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Juan Velasco

24 de abril de 2022 05:45 h

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Ellos, de chándal, con degradados, mechas, pendientes y gorras. Ellas, trenzas, eyeliners kilométricos, lágrimas de purpurina y uñas al estilo Euphoria, por abajo shorts y por arriba tops. Elles, transparencias, looks andróginos, piercings y vogueando. Casi todos, gafas de sol y tatuajes. En la pista de baile, sudorosos cuchareos y perreo hasta el suelo. Por los bafles, suena trap, reguetón y también, de vez en cuando, música electrónica de aliento noventero.

Es salvaje, es sexy y es libre: son las fiestas Sabotage Night.

Sabotage Night es la respuesta cordobesa a un fenómeno que se viene dando en muchas capitales españolas y que, como todo, se ha tomado su tiempo hasta aterrizar en ciudades más conservadoras. En realidad, es sólo el paso natural que tenía que seguir el fenómeno trap-reguetonero, vilipendiado desde posiciones moralistas a izquierda y derecha (por su ambigua postura sobre el feminismo y el cuerpo, especialmente el de la mujer), pero emparentado con posturas punk por cuestiones estéticas (musicalmente el sonido roza lo amateur y busca seducir a base de repetición y sencillez) y sociales (el barrio como alma de la fiesta y principal elemento comunitario y empoderador).

Todo eso está bajo la superficie de estas fiestas en las que se baila salvajemente sólo pero en comunidad y que impulsó en Córdoba en 2018 el dj Seko La Cuba. Iván (ése es su nombre) vio que lo que estaba ocurriendo en las periferias de Madrid y Barcelona desde mediados de la pasada década no iba a ser flor de un día sino que ahí había un movimiento. Y lo importó. Así que, antes incluso de que la plataforma Boiler Room creara la etiqueta Spanish Perreo, Iván comenzó a programar sus fiestas junto a la dj Raki Dugo bajo la marca Sabotage.

En Córdoba parece que si quieres salir te tienes que poner una camisa y unos náuticos o no entras a ningún lado del centro

A las ciudades como Córdoba este tipo de historias siempre llegan más tarde y nosotros lo que cogimos fue el hilo de la música”, explica el disc jockey a Cordópolis. ¿De qué música hablamos? Básicamente reguetón y buena parte de lo que los medios encajonan (encajonamos) en la manoseada etiqueta de música urbana y que, para Iván, “no está bien definido”, aunque ahora “todo el mundo se suba al carro”.

Un carro en el que, al principio no entraban demasiados. Sabotage no siempre fue un éxito de luz, gente y colores. “En 2018 y 2019 no iba tanta gente, pero ahora sí parece que está de moda y tenemos una asistencia media de 350 o 400 personas”, explica Iván, que considera que el éxito de esta fiesta radica en varias cuestiones, todas ellas relacionadas con la libertad.

Primero está, dice, la libertad estética. “En Córdoba parece que si quieres salir te tienes que poner una camisa y unos náuticos o no entras a ningún lado del centro. Nosotros, la primera baza con la que jugamos es que todo el mundo vaya como quiera y sin ningún tipo de restricción”, afirma Iván, que aclara que, en la entrada a Sabotage, los porteros tienen vetadas frases como “quítate la gorra” o “quítate ese pendiente”. Un aviso claro para Sojos y Góngoras, que cada cierto tiempo saltan a las redes y los medios por su discriminatoria política de admisión.

Libertad estética, seguridad y respeto

La segunda clave: el ambiente de seguridad en el que debe primar “el respeto”. Según el promotor, en Sabotage se busca crear “cultura de club”. Que eso se haga mientras la gente se contorsiona hasta llegar con el culo lo más abajo posible es una cuestión coyuntural. Lo primordial, en cualquier caso, es crear un clima en el que no hayan respuestas violentas o machistas ante lo que ocurra en la pista de baile.

“Estamos en el siglo XXI, en 2022, hemos tenido la influencia del hip hop de los años 90, del trap, de las distintas manifestaciones artísticas, y una persona puede bailar súper pegada, rozándose y estar hasta diez minutos con el culo pegado y no pasa nada. Obviamente a mucha gente esto le resulta una locura, pero lo cierto es que no pasa nada”, resume el dj.

Y, por último, la tercera clave: el factor generacional y los comportamientos sociales que tiene una generación que siente que se le ha robado el futuro y, durante los últimos dos años, incluso el presente, en el momento más importante de sus vidas. “Somos una generación con la palabra crisis tatuada en la frente. Yo soy del 94 pero nuestra gente tiene entre 18 y 22 o 23 años, y el que haya tenido 18 años recién cumplidos en 2020, ha pasado casi dos años sin salir”, reflexiona Iván, que reconoce que, a partir de septiembre del año 2021, la discoteca M100 (donde se celebra esta fiesta) “ha sido un bombazo” porque “la gente lo ha pillado con muchas ganas”.

Falta por llegar este boom a la música cordobesa. A su juicio, en Córdoba hay mucho talento y artistas haciendo una música “increíble”. Aunque, por el momento, poco pinchable en Sabotage. “No tenemos localizado a cordobeses que hagan reguetón o trap más bailable”, afirma Iván, que cuenta que, en cualquier caso, por el escenario de Sabotage han pasado artistas locales, al mismo tiempo que se han establecido vínculos con fiestas hermanas de Sevilla, Málaga y Granada.

Somos una generación con la palabra crisis tatuada en la frente

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