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Jugar sin nada en juego

Piovaccari lamenta una ocasión perdida en un duelo en El Arcángel | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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El exceso de tranquilidad es positivo siempre según el punto de vista. Cuando la calma es total dos percepciones bien diferentes son posibles. Una es la satisfacción por no tener que contener el aliento hasta el final. La otra es de distensión absoluta dado que nada hay por lo que luchar. A esa segunda se añade en ocasiones, o casi siempre, la desgana provocada por la ausencia de aspiraciones atractivas. En ésas se encuentra el Córdoba, que una vez más encara su último duelo de Liga con la vista más puesta en la siguiente temporada que en el propio partido. Una vez más porque la contienda del sábado (20:30) no será la primera, como tampoco la última, en la que el conjunto califal no tenga nada por lo que soñar o sufrir. Es hecho más que conocido en El Arcángel ése de la despedida insípida en lo que se refiere a la importancia del choque. El equipo que dirige Luis Miguel Carrión se mide al Girona con la salvación sellada y ante un rival que viene de celebrar un histórico ascenso a Primera. Es decir, toca jugar sin nada juego.

Únicamente el orgullo y la felicidad de cerrar con un triunfo, así como un buen pellizco económico por la posición en la tabla, es lo que tiene como objetivo el Córdoba en la última jornada del campeonato. En materia competitiva la calma es completa. Dicho de otro modo, ni por arriba ni por abajo mira con inquietud o nerviosismo la clasificación. Una certidumbre que en otras ocasiones, la mayor parte, fue sinónimo de asistencia baja, partido disputado a modo de compromiso y cierre gris en El Arcángel. Sirva como ejemplo el encuentro ante el Rayo en la temporada 2014-15, la del padecimiento en Primera. Entonces ése fue el penúltimo choque liguero, pero sí el del adiós en El Arcángel. Con el añadido del calor, el estadio presentó una discreta entrada y acogió un enfrentamiento descafeinado a más no poder. Los vallecanos, con Paco Jémez en el banquillo, se impusieron por 1-2. Una semana después los blanquiverdes sellaron su paso por la elite con una contundente derrota en Éibar (3-0).

Ése es el más reciente precedente de una jornada final no decisiva para el Córdoba, que repitió circunstancia no pocas veces desde la campaña 2000-01. Precisamente en ese curso acabó con un empate a dos en Gijón tras ceder por 1-4 ante el Albacete. Nada había en juego y eso se dejó notar en un estadio en el que las pistas de atletismo todavía rodeaban el césped. Tampoco tenía nada por lo que luchar el cuadro califal un curso después, que despidió con un empate a uno ante el Racing de Ferrol. De nuevo la afluencia de aficionados estuvo bajo mínimos, tal y como ocurrió en la 2005-06 en Segunda B, en una caída de persiana que se produjo de manera amarga: los blanquiverdes perdieron por 2-4 ante el Écija. De hecho, el conjunto cordobesista sólo ganó en dos de las últimas fechas que afrontaba sin la tensión por la importancia del resultado para la clasificación en el período tratado.

En el curso 2008-09 el Córdoba cerró el campeonato de Liga en Segunda A con una ajustada victoria ante el Murcia (2-1) después de certificar con holgura su permanencia en la categoría. Una temporada después repitió sensación final positiva al vencer por 0-1 al Castellón. Bien es cierto que en ese caso como en la siguiente campaña la penúltima jornada y última en El Arcángel para los blanquiverdes resultó ligeramente importante: si bien nunca se temió por el descenso, el equipo de Lucas Alcaraz tuvo que esperar al adiós a su afición para firmar su salvación matemática. En la etapa de Carlos González en la propiedad -y en la presidencia- el conjunto califal también supo lo que es encarar la conclusión de la Liga en Segunda A -antes que en Primera- con absoluta falta de presión. Fue en la 2012-13, cuando cedió tanto en la fecha definitiva en Soria (1-0) como en la de cierre del coliseo ribereño. De nuevo con una más que discreta asistencia de espectadores el cuadro entonces adiestrado por Esnáider cayó por un novato Mirandés por 1-2 en la antesala del final.

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