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Resurrección y milagro en Canarias

Los jugadores del Córdoba celebran el gol.

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Tiempo de dar otra vez la cara. Tiempo para no fallar. La reactivación se antojaba absolutamente necesaria para el Córdoba tras el duro varapalo que supuso quedarse fuera de los tres primeros puestos del subgrupo. Ya no hay posibilidad de saborear la gloria en la presente campaña, por lo que el propósito ahora es no empañar aún más un curso descafeinado. Y se sufrió hasta el último segundo pero, con escaso brillo, se sacó adelante la primera batalla. 

Suelo canario otra vez como terreno de urgencia para el Córdoba. Ahora con mucho menos glamour, aunque la necesidad sí que es mayor. El conjunto blanquiverde era consciente de lo importante que es sumar de tres en tres a partir de ahora, y la obligación de no fallar se palpó en el rostro de los futbolistas desde primera hora. Fue así como se fraguó un inicio intenso por parte visitante, que buscó la portería desde el minuto uno. 

Sería a través de un saque de falta cuando llegaría el primer acercamiento, y además, el primer tanto de los de Alfaro. El lanzamiento, botado al segundo palo por Javi Flores, acaba en remate de un futbolista blanquiverde, aunque lo rechaza el meta del Tamaraceite. No obstante, en segunda jugada, un balón muerto en la frontal lo aprovecha Bernardo para convertir a placer el primero de la mañana. Nervios fuera, ambición desatada. 

Sin embargo, el tanto propició una relajación en los minutos siguientes. Esa efervescencia máxima se fue apaciguando. Eso sí, estaba muy bien asentado el Córdoba sobre el césped del Juan Guedes, sin apenas sufrir en las inmediaciones de su área, aunque por esos momentos la posesión radicaba principalmente en las filas canarias. Superado el cuarto de hora de partido llegaría la segunda ocasión franca para los califas, tras un robo en la medular de Javi Flores que, en pared con Willy, se planta solo ante Nauzet, pero su disparo se estrelló en el travesaño. Al menos por ahí andaban los avisos.

Y es que el partido seguía muy de cara para los visitantes, y más que se puso cuando el Tamaraceite vio como a la media hora se quedaba con diez para el resto del encuentro, tras una doble amarilla de Jordan, siendo Farrando el receptor de ambas faltas. 

Con todo, hay veces que la máxima superioridad provoca una sensación contraria en el juego. El Córdoba, con mayoría numérica y ventaja en el marcador, cedió de manera progresiva el ritmo del encuentro a su rival, que no desaprovechó la ocasión para crecerse, al menos en la creación. Porque el peligro, prácticamente anulado en su totalidad por un excelente nivel táctico de la zaga cordobesa, llegó principalmente a través de disparos lejanos de un viejo conocido por la afición blanquiverde como es López Silva, aunque ninguno de ellos propició ninguna oportunidad manifiesta de gol. Y aún así, los problemas de faltas hicieron que el Córdoba fuese cargándose de cartulinas amarillas. Al descanso se mantenía la mínima y una cierta sensación de estar dejando pasar la ocasión de sentenciar la contienda lo antes posible.

El paso por vestuarios generó un cambio de tornas en la decisión de dominar la pelota. Fue el Córdoba el que salió con más entusiasmo y con mayor intención de llevar la iniciativa, haciéndose con el esférico pero sin ocasiones de gol. Así, el primer acercamiento con peligro en el segundo acto llegó mediante el recién ingresado Álex Robles, con una internada por la derecha cuyo centro lo acabó despejando bien Nauzet. Minutos después, López Silva protagonizaría a la contra la mejor del Tamaraceite, superada la hora de juego con un chut lejano que atrapa sin problemas Becerra. 

Los cambios dieron mayor tranquilidad al plantel de Pablo Alfaro, ahora jugando con menos riesgo de quedar igualmente con uno menos. Además, la situación, pese a la escasa ventaja, parecía estar completamente controlada. Tanto que dio tiempo, incluso, para el debut del joven Visus. Y entre chispazos sin claridad de Piovaccari o Nahuel se llegó al término de un encuentro óptimo para lucirse, y que al final salió adelante con más apuros de los previstos. Tanto que Isaac Becerra tuvo que vestirse de héroe en el descuento para detener un penalti que hizo presagiar los peores augurios. Esta vez salió cara. Un solo gol que guía hacia la resurrección del plantel. Pero son tres puntos igual de válidos. 

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