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Aplazadas al 22 de marzo las declaraciones de los investigados por la muerte de dos militares en Cerro Muriano

El dispositivo de búsqueda de los dos militares en Cerro Muriano, el pasado diciembre.

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El Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla ha aplazado del día 21 de este mes al día 22, las comparecencias previstas de los tres mandos investigados por la muerte del soldado Carlos León Rico, de 24 años y natural de El Viso del Alcor (Sevilla), y del cabo cordobés Miguel Ángel Jiménez Andújar, durante unas maniobras en la base de la Brigada Guzmán el Bueno X de Cerro Muriano (Córdoba), donde fallecieron ahogados en un ejercicio de cruce de un lago artificial.

Según fuentes del caso consultadas por Europa Press, la citada instancia ha emitido una providencia con fecha de 7 de marzo, o sea del pasado jueves, acordando suspender las comparecencias que había fijado para el día 21 de marzo al objeto de que presten declaración los tres investigados en esta causa. En la misma providencia, según tales fuentes, el juzgado señala para el día siguiente, el 22 de marzo, la citación de los mencionados mandos investigados, respecto a los cuales rechazaba recientemente las medidas de prisión provisional solicitadas para el capitán, por parte de la representación de la familia del soldado sevillano fallecido, y para todos ellos en el caso de la familia del cabo cordobés.

Según la acusación particular que ejerce la familia del soldado sevillano fallecido, de los hechos serían responsables el general de la Brigada X Guzmán el Bueno del Ejército de Tierra, dos coroneles -tanto el que aprobó las maniobras como el que estaba al mando aquel día-, el teniente coronel, el comandante, el capitán que dirigía el ejercicio, dos tenientes y el sargento, unos como autores y otros como cooperadores necesarios.

Sin medidas de seguridad

Y es que en la maniobra, le fue ordenada a la tropa atravesar un lago artificial de la base de Cerro Muriano “sin contar con las más elementales medidas de seguridad, asumiendo” los citados mandos militares “el riesgo extremo que con ello se podría ocasionar, a sabiendas de forma consciente y contemplando que lo más probable es que en caso de que ocurriera una situación como la que ocurrió, no se contaba con las medidas de seguridad adecuadas”, según el letrado Luis Romero.

“Eran plenamente consciente de ello, pues muchos de los testigos narran que le habían propuesto dejarlo para otro día, pero el capitán no quiso. En esta línea, llama la atención lo manifestado por un soldado, refiriendo que el capitán dijo: 'Me suda la polla, todo el mundo para adentro'”, detalla el relato de esta acusación particular. Al hilo, señala los testimonios que “refieren que algunos soldados tragaron mucha agua y se desmayaron, quedaron inconscientes y perdiendo el conocimiento, y otros llegaron a sufrir hipotermia, dañando la integridad física de muchos de los participantes” en el ejercicio.

No quiso “aplazar la práctica”

Para el letrado, pesa “la imputación objetiva en el presente supuesto, pues el capitán se hallaba en posición de garante, habiendo podido evitar el fatal resultado de dos muertes mediante la acción que le era exigible y ha omitido, en este caso, asegurarse de disponer de las medidas de seguridad adecuadas