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La Bienal de Fotografía sube el telón para explorar la impureza de la imagen

Inauguración de la Bienal de Fotografía de Córdoba | RAFAEL MELLADO

Redacción Cordópolis

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La Bienal de Fotografía de Córdoba ha subido el telón este viernes para sumarse al debate sobre la pureza y la originalidad de las imágenes en su decimosexta edición, que se desarrollará hasta el 19 de mayo en numerosos espacios de la ciudad y está organizada por la Delegación de Cultura y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento con la colaboración especial de Afoco.

Se trata, como recordó la alcaldesa, Isabel Ambrosio, en el acto inaugural, celebrado en la Sala Vimcorsa, del “decano de los festivales fotográficos de nuestro país y una de las manifestaciones culturales más importantes de las que se celebran en nuestra ciudad”. Trece exposiciones abrieron sus puertas en la jornada inaugural, en la que se llevó a cabo un recorrido por distintas sedes en compañía de artistas y comisarios.

“Desde que en 1985 se presentara la primera edición de esta Bienal de Fotografía”, señaló la alcaldesa, “han sido más de 250 las exposiciones y actividades que han pasado por la ciudad, entre conferencias, mesas redondas…, donde han participado los más influyentes historiadores, investigadores, editores y coleccionistas. En esta edición seguiremos sumando desde la certeza de que sus organizadores han hecho un gran trabajo, a la altura de las 15 ediciones anteriores”.

La presente edición, que lleva el título de Imágenes impuras, “nos propone una reflexión sobre la originalidad de la fotografía y la idea de que, cada vez más, las imágenes se construyen a partir de otras imágenes, a lo que contribuye de forma determinante en este momento la eclosión de nuevos dispositivos destinados a este fin”. Así quedó de manifiesto en el recorrido inaugural, que permitió comprobar la variedad y calidad del programa de esta decimosexta edición de un acontecimiento que, según Ambrosio, “nos permite capturar imágenes con las que poder recordar y recrear los sucesos que pasan a nuestro alrededor”.

Exposiciones y actividades

La Sala Vimcorsa, escenario del acto institucional de inauguración, acoge, en el marco de la sección oficial, coordinada por Óscar Fernández, la exposición Constelaciones de lo intangible, de Luis González Palma, un proyecto de la Fundación Telefónica comisariado por Alejandro Castellote. El guatemalteco propone un viaje circular por las constelaciones temáticas que orbitan alrededor de su obra en un ciclo de permanente ida y retorno, mostrando un recorrido paralelo por la historia de la fotografía, con menciones al Barroco, la pintura prerrafaelita y las dos corrientes antagónicas que han marcado el arte latinoamericano durante el siglo XX: la figuración y la abstracción.

González Palma, según Castellote, es “uno de los autores más importantes” de la fotografía latinoamericana; “mirar a través de su obra” permite comprobar “todos los cambios que se han ido haciendo en el uso de las imágenes” en este territorio. “Conforme su trabajo ha ido creciendo se ha hecho mucho más complejo”, incorporando “materiales de archivo, documentación, capas que tienen que ver con el poder y su relación con la violencia”. “La identidad y la memoria, tanto la individual como la colectiva”, son, indicó el comisario, elementos “fundamentales” en el trabajo de este artista, así como, en su última etapa, “la representación de lo no visible”. Constelaciones de lo intangible es, según González Palma, “una especie de retrospectiva” de los trabajos que realizó desde sus inicios, en 1989, hasta 2015, un momento en el que decidió centrarse en “otras indagaciones”. “Veo esta muestra con cariño pero con distancia”, afirmó, antes de subrayar una idea ya apuntada por el comisario: su deseo, que sigue vigente, de “representar lo ausente, el vacío, y lidiar con las formas de representación: qué es lo que vemos, cómo lo vemos, para qué lo vemos”.

