Esa experiencia fue muy chula, porque el seleccionador, que es Bernat Canut, que este año va a entrenar en Girona y viene de La Seu, es más joven que yo pero el tío sabe muchísimo y sabe transmitir. Aprendí mucho ese verano de cómo llevar la selección, de cómo convivir, de llevar bien a un grupo desde la tranquilidad, la comunicación, transmitir con mucha serenidad y entonces son detallitos que vas sumando a tu experiencia. Y aunque había vivido un Mundial, que lo tendría que haber llevado Miguel Méndez y lo acabó llevando Colinas, en 2013, y yo iba más o menos como de tercera ayudante, pero esta experiencia me gustó todavía más, porque la viví, me sentí mucho más parte porque ya sumas como entrenadora. Ya estás más hecha y estás viviéndolo todo y la verdad que fue una experiencia que me marcó un montón.
P. ¿Qué diferencias notas de dirigir un club a una selección?
R. Al final, la selección lo comparo como cuando cogí a la selección gallega, que la cogí en todas las categorías. Es que en tu club tienes tu día a día, al final tienes que ir modelando a la jugadora, a lo que ella quiere, lo que tu quieres, y encontráis un término común.
Y cuando vas a la selección, en total creo que hemos hecho 40 días en dos concentraciones. No tienes tanto tiempo, y no la vas a modelar porque no tienes tiempo de cambiarla, tienes que adaptarte tú a ella y a ella convencerla de que tiene que tirar también por aquí para hacer un equipo en 40 días. Entonces, yo creo que eso es lo complicado de la selección, que si las jugadoras vienen totalmente comprometidas a intentarlo, es mucho más fácil que lo consigas. Pero es la parte esa, lo que te decía, llegar a ellas, transmitirles muy bien y con toda esa parte me quedé. Y cuando todo eso lo consigues, las jugadoras creen, y cuando creen va todo un poquito más rápido y consigues los resultados. Si no es muy difícil. En el momento en el que tienes problemas, el equipo se te rompe. Y la clave es que cuando vengan los problemas, hayas puesto una pequeña base entre ellas, entre el grupo de trabajo, para que eso se sujete un poco.
Soy la persona que más años lleva en el Celta
P. Se habla mucho de que una de las grandes dificultades en selecciones es la gestión de egos. Al final en un club todos tienen su rol definido, pero a una selección llegan siendo protagonistas en sus equipos.
R. Sí, no es fácil, pero es verdad que ellas, al menos la sensación que tengo en selección con este grupo, que como llevo dos años con él, es que ellas están muy por el equipo. Es verdad que el grupo tiene características muy diferentes entre las jugadoras, lo que hace que mucha gente se sienta muy importante por lo que suma. Ya sea poco rato, pero yo suma una parte que a lo mejor otra no es capaz de dar. Pero bueno, hay un momento que hay gente que piensa: yo no entiendo por qué no juego, o yo no entiendo por qué no cuenta tanto conmigo, o yo lo hago mejor que fulanita. Es inevitable. Y ahí hay tira y afloja.
Pero bueno, somos siete en el cuerpo técnico, y toda la labor del cuerpo biomédico, de la delegada, tratan mucho con las niñas. Nosotros, al final, los técnicos, tratamos con ellas, pero mantenemos más la distancia y ellas son las que están todo el rato y te van dando un poco ese termómetro de cómo van. Y tú por ahí tienes esa noción para poder ir ayudándolas. Al final es ayudarle, porque si esa niña se embarranca en cualquier chorrada de esas, lo único que va a conseguir es que la cortes o que no cuentes con ella. Si al final, mira, te tengo que dar equis pero necesito que sumes, si no te estás bajando del barco. Entonces, tienes que convencerla de que por aquí va a ir mejor que por allí, que por allí no va a sumar nada y por aquí va a sumar. Yo no sé cuánto, pero cuanto más mejor. Entonces esa es un poco la idea todo el rato.
