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Los rostros y las miradas de toda una vida del fotógrafo Luis González Palma

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Alejandra Luque

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Dentro de las exposiciones que este año dan forma a la Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba, Luis González Palma es uno de los fotógrafos protagonistas que ofrece al público todo su trabajo desde los años 80. Bajo el nombre Constelaciones de lo intangible, el guatamalteco propone un viaje circular por las constelaciones temáticas que orbitan alrededor de su obra en un ciclo de permanente ida y retorno, mostrando un recorrido paralelo por la historia de la fotografía, con menciones al Barroco, la pintura prerrafaelita y las dos corrientes antagónicas que han marcado el arte latinoamericano durante el siglo XX: la figuración y la abstracción.

Toda la obra de González Palma constituye una reflexión sobre la mirada, que interroga la historia y la condición humana. Los temas constantes en su trabajo son la identidad y la memoria; la introspección y la intimidad; la reflexión sobre el poder y la representación de lo no visible. Luis González Palma utiliza una sinfonía de soluciones formales que son un intento de darle cuerpo a los fantasmas que gobiernan las relaciones personales, las jerarquías religiosas, la política y la vida. Para ello se sirve de escenificaciones, que surgen de esta voluntad de ilustrar lo intangible y la convivencia de realidades paralelas. Sus imágenes se nutren de elementos prestados del lenguaje teatral y la imaginería católica, incluyendo también códigos cinematográficos y recursos que provienen de la arquitectura, la danza, la música o las técnicas antiguas de la fotografía.

En sus últimos trabajos, las referencias al minimalismo geométrico se superponen a los sujetos que protagonizaron sus primeras series. Estas obras más recientes ilustran un ciclo donde la belleza, presente en toda su obra, se afirma como una construcción especular, contradictoria, dolorosa e impura, que negocia lo subjetivo con los parámetros racionales impuestos por la religión, la política y la cultura.

En su primera etapa, que se desarrolla a finales de los años 80, el artista tiene como objetivo entender la diversidad étnica y cultural latente en su país, con constantes menciones a su historia, a los documentos generados por el poder colonial y a la memoria colectiva.

Sus obras contienen numerosas referencias visuales e iconográficas configurando niveles de lectura e interpretación ambiguos y extremadamente sutiles. A través del rostro y la mirada, Palma explora aspectos inmateriales como el trauma, la pérdida, el dolor y el silencio, todos ellos sentimientos derivados de la violencia vivida en Guatemala durante más de cinco siglos.

Pocos creadores basados en la fotografía llevaron tan lejos las posibilidades y los límites del soporte fotográfico incorporando a su obra elementos de la pintura, la escritura o la escultura.  Desde sus primeras exposiciones en Centroamérica, EEUU y Europa su obra ha sido fundamental para entender la fotografía latinoamericana especialmente durante los años 90, una década en la que se cuestionan los límites de lo fotográfico y adquieren especial relevancia las gramáticas mestizas, más atendidas hasta entonces por las artes plásticas. La muestra pude visitarse en la Sala Vimcorsa hasta el 19 de mayo en horario de martes a sábado, de 10:30 a 13:30 y de 17:30 a 20:30, y los domingos y festivos, de 10:00 a 14:00 h

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