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La UCO investiga la identificación de las variedades mejoradas de trigo más resistentes al calor

Uno de los campos de trigo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo.

Redacción Cordópolis

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La Universidad de Córdoba (UCO) participa en un estudio internacional que analiza 54 líneas de trigo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) mejoradas genéticamente para determinar cuáles responden mejor a las altas temperaturas.

Según ha indicado la institución universitaria en una nota, el trigo ocupa por méritos propios un lugar en el podio de los alimentos más importantes del mundo, pues “supone la base alimenticia de más de 2.500 millones de personas, aporta el 20% de la proteína consumida a nivel mundial y proporciona, según la FAO, más calorías que cualquier otro cereal”.

Su productividad a largo plazo, sin embargo, se ve amenazada, entre otros factores, por el aumento de las temperaturas. El estrés por calor, un fenómeno en aumento debido al cambio climático, afecta a su rendimiento, un hecho que necesita soluciones urgentes teniendo en cuenta que, además, según algunas estimaciones, la población alcanzará los 9.000 millones de personas en 2050.

En busca de soluciones que garanticen la sostenibilidad de este cereal, un estudio internacional en el que participa la UCO ha analizado un total de 54 líneas de trigo generadas por el Cimmyt, una organización internacional de investigación ubicada en México y que lleva más de 60 años desarrollando genotipos mejorados genéticamente de trigo y maíz.

La investigación tuvo como objetivo establecer cuáles de las 54 líneas de trigo analizadas responden mejor a las altas temperaturas. Concretamente, según ha señalado el investigador responsable del trabajo en la UCO, Carlos Guzmán, “el estudio revela que diez de estos genotipos toleran mejor que el resto el estrés por calor”.

“La mayoría de ellos corresponden a líneas generadas recientemente por el programa de mejora, lo que demuestra la eficacia de la mejora genética para afrontar este problema si se hace la inversión necesaria”, ha subrayado el autor del estudio.

Las líneas han sido cultivadas en la estación experimental Ceneb, Sonora (México), cuna de la Revolución Verde, y en la que predomina un clima desértico. Los genotipos del cereal fueron plantados en febrero, tres meses más tardes de lo habitual, para hacer coincidir su floración y llenado de grano con los meses de más calor.

Según los resultados obtenidos, los genotipos que mejor respondieron a las altas temperaturas fueron capaces de producir 2,4 toneladas de trigo por hectárea, “una cantidad bastante razonable en este tipo de ambientes y que podría contribuir a mantener una productividad aceptable para esas condiciones”, ha afirmado Carlos Guzmán.

El estudio no solo se centra en la cantidad de trigo que podrían producir estas variedades, sino también en la calidad del grano, un factor que depende en buena medida de la cantidad y calidad de proteína y que supone un elemento clave para que el grano pueda ser comercializado para su uso en la elaboración de productos como la pasta o el pan.

Los resultados del trabajo revelan que “la calidad del grano no ha disminuido con el estrés en ninguno de los diez genotipos que mejor resisten al calor”, lo que posiciona a estas líneas como candidatas a ser utilizadas frecuentemente en programas de mejora o ser liberadas como variedades en regiones o países donde el estrés por calor es habitual. Todo esto, con el objetivo de generar trigo resistente al calor que garantice la sostenibilidad de un alimento básico que debe continuar alimentando al mundo.

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