Vimcorsa fue la penúltima parada de un recorrido que arrancó en Casa Árabe con la inauguración de la colectiva En un instante Marruecos, perteneciente al apartado de exposiciones invitadas. M’hamed Kilito, Mehdi Mariouch, Imane Djamil, Yasmine Hatimi, Yoriyas Yassine Alaoui, Abdelhamid Belahmidi, Abderrahmane Marzoug, Nadia Khallouki son los participantes en esta muestra que pudo verse en PHotoESPAÑA 2018. Todos coinciden en realizar una fotografía notablemente informativa, casi con vocación sociológica, cuyas narrativas se dirigen a un hipotético espectador no necesariamente extranjero pero quizá sí ajeno a determinadas realidades del país marroquí. Se trata, asimismo, de proyectos exploratorios en los que la fotografía es también una vía de autoconocimiento tanto en lo que se refiere a la persona del artista como en lo tocante a su relación con el entorno y con la sociedad.

La siguiente escala del recorrido es la Casa Góngora, que acoge en esta edición tres exposiciones de la sección paralela, coordinada por José Barranco y Manuel Lama. Plates XX, del sevillano Nano Orte, supone una puesta en escena de una parte del archivo fotográfico creado por el artista, que ilustra los estilos de vida y los modos de representación occidentales desde el Renacimiento hasta la modernidad. Este archivo lo conforman cientos de fotografías de detalles de libros de obras maestras de la pintura. Paul, de la madrileña Cristina Galán, parte de la idea de que la saturación de imágenes que vivimos en nuestra sociedad afecta de un modo especial a nuestro sentido de identidad.

Las fotografías de este proyecto exploran, desde el ámbito tradicional del retrato, la subversión de la identidad y la aparición de lo siniestro bajo la superficie visualmente pulida de la realidad. Las imágenes son como fotogramas de una película de ciencia ficción distópica y la propuesta remite a obras literarias de este género como Un mundo feliz de Aldous Huxley. La muestra recoge, según la autora, “ese soma de felicidad, ese mundo de plástico” que conecta con “lo siniestro y lo antihumano” a partir de la vida de un personaje, Paul, eternamente sonriente, con una estética publicitaria y sesentera y contraponiendo “lo oscuro y lo naíf”.

Por su parte, el barcelonés Jorge Conde se interroga sobre la función social del arte, el presente y el futuro de la institución artística y su evolución y sentido en No hay tal lugar: en el tiempo, muestra en la que profundiza en el modelo de la recuperación de espacios obsoletos y su reconversión en instituciones culturales. Para este proyecto Conde exploró “60 casos en 17 países de Europa y América”, con un “parámetro postfotográfico”: todas las imágenes son “construcciones” a partir de fotos originales. El objetivo: indagar en “una utopía de la cultura contemporánea”.

Secciones oficial y paralela

La primera parada de la sección oficial fue Malkovich, Malkovich, Malkovich: homenaje a los maestros de la fotografía, de Sandro Miller, en el Teatro Cómico Principal. Miller homenajea a los fotógrafos que contribuyeron a moldear su propia carrera en una muestra que llega a Córdoba de la mano de diCHromA Photography y que incluye imágenes como el retrato de Irving Penn a Truman Capote, arrodillado sobre una silla en un rincón, o las fotos de Bert Stern a una sensual Marilyn Monroe.

Un proyecto en el que el actor John Malkovich muestra su camaleonismo mutando en todo tipo de personajes: Albert Einstein, Che Guevara, John Lennon, Andy Warhol… Anne Morin, directora de diCHromA Photography, definió a Miller como un “gran fotógrafo de publicidad que trabaja para las grandes marcas y la prensa americana”, trabajos que “le permiten nutrir sus proyectos personales”. Miller decidió hace unos años, a raíz de que le fuera diagnosticada una enfermedad, “hacer un homenaje a los grandes fotógrafos que han influenciado su visión, su carrera fotográfica, y aquí están todos”, en un “museo imaginario”.

Y para ello recurrió a su amigo John Malkovich, “uno de los grandes actores del siglo XX”, y a la película Cómo ser John Malkovich de Spike Jonze (1999). La exposición se completa con un vídeo que explica el proceso seguido por Miller y su equipo. En él “hay un instante en el que realidad y ficción se intercambian y se confunden”. Todas estas imágenes “están aquí para engañarnos, pero cada visitante irá encontrando su tesoro”. Y, en cualquier caso, “hay un gran respeto hacia la obra original”.

