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CARNAVAL DE CÓRDOBA
La vida en una copla de Carnaval

Comparsa juvenil 'La Banda Calavera'

Rafael Ávalos

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La noche fue larga. Quizá preámbulo de cómo será la del sábado. Hasta entonces aún restan más música y letras, más emociones y risas. De todo hubo en el Gran Teatro el miércoles con la segunda semifinal del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas. La función se desarrolló, por lo general, con un gran nivel sobre las tablas. Aunque lo más destacado fueron la afluencia de público y el ambiente. Lo primero creció y lo segundo mejoró notablemente. Menos mal.

Fueron nueve los conjuntos que intervinieron en esta ocasión, con la comparsa como la modalidad más numerosa. Una de ellas, muy especial, mandó subir el telón. Sobre las tablas, ‘La Banda Calavera’, formación juvenil en competición. Y sin ser convidado de piedra. De tipo muerto según tradición mexicana, la agrupación mixta completó una muy interesante actuación. Muy emocionante también porque uno de sus pasodobles fue un mensaje de amor del autor, Adri Fernández, a su madre.

Su letra fue una de las más delicadas que jamás se hayan escuchado sobre el cáncer. Del pañuelo con que la mujer cuidó a su hijo, al pañuelo que simboliza la lucha contra la maldita enfermedad. Corazones encogidos. Bravo -y ánimo-. Ellas y ellos, chavales todos, ofrecieron un auténtico soplo de aire fresco, que respiraron los espectadores. El afecto hacia el grupo fue mayúsculo y merecido. Eran calaveras y lo cierto es que con la comparsa se abrió la vida para la fiesta. Más cantera, por favor.

Iván Ania, chirigotero por un día

Después fue turno de la primera chirigota de la noche. El ‘Salón de belleza El último colorete’ no es precisamente un centro de estética al uso. A escena una funeraria, el tipo de empleados de tanatopraxia. Los que embalsaman los cuerpos presentes, vaya. Su propuesta fue muy divertida y deparó uno de los momentos más llamativos de toda la función. Su segundo cuplé versó sobre el Córdoba, que ahora va muy bien y tal. Y ahí apareció Iván Ania, su entrenador. El remate, muy bien tirado. 

Curiosamente, casi acto seguido el club anunciaba su segundo fichaje del mercado de invierno. El lugar siguiente fue para ‘El golpe’, comparsa de Granada que mostraba a una banda de ladrones. El primer pasodoble fue lo que roban ellos con el Carnaval, y esto es tiempo a sus seres queridos. La tanda la cerró el grupo nazarí con otros cacos para ellos más peligrosos. Crítica a la familia real, y más concretamente al Emérito, y a la clase política.

No están con el coro de Pepín Carrillo por más que lo deseen. Bueno, alguno de ellos sí. Llegó el cuarteto de Pepón hijo y Pepe Polonio y eso significaba que el orden y el concierto se perdía durante unos minutos. ‘Este año vamos a lo seguro’ es el nombre del grupo este año. Lo que no cambia edición tras edición es la magnífica absurdidad de sus parodias. Sí, tenían intención de formar parte del ‘Coro Carnaval’, pero no. Los gags fueron muy agradecidos. A un miembro le poseyó el Taleguilla helio mediante.

Salud mental: bravos Suso y Marcos

Y del humor hilarante al mensaje. Juan Jesús Muñoz Suso y Marcos Monje volvieron a las tablas con ‘Quitapenas’. El tipo: psicólogo. La línea de defensa, una presentación y un popurrí de imperiosa necesidad. Primer pasodoble sobre el mundo que “saltó por los aires” para dos hermanos palestinos -la matanza israelí era el tema- y el segundo con la reclamación de que el Gran Teatro tenga dos apellidos: “Antonio Gala”. Pero lo esencial está en las letras sobre salud mental. Hay que hablar más de ello. Muchísimo. 

“Elige siempre la vida” fue una de las ideas que lanzaron Suso y Marcos. Si uno vivió o vive trastornos como depresión o ansiedad sólo puede verse reflejado en su repertorio. Por aquí hay quien sabe de qué va el asunto. La vida en una copla. O en todas. Como en las canciones. La chirigota retomó el pulso con ‘Las 14 de Europa’, una agrupación más que entretenida. Ellos iban de ellas. Y ellas eran Massiel, Karina, Salomé o una impagable Remedios Amaya. Las que fueron a Eurovisión.

La tanda de cuplés la destinaron a hablar de un gato que es tan perezoso que parece un pensionista y de una hermosa cornamenta del marido. Él no perdonó porque “habló con Puigdemont y le dijo que no entraba en la amnistía”. Ese popurrí. Hubo bastante más presencia femenina en la función. Por ejemplo, con la comparsa ‘Yo que soy tan guapa y artista’, a la que pone letra y música Julio Horcas Julito. Es curioso, entraron en liza tres colaboradores antaño -amigos todavía-. Él, Suso y Marcos.

Desde Salar para desatar la locura

En este grupo se representó a artistas que no cejan en su empeño de buscarse la vida como tales. La vida otra vez en una copla. O en todas. Su primer pasodoble devolvió el feo asunto del indecente beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. En realidad, sólo sirvió como punto de partida, pues lo esencial era atacar al homo despreciable. En el segundo, recuerdo de 'Los calentitos del Sudán', histórica chirigota de David Amaya Awito (2005), para lanzar una crítica al Ayuntamiento por no favorecer el mantenimiento de los patios.

La comparsa de Julito, por cierto, fue como habitualmente muy alegre. Era tarde ya y por suerte esta vez no hubo desbandada en el Gran Teatro. En torno a tres cuartos de entrada aún para recibir a la chirigota ‘Borrón y cuenta nueva’, del granadino municipio de Salar. Completamente irreverente, el grupo permitió rememorar ligeramente a ese de Almodóvar del Río con Barrera al frente de hace una década. Es decir, espectáculo alocado. Eran mujeres un tanto… ¿liberales sería la palabra oportuna?

En su segundo cuplé, doña Letizia le soltó a doña Sofía: “Yo siempre he sido más de mancuernas y tú de más cuernos”. La función la cerró la comparsa mixta ‘La Nocturna’ de tipo personaje veneciano en una taberna antigua. Sus voces fueron para disfrutar. En su tanda de pasodobles volvió a surgir la mal llamada guerra de Israel con Hamás. Fue en el segundo, tras un primero que supuso una crítica a la algarabía social por la amnistía. Y no se da para defender la sanidad pública u otros asuntos sustanciales.

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