Quejío, versos y cábalas desde el huerto
Puesta de largo en Cosmopoética para Cábalas, proyecto que mezcla poesía y música por parte de la artista cordobesa María José Llergo, una de las voces más importantes surgidas en la música española en los últimos años, y que ha debutado este sábado en el Teatro Góngora con este nuevo espectáculo, mitad recital, mitad concierto.
Nada nuevo, en realidad, si uno es capaz de desandar el camino trazado por Llergo desde el teatro hasta el huerto.
Sanación, su primer trabajo discográfico, arranca con el sonido de una azada contra la tierra seca. Y con la voz aniñada de la cantante y la de su abuelo, envueltas en ecos y reverberaciones, como encapsuladas en un recuerdo de verano en el que uno se querría quedar a vivir siempre.
En aquel disco, la artista cordobesa ya jugueteaba con el recitar poético. Lo hacía de manera evidente en la canción Soy como el oro. “¿Pa qué llora y llora mi corazón, si llorando no gana lo que perdió?”, se preguntaba Llergo en un susurro bañado en sintetizadores Vangelisados.
Aquella mezcla de grabación de campo y versos salvajes volvió a tomar cuerpo unos meses después, ya sin cortapisas, en Cábalas, el proyecto de videopoemas que la cantante desveló en junio y que mostraba, sin trampa ni cartón, que la riqueza de la compositora iba más allá de la música, y estaba también en su interés por trazar una poética personal y propia.
Un corpus temático que brillaba particularmente en la Cábala 3, en la que recitaba sus versos sobre los experimentos visuales y sonoros de Los Voluble y Califato 3/4, dos proyectos que, como ella, no le tienen ningún miedo a hermanar la tradición y la vanguardia. El abuelo con la nieta, en definitiva.
“De las raíces y el agua que corren hasta su encuentro, son los hilos de esta voz que me atraviesa por dentro”, recitaba en aquella pieza, una nana lorquiana de apenas un minuto y medio, que terminaba con la imagen de un potrillo blanco pastando.
Lorca, una vez más vivo. O revivido, mejor, en versos y voces como los que escribe y canta María José Llergo, quien, ante un teatro rendido a su transparencia, ha repasado este sábado parte de su repertorio desaflamencándolo un poco, al acompañarlo de los sintetizadores y acordes pianísticos que hoy ha puesto el productor Miguel Grimaldo.
Llergo parece empeñada en hacer las cosas a su manera, en escribir desde las tripas y en cantar desde el corazón. Y todo ello, con un brillo de sorpresa en sus ojos negros. Como si cada vez fuera la primera vez.
“Yo quiero ser niña siempre. Yo no quiero volverme gris”, me caviló un día la artista. Otra cábala.
La niña de las dunas ha inaugurado Cosmopoética.
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