Frente a este espacio, la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores acoge la exposición invitada Selección fotográfica de la Primera Liga de la Federación Andaluza de Fotografía, de autores socios de la Federación Andaluza de Fotografía.

La parte matinal del recorrido concluyó en el Colegio Oficial de Arquitectos con la inauguración de la exposición Almas en tránsito, de Carlos Grande, de la sección paralela, sobre la ciudad etíope de Lalibela. El autor muestra a través de 20 imágenes el ambiente místico de peregrinaje, oración, recogimiento y melodía que caracteriza a esta ciudad, cuyo conjunto de iglesias fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978. Un lugar que “congrega a gran cantidad de peregrinos a lo largo de todo el año”, según el jerezano, que explora en esta propuesta las entonaciones poéticas de “un lugar en el que el cielo y la tierra se unen”.

La sesión vespertina arrancó en el IES Luis de Góngora con la exposición Islandia: la inmensidad del paisaje, de Luis Vioque, también de la sección paralela. El autor, natural de Madrid, considera que Islandia cambia la forma de mirar del visitante. Las montañas, los ríos, los glaciares, las cascadas, los volcanes y en general los paisajes de este país provocan la sensación de estar en otro planeta, un planeta donde las cascadas caen directamente del cielo, donde se pueden tocar las nubes que descienden por las laderas de las montañas y los glaciares se diluyen en el mar. Al mismo apartado de la Bienal pertenece, en las Galerías del Cardenal Salazar de la Facultad de Filosofía y Letras, Iron Kids. La militarización de la educación en Ucrania, de Diego Ibarra, sobre el conflicto armado en Ucrania entre las fuerzas de Kiev y los separatistas de Donbass. Y también Icno, de Benito Alcón, en el Centro de Arte Pepe Espaliú, con imágenes que forman parte de un amplio archivo personal de capturas digitales de fósiles de los museos de Ciencias Naturales y Geominero de Madrid.

Este espacio acoge también una propuesta de la sección oficial, Sobre cómo una Uva puede Flotar en el Océano, de Javier Arce, que recupera la figura del fotógrafo del siglo XIX Antonio Cavilla poniendo en práctica sus ejercicios de revitalización de esta disciplina, desde la óptica actual de la postfotografía. La exposición está comisariada por Javier Orcaray y cuenta con la colaboración del Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya.

El recorrido llegó en su penúltima escala a la Sala Vimcorsa y concluyó en la Galería Ignacio Barceló (Afoco) con Circo, de la cordobesa Victoria Adame, sobre la rutina de unos personajes que al apagarse las luces se convierten en personas de carne y hueso.

El programa de la sección oficial se completa con Simulacrum Bourrée, de Jordi Bernardó (Centro de Arte Rafael Botí), que será inaugurada el 11 de abril. El apartado de exposiciones invitadas también recoge Córdoba. 100 fotografías para la Historia, que, coordinada por el Archivo Histórico Provincial y comisariada por Antonio J. González, puede verse desde el 5 de marzo en distintos espacios; Mírame, de autores ganadores del concurso fotográfico homónimo de la Casa de la Juventud (calle Gondomar, a partir del 22 de abril), y 50 fotografías con historia. Una mirada a la historia de la fotografía en España en los últimos 80 años (en el Paseo de la Victoria a partir de abril, de la mano de Acción Cultural Española y Signos Editores).

Conferencias, talleres y mesas redondas, entre otras, componen el programa de actividades complementarias de la Bienal, coordinado por José F. Gálvez y en el que participan personalidades como Rafael Doctor, Marisa Vadillo, José María Mellado, Juan Pedro Revuelta o Pepe Ortega.

La XVI Bienal de Fotografía de Córdoba cuenta con la coordinación general de Juan Carlos Limia, Emeterio Gavilán y José María Casas y la colaboración de numerosas instituciones y organismos.

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