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Cristian López

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Crecer también es aprender a reconstruirse. Aprender de lo vivido para no cometer los mismos errores, e hilvanar un futuro más esperanzador y, sobre todo, más sostenible en el tiempo. De unos años a esta parte, mucho ha cambiado en la estructura del Cajasur Deportivo Córdoba. De ser la referencia a nivel nacional, a tener que reformularse su propia existencia. Por pura supervivencia. El conjunto cordobés vivió una época dorada y de absoluto dominio en la primera década del siglo XXI. Sin embargo, como a muchos otros les pasó, la burbuja de éxito acabó estallando, y en lo que a la entidad deportivisita se refiere, las consecuencias depararon una caída más acentuada de lo normal.

Había que empezar desde abajo, y precisamente esa necesidad evidenció unas costuras que estaban por resolver. El club se destapó entonces como un gigante con los pies de barro. Una estructura de primer nivel sostenida sobre unos débiles cimientos. Y es que fue a partir de 2014, según subrayan los gestores actuales de la entidad, cuando realmente se empezó a apostar por la cantera con un plan diseñado a largo plazo. Bien es que cierto que ya en su momento, poco antes de que el Deportivo Córdoba reinara en todo el panorama estatal, salieron canteranas de muchísimo nivel y que han hecho una sólida carrera en la máxima categoría, como son Sara Moreno o Inma Sojo, aunque quizá esa tendencia se debió al éxito mismo del primer equipo.

La obligación de volver a crecer desde una categoría autonómica abrió la posibilidad de edificar desde la base, y fruto de ello fue la aparición de un grupo de jugadoras que, a edades tempranas, ya demostraron capacidades para competir con las mejores. “Cuando vino la crisis se formó un equipo en Primera Andaluza, y de ahí poco a poco”, recuerda Pablo García, presidente del Deportivo Córdoba, quien especifica que ya en su momento le planteó al antiguo presidente que “la prioridad son las bases” y “empezamos a ir a institutos y a colegios, y se empezó a tener esa proyección que se tiene ahora. Y evidentemente yo quiero continuar con esa dinámica”, ya que “para mí las bases son fundamentales. Chicas pequeñajas, que tú las enseñes, que sigan evolucionando y que sientan el club, eso es lo que se tiene que hacer”.

Asimismo, el dirigente recalca los casos de jugadoras como África Lozano, actualmente una de las integrantes de la primera plantilla, o Marta García, quien ha sido jugadora del primer plantel hasta este curso que se ha marchado al Martos por temas de estudios, las cuales fueron campeonas de Andalucía, ganándole a una cantera de la élite nacional como es el Torcal, y terceras de España. Sin duda, savia nueva que ahora lidera a las de Juanma Cubero y se erige como referencia para todas aquellas que vienen desde atrás pisando fuerte. “Tenemos una plantilla de 12-13 jugadoras cadetes con muchísima proyección y un senior que está trabajando con juveniles”, admite Pablo García, reiterando que “hay muy buenas expectativas de futuro si seguimos trabajando con este grupo, que es nuestra intención”.

Y varias de ellas, incluso, han tocado la puerta ya del equipo de Segunda Nacional. “Está Lidia, Carmen, María, varias que ya están en el primer equipo”, matiza el dirigente, a su vez que recuerda que “la misma África es juvenil”. Así es como se configuran unas bases edificadas para no tener que depender de los fichajes. Rumbo a la élite, sí, pero con el sello de casa.

Y aprender de las que un día hicieron el mismo recorrido también es una tarea a tener en cuenta. Reforzar con el ejemplo. El regreso a la entidad de Inma Sojo supuso una proyección muy significativa en multitud de puntos. Ya no es solo el salto de calidad que dio al primer equipo, sino que su experiencia se transmite día a día. Una entrenadora de auténtico lujo, y cuyas enseñanzas están salpicadas de una dilatada trayectoria en la élite y de haber vivido, entonces siendo muy joven, esa etapa de absoluto dominio del Deportivo Córdoba. Para ella es un “placer” y un “orgullo”. Sus palabras resuenan al frente del cuadro cadete, al que lidera y del que presume como una de las generaciones más destacas de la historia del club.

La propia Inma sojo cuenta una anécdota graciosa de una de sus jugadoras. Se trata de María Calañas, quien está cada vez más en dinámica del primer equipo y, de hecho, recientemente vio puerta. “Ahora no lo cuenta porque le da vergüenza, pero al principio llevaba en la mochila una camiseta, por si no volvía a entrenar con nosotras, para que se la firmáramos. Y ahora es una más y la verdad que está que no se lo cree”, subraya una referente que, al igual que otras muchas jugadoras del cuadro de Segunda Nacional, intenta inculcar y ayudar en todo lo que puede a las más pequeñas.

El talento en bruto del presente debe ser la realidad del futuro. Para eso trabaja a diario el Deportivo Córdoba. Con Vista Alegre como centro de operaciones, las jóvenes futbolistas trabajan con la pasión y la exigencia que requiere el club de referencia de toda la provincia en la modalidad femenina. Para no volver a perder el rumbo. Una cantera con aspiración de élite.

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