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Juan Velasco

16 de mayo de 2021 06:00 h

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Sergio de Lope, Cristian de Moret, Luis Medina, Alejandro Hurtado, Ángeles Toledano, David de Arahal... Una nueva generación de músicos flamencos comienza a llamar a golpes en las puertas del arte jondo con trabajos que, partiendo de un respeto y conocimiento sepulcral de la tradición, avanzan hacia la contemporaneidad y hacia nuevos públicos por distintas vías.

Y todos ellos, a pesar de que cada uno tiene un origen distinto, tienen una vivencia común: han pasado por el Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco de Córdoba, el primero de España en ofrecer estudios superiores de Flamenco y cuna de toda una generación de músicos que, con o sin la ambición de renovar el género, ya lo está cambiando: unos como solistas, otros como acompañantes, unos desde la tradición, otros desde la vanguardia, pero todos, absolutamente todos, desde un conocimiento musical superior.

Es muy habitual que en los pasillos del Conservatorio Superior Rafael Orozco de Córdoba se mezcle con naturalidad un importante caos sonoro. Entre sus muros coinciden los estudiantes de música clásica y los de flamenco, además de los amantes de otras disciplinas como el jazz. El muro de sonido que está definiendo a toda una generación se construyó hace más de quince años, cuando la Junta de Andalucía autorizó por primera vez que se impartieran estudios superiores de flamencología en este conservatorio.

Fue en el curso 2004-2005. Córdoba se convertía de este modo en la primera ciudad de España que ofertaba una carrera de flamenco dentro de la Educación Pública. Aquel pequeño hito animó sin duda a lanzarse al arte jondo a cientos de andaluces que amaban el flamenco pero que, cuando hablaban de ser guitarrista o ser cantaor (de ser flamenco, en definitiva) muy a menudo se encontraban otro muro: el de la incomprensión paterna. Por cada sueño flamenco había un “tienes que estudiar una carrera” por respuesta. 

Pues bien, Córdoba la ofreció. Y, con ello, entró en el conservatorio una generación impresionante de guitarristas, pianistas o instrumentistas que, con el paso del tiempo, han comenzado a brillar con fuerza en los escenarios y en los estudios de grabación. A todos ellos se unió, una década después, ya en el curso 2014-2015, los estudios de cante flamenco. Y con ello, una última puerta, hacia el conocimiento profesional y casi completo del arte jondo.

Ángeles Toledano y Luis Medina

Por esa última rendija se coló, por ejemplo, la cantaora Ángeles Toledano (Villanueva de la Reina, Jaén), que, solo en los últimos meses, ha prestado su voz a los trabajos del productor Fernando Vacas y el guitarrista Luis Medina, y que ahora anda grabando su primer disco con dos figuras del flamenco cuyo nombre no se atreve a decir, aunque con solo mencionarlo se le ilumina la voz. 

Toledano, que atiende a Cordópolis desde su pueblo, recuerda cómo abandonó sus estudios de Derecho para entrar formar parte de la segunda promoción de Cante Flamenco del Conservatorio Rafael Orozco. “Fue la mejor decisión que tomé en mi vida”, afirma ahora la cantaora, que reconoce que le costó imponerse sobre el canon educativo imperante. La artista, además, ya había pasado por Cristina Heeren, donde estuvo becada, mientras estudiaba Derecho en Sevilla. Sin embargo, Córdoba ofrecía entonces lo que no ofrecía ninguna otra ciudad: un grado superior de cante flamenco.

Hace unos meses, Toledano le prestó su voz a El rinconcillo, una canción compuesta y escrita por Luis Medina y dedicada a Paco de Lucía. Medina comparte con Toledano estudios tanto en Córdoba como en Cristina Heeren, donde el tocaor también estuvo becado. El músico y compositor está en plenos ensayos de la puesta de largo de su primer disco (Movimiento, 2020), un trabajo que ha venido a confirmar que no fue un golpe de suerte los dos años seguidos en los que se vino con premio del Festival Internacional de las Minas.

El guitarrista recuerda hoy que, cuando entró en el Conservatorio, ya llegaba formado en flamenco tras años de estudio con El Tomate. Sin embargo, el Rafael Orozco le aportó una amplitud enorme: “El Conservatorio te aporta otras cosas que no se aprenden fuera. Una visión más profunda de la música (armonía, análisis, lenguaje musical, historia de la música). Te forma un poco más como músico, aunque no tanto como flamenco”, señala Medina, que ha compuesto su disco apoyado en otros dos alumnos prodigio del Rafael Orozco: el percusionista cartagenero Javier Rabadán, que ha trabajado con Antonio Canales, Daniel Navarro, David Pastor o Farruquito, y el bajista onubense Juanfe Pérez, que, sin ir más lejos, este viernes aparecía en los créditos de Dime, de Rosario La Tremendita, con la que gira habitualmente.

