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Obligado a fortalecerse en casa

Javi Flores pugna por el balón en el duelo con el Algeciras | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Aunque perdido en los últimos años si un rasgo le caracteriza es su capacidad de fallar poco en casa. Precisamente en esa fortaleza reside, sobre todo, el éxito que alcanzara en la temporada 2006-07, la del último ascenso a Segunda A. Las comparaciones son odiosas, se dice y cierto es, pero a veces permiten aclarar una determinada situación. Es éste el caso, en que el Córdoba transita esta campaña por el Grupo IV de Segunda B sin conseguir un asiduo posicionamiento en zona de play off. Si bien los guarismos lejos de su estadio son los que en un principio impidieran su permanencia en puestos de promoción, es su relativa debilidad en El Arcángel lo que provoca este hecho. Así lo señalan al menos los números, que distan bastante de los de aquel curso con buen fin en El Alcoraz.

El Córdoba está obligado a fortalecerse en casa. Es una circunstancia que comienza a hacerse muy presente tras la derrota del pasado domingo ante el Algeciras (0-1). Este tropiezo, así como el medianamente reciente empate ante el Villarrubia (1-1), conlleva que el conjunto blanquiverde haya dejado de ser el mejor equipo en feudo propio de la competición. Ahora es el cuarto y está a cinco puntos del líder en esa clasificación, un Yeclano que apenas ha perdido un encuentro en campo propio. En su caso dos son las victorias que ha concedido a los rivales en El Arcángel, donde además ha cerrado tres choques con empate. A simple vista, las cifras no son negativas a nivel global, ya que se han ganado hasta ocho duelos, sin embargo no son las mejores para conseguir el objetivo básico: obtener una plaza de play off.

Todo es más diáfano si se realiza la mencionada comparativa con el curso 2006-07, el mismo que el cuadro califal cerró con su retorno casi inmediato -tras dos temporadas- a Segunda A. Entonces el equipo entrenado por Pepe Escalante se hizo intratable en su estadio y elevó a la máxima potencia aquella premisa histórica de que el Córdoba es fuerte como local. No en vano, apenas perdió un encuentro en el coliseo ribereño de los 19 que le correspondió jugar. Ese resultado adverso se produjo, curiosamente, en la última jornada del campeonato regular en El Arcángel: cayó ante el Melilla (0-1) y llegó a temer por la promoción. El conjunto adiestrado por Raúl Agné contabiliza dos derrotas en 13 encuentros, por lo que supera ya -para peor- el registro marcado aquel ejercicio liguero.

Por si fuera poco, el número de empates está muy próximo al total de esa temporada 2006-07. El Córdoba culminó su participación en el Grupo IV de Segunda B como local con cuatro igualadas y en el presente ya tiene tres en el casillero. De esta forma, está meridianamente claro que el equipo necesita recuperar la sensación de que campo es un auténtico fortín. Además, con escaso margen de tropiezos aun cuando mantenga el buen periplo como visitante. Es en este segundo aspecto en el que el cuadro califal sí mejora al plantel entrenado por Pepe Escalante, aunque lo hace muy levemente. La diferencia es de apenas dos puntos a estas alturas, si bien con una jornada más que esa campaña -14 por 13-. El dato, por tanto, es engañoso pues si se equilibra la cifra de choques como foráneo también está por debajo (19 puntos hace 13 años).

La comparativa entre ambas temporadas resulta esclarecedora también si se hace por la vía directa. Es decir, en lo que se refiere a los números logrados como local por el cuadro califal al paso por la vigésimo séptima jornada de Liga. Actualmente suma 27 puntos con el balance mencionado de ocho triunfos, tres empates y dos derrotas. Sus guarismos el curso 2006-07 eran de 38 puntos -superiores a los del mejor local en esta ocasión, el Yeclano (32)- con doce triunfos, dos empates y ninguna derrota. Eso sí, como ya se habrá advertido, entonces el equipo había disputado un partido más en El Arcángel. Pero si se retira ese decimocuarto encuentro los de Escalante acumulaban 35 (once victorias, dos empates y ninguna derrota). Es ahí donde reside por tanto la gran diferencia entre aquel Córdoba y éste: en esos ocho puntos de menos en feudo propio tras trece duelos. El reflejo de ello está en la tabla del Grupo IV de Segunda B: de ser líder con 54 a ocupar la quinta plaza con 45.

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