P. Vamos llegando al final. Segunda temporada en la LF Challenge. ¿Qué objetivo te marcas?
R. Me queda una jugadora por cerrar, pero la plantilla yo creo que es bastante majeta. Hombre, a mí me gustaría estar otra vez entre los primeros y peleando por el play off. Si no entrásemos en el play off, porque bueno el equipo no cuaja o coges una racha de esas negativas que te destrozan, hombre sería un poquito decepción. Yo espero que no, que seamos capaces de formar un grupo fuerte, y aunque la liga va a ser otra vez dura, porque ya de por sí los viajes son de aúpa, y por los fichajes que se están escuchando, yo espero que seamos capaces de meternos ahí en esa pelea de play off que la verdad el año pasado fue chula.
Si no entramos en ‘play off’ con el Celta sería un poquito decepción
Y bueno, el año pasado disfruté mucho de eso, de la competitividad de la liga, de la cantidad de partidos que ganamos y perdimos por menos de cinco puntos. Entonces, bueno, como entrenadora lo disfrutas porque necesitas el 120% de la plantilla cada vez. No vale llegar a un partido que no estés preparado, o que estés regular preparado. No. A nivel de scouting, de trabajo, la liga ha subido mogollón, va todo mascadísimo, te estás viendo dos o tres partidos del rival. A nivel de scouting individual, colectivo, información de las jugadoras, del propio equipo. Nosotros ya en Liga 2 lo hacíamos, pero la sensación es que todo el mundo lo hace ya en Challenge. Entonces, que todo ha subido, y eso implica más responsabilidad y más exigencia de todos, y eso me gusta.
P. Este año te va a tocar jugar contra el Milar Córdoba.
R. El Sábado Santo (risas).
P. En Semana Santa, además (risas), y creo que es la primera vez que vas a venir a Córdoba como entrenadora.
R. Sí.
P. No sé si has seguido un poco el proyecto que se está gestando.
R. Seguí la fase de ascenso a Liga 2. Esa sí la vi por streaming, pero este año, por ejemplo, creo que vi algún resumen, pero prácticamente no he visto ningún partido. Las seguí un poquito más porque sé que ficharon a Natalia (López), se quedó con la húngara del año anterior (Licskai) y poco más, pero no conozco mucho más. De hecho, no ha anunciado nada de la tipología de plantilla que va a sacar, así que todavía estoy un poco expectante por saber por dónde van (La entrevista se realizó el miércoles y fue el viernes cuando el Milar publicó su primer anunció firmando a la entrenadora Mireia Capdevila).
P. No sé si en estos años has estado vinculada con el baloncesto cordobés de alguna forma. ¿Qué te parece la unión de los principales clubes para sacar un referente femenino?
R. Yo creo que es importante. Al final, en Andalucía ya está pasando. Si es que al Unicaja, para subir al equipo a Challenge, le cuesta una barbaridad. El hecho de que Almería se haya consolidado un poquito, que es verdad que está ahí bailando entre Liga 2 y Challenge, vale, pero cosas como las de Granada el año pasado, pues no vienen bien. El hecho de salir y luego tener que vender la plaza. Lo que necesitamos es un poco de continuidad. Si esto en Córdoba se consigue con la unión de los clubes, pues bienvenido sea. Yo creo que, al final, es un poco de unir fuerza para sacar al baloncesto femenino de la ciudad, que en ese aspecto nunca ha sido capaz de competir a nivel nacional. Entonces, poder verlo es importante y espero que mantengan el proyecto.
En LF Challenge necesitas el 120% de la plantilla siempre
P. Ya has dicho antes que el Celta es tu presente y también tu futuro, y tu vinculación es muy fuerte. Pero no sé si has pensado alguna vez o te lo marcas como propósito entrenar alguna vez en Córdoba.
R. Ni me lo marco, ni me lo planteo como sí ni como no. Siempre he dicho que, bueno, es verdad que he tenido la facilidad en Vigo porque mi familia también está en Vigo, y cuando tú eres del sitio, pues obviamente para la mujer es un poquito más fácil. Si me tuviera que mover, pues seguramente sería con toda mi familia, con lo que eso implica, y supone más complejidad. Pero bueno, tampoco nos negamos a lo que pueda pasar. Es más difícil, obviamente, pero ya veremos cómo va tirando todo y cómo se puede dar.
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