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Juanma Domínguez: “El purismo no es más que miedo a lo desconocido”

El contrabajista cordobés Juanma Domínguez | TONI BLANCO

Juan Velasco

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Cualquier profano podrá pensar que el músico de jazz está improvisando, cuando lo cierto es que detrás de cada nota hay un aprendizaje y una reflexión previa disparada a la velocidad del sonido. El contrabajista cordobés Juanma Domínguez (Córdoba, 1991) dispara respuestas a la misma velocidad a la que ejecuta acordes al contrabajo. La rapidez con la que hila el discurso hace parecer apresurado lo que en realidad es fruto de unas vivencias y de una meditada pausa.

El mismo modus vivendi que le ha llevado desde Córdoba (donde era miembro destacado de proyectos como Groovin' High, Río Muten y los Frescos de Altamira, TWM Collective o la Orquesta de Guitarras) hasta el Centro Superior de Música del País Vasco (Musikene), en Donostia; y de ahí al Conservatoire National Superieur de Musique et Danse de París (CNSMDP), desde donde contesta a esta entrevista (las fotos se hicieron aprovechando su visita navideña), con motivo del lanzamiento del disco homónimo que ha lanzado con No-Land Trio. Su última aventura, compartida con el pianista Jorge Fernández y el batería Aitor Bravo, ha visto la luz este mismo lunes en el prestigioso sello Orrua Diskak.

Como él mismo despejará, No-Land Trio es un conjunto de aroma clásico, forjado desde la juventud y el atrevimiento de tres estudiantes del Musikene que, inspirados por los grandes tríos de la historia del jazz (y más particularmente por los que formó el pianista Bill Evans), han aplicado una coartada sureña a un conjunto de temas que podrían haber sido compuestos hace décadas y a dos versiones de Evans (una de ellas con Miles Davis), a las que han dotado de eso que los flamencos llaman pellizco. Suficiente bagaje para haber sido confirmados para el próximo Festival de Jazz Heineken Jazzaldia de San Sebastián y para haber seducido a este periodista, que ha pasado las navidades con No-Land Trio como banda sonora.

PREGUNTA. No-Land Trio es un disco casi misterioso. ¿No tiene título adrede porque refleja ese sentimiento de ninguna parte o es título homónimo?

RESPUESTA. No-Land Trio da nombre al disco, al grupo y a la obra completa que es nuestro trabajo, pero también el de otras tres personas que han puesto su energía y su tiempo en que esto se haya podido materializar. Este CD recopila todo eso y a la vez es una carta de presentación.

P. La propia portada, el nombre del proyecto y la música remite a un espacio imaginario donde confluyen muchas influencias. ¿Qué es No-Land Trio?

R. Yendo a lo concreto, No-Land Trio es un trío de jazz. También es la propuesta artística que queremos hacer en esta etapa de nuestra vida. Es, básicamente, lo mas honesto que queremos y podemos decir.

P. Es un disco que confronta la tradición afroamericana con la tradición flamenca, incluso en los propios títulos de las canciones. ¿Cómo se ha compuesto?

R. Se ha dejado componer. No hubo premeditación ni objetivos a priori. Todo ha seguido un curso bastante natural. De hecho, los temas que yo puedo firmar en este disco llevaban escritos algunos años y andaba a la espera de dar con alguien con quien empatizara en lo artístico para desarrollarlos. Así, tanto Jorge como yo hemos ido aportando y vimos que había cierta coherencia entre sus ideas y las mías. Probando, hemos llegado a este repertorio en el que los tres nos sentimos bastante cómodos. Igual con los standards, es material que hemos ido trabajando de manera asidua y al que finalmente le hemos encontrado el sitio que ahora ocupa.

P. Es un disco hecho por una formación clásica, con un sonido tremendamente maduro. ¿Jorge y Aitor son tan jóvenes como tú?

R. Bueno, yo no me considero “tan” joven. En cualquier caso, Jorge es algo más joven que yo y Aitor es algo más joven que Jorge y bastante más joven yo. El caso de Aitor es especial desde mi punto de vista. Es un músico que toca con un enfoque y una creatividad inexplicables en su edad. Simplemente no le ha dado tiempo a recopilar ese tipo de información a sus 21 años, es genial. Jorge es una persona sumamente reflexiva y analítica con su entorno, ademas de trascender esa cosa del músico, es un artista más esférico. Yo les admiro y les quiero mucho como músicos y como personas.

P. En las notas señaláis que habéis podido perder el norte y el sur durante el proceso artístico. ¿Ha sido complicado confrontar estos dos conceptos musicales, la idea del norte-sur?