Sergio de Lope y Cristian de Moret

Estos dos instrumentistas flamencos, junto con el guitarrista David Caro (licenciado matrícula de honor en el Rafael Orozco), forman parte, a su vez, de la super banda que acompaña al flautista y compositor Sergio de Lope (Priego de Córdoba), que ha publicado también este viernes su nuevo trabajo Ser de luz. Saludado como uno de los músicos flamencos más importantes de su generación, el instrumentista prieguense también estudió en el Conservatorio de Córdoba, desde donde pasó a los tablaos y festivales flamencos con un éxito singular: fue Filón Minero en las Minas de la Unión y premio a Músico Emergente del Mediterráneo por la Berklee School of Music.

Tras la publicación de su primer trabajo, A night in Utrera, Sergio de Lope planteó su segundo disco a la inversa: quiso girar con el proyecto antes de grabarlo, para que así las canciones fueran mutando antes de entrar en el estudio. El resultado es un disco imponente que, de nuevo, rompe los límites de la tradición en su encuentro con músicas como el rock, el jazz y la electrónica.

Unos elementos que también están presentes en Supernova, el primer LP del cantante, multiinstrumentista y compositor onubense Cristian de Moret, otro de los ilustras licenciados jondos en Córdoba. De Moret es la última sensación del flamenco contemporáneo gracias a su primer disco, que combina letras populares con arreglos electrónicos, eléctricos y de raigambre negra, y en el que la verdadera protagonista es su voz, un quejío agitanado, a menudo comparado con el de Camarón de la Isla.

De Moret recuerda con un enorme cariño su paso por Córdoba, donde llegó a compartir piso de estudiantes con Sergio de Lope. “Yo en Córdoba pasé los mejores años de mi vida. Yo considero que es mi segunda casa. La anhelo, siempre quiero volver”, dice Cristian de Moret, que también estuvo becado en Cristina Heeren, pero que, al igual que el resto, acudió a Córdoba por la razón más sencilla: “Era el único sitio que tenía un grado superior de flamenco”.

Pianismo flamenco

En la frontera entre lo clásico, lo contemporáneo y el jazz se mueve también el pianista, compositor y profesor Alfonso Aroca (Mengíbar, Jaén) uno de los más veteranos exalumnos del conservatorio y también uno de los primeros en brillar a nivel internacional. Lo hizo tras más de quince años investigando el flamenco y el piano y colaborando con artistas como Martirio, Dulce Pontes, Silvia Pérez Cruz, Raimundo Amador, Chambao o Chicuelo.

Fue con su primer disco, Orilla del Mundo, que fue nominado a los XVI Premios Flamenco Hoy de la Crítica Nacional de Flamenco, lo llevó de gira por todo el mundo, le permitió llevarse premio como instrumentista en Las Minas, e impartir clases como profesor en la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña).

De la misma generación son (año arriba, año abajo), otro gran pianista flamenco cordobés, Juan Antonio Sánchez, que acaba de publicar su segundo LP, Dentro; y Chico Pérez, que publicó el año pasado Gruserías bajo la dirección del productor Paco Ortega (Diego El Cigala, José Mercé o Niña Pastori).

Una cantera inagotable de tocaores

Aunque, si algo está produciendo el conservatorio en los últimos años es una nómina de guitarristas flamencos de nivel altísimo. Y, entre todos ellos, brilla el nombre de Alejandro Hurtado, guitarrista habitual de la cantaora Mayte Martín y bordón minero en Las Minas en el año 2017, un galardón que recogió tras años en los que había quedado desierto y en el mismo ejercicio en el que se licenció con Matrícula de Honor y Premio Extraordinario fin de carrera.

Curiosamente, el anterior bordón minero se entregó tres años antes, en 2014, y se lo llevó otro licenciado del Rafael Orozco. Fue José Tomás Jiménez, uno de los solistas contemporáneos más venerados por los amantes del arte jondo por su conocimiento del género, su técnica depurada y su calidad compositiva.

Algo mayor es Javier Patino, uno de los primeros licenciados en Guitarra Flamenca en el Conservatorio de Córdoba, y acompañante de, entre otros, José Mercé y Esperanza Fernández, además de autor de tres discos, el último Deja que te lleve, publicado en el año 2019.

En el lado opuesto está la generación más joven, algunos de ellos todavía en plenos estudios. Entre ellos suena con fuerza el nombre del guitarrista sevillano David de Arahal, que acaba de lanzar su primer single Campanas de la Victoria, la antesala de lo que será Mar Verde, su primer disco, que contará con colaboraciones de artistas como Antonio Canales, Miguel Poveda, Israel Fernández, Sandra Carrasco o David el Galli, entre otros.

En esta nueva generación brillan otros nombres, apúntenlos: Benito Bernal, Rubén Lara, Javier Conde, Ángel Flores y Antonio Gómez. Detrás vendrán otros. El Conservatorio de Córdoba ya tiene competencia, aunque, por el momento, seguirá siendo la referencia para quienes quieran terminar sus estudios superiores de flamenco.

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