R. Para nada. Cada uno de nosotros viene de una cultura bastante fuerte en lo identitario. Sin embargo en nuestra relación personal y artística eso no existe como tal de una manera evidente, y cuando aparece es un intercambio interesante y enriquecedor. Con la música pasa igual. Los tres hemos pasado por la música clásica, nos interesan las vanguardias y tenemos admiración y cierto contacto con el flamenco u otras músicas folclóricas. Y, sobre todo, ningún prejuicio de coger esto y aquello. Somos muy de compartir y de entendernos. Este disco va de todo eso, de no poner puertas al campo.

P. El hecho de que hayáis escogido dos temas de Miles Davis y Bill Evans, supongo que es un homenaje a Flamenco Sketches.

R. No lo habíamos pensado como tal. Pero mentiríamos si dijéramos que Bill Evans no es una influencia clara. Y justo Blue in Green es un tema del mismo disco que Flamenco Sketches. Ahora que lo nombras, también hay un corte que, como Flamenco Sketches, no tiene melodía como tal y básicamente es un marco improvisatorio. De hecho esta reflejado en el disco tal y como lo planteamos en directo. Quizá sea una de las tomas mas vivas, ya que apenas hay nada predeterminado salvo la armonía.

P. Gran parte de lo que hoy se conoce por flamenco jazz estaba ya presente en ese disco y en el Olé de Coltrane. ¿La fusión la iniciaron los afroamericanos?

R. No simpatizo mucho con el termino fusión, dado que no creo en el purismo. La cultura va y viene, se comparte, y no es una reliquia que haya que guardar como oro en paño. Es mas bien el reflejo de las distintas maneras que han tenido de ver la vida las personas a lo largo de la historia. En esto, la gente se mueve, intercambia información y de ahí surgen diferentes folclores y músicas populares que son mezclas de mas mezclas y mas mezclas. No quiero ni imaginar a donde tendríamos que remontarnos para encontrar algo que pudiéramos considerar puro. Es absurdo. El purismo es un invento de la gente que no quiere entender para delimitar algo y poder agarrarse ahí. El purismo no es más que miedo a lo desconocido, un clásico antropológico.

P. Eres un cordobés que publica un disco en un sello del País Vasco y que estudia jazz en una escuela de música parisina, eres pura apropiación cultural...

R. En cuanto a mi situación personal, es simplemente circunstancial. Si algo me interesa voy a por ello. Si está aquí o allí, pues oye, yo no lo puse ahí. Si eso me hace irme de mi tierra natal, tampoco es ningún trauma. A día de hoy me siento un poco de cada sitio en el que he vivido. Y sin embargo no he perdido el acento.

Respecto al tema de la apropiación cultural, me parece que simplemente es un término nuevo para algo que llevamos viendo hace mucho, entre todas las virtudes, y en este caso defectos de la globalización. Lo que sí me parece muy lamentable es cómo este termino nuevo se esta usando para dar una pátina de rigor o de debate sociológico al amarillismo ridículo de muchos medios que, al final, lo único que fomentan es un enfrentamiento entre determinados artistas que, estoy seguro, pueden ofrecer más en conjunto que en contra.

P. ¿Cómo fue el contacto con Orrua Diskak?

R. Como todo esto, casual. Mikel Makala andaba programando en un club donde tocamos y le cuadró la historia. Habíamos planteado algún otro sello más especializado, pero finalmente nos decidimos por Orrua porque nos dio la sensación de que su interés era muy honesto. Nos han dado muchísima libertad con esta historia, desde con quién grabamos (Juanan Ros) hasta la autora de la portada (Laura Aguilar).

P. Me queda la pregunta canalla. ¿Qué has apreciado en estos años fuera de Córdoba? ¿Cómo se ve la ciudad desde fuera?

R. Es un tema complejo. Creo que Córdoba es una gran ciudad para vivir, tiene un potencial increíble y pasan cosas interesantes. Pero también es como un microclima. Cada vez que vuelvo siento que me meto en una burbuja en la que no pasa el tiempo ni nada cambia. Hay una desconexión inexplicable con lo demás que nos ha hecho irnos fuera a toda una generación de artistas de allí. Lo que pasa allí solo responde a las leyes de allí, al ambiente de allí, y es imposible crecer como artista solo con lo que Córdoba te ofrece.

El problema es que tampoco se perfila como un sitio para volver, porque no es interesante para alguien que quiera estar en la actualidad cultural de verdad. La verdad es que no tengo claro por qué pasa todo esto. Quizá es la grandilocuencia de algunas instituciones, que quieren empezar la casa por el tejado y a veces programan cosas muy interesantes, pero para una ciudad que no tiene herramientas para comprenderlas porque se ha perdido todos los pasos previos. También está esto de que parece que todo lo de fuera es mejor... Sin embargo, no llegamos a integrarnos del todo en el panorama. No sé. Siempre tengo la esperanza de que cambien ciertas cosas, pero por ahora tengo que decir que no lo he sentido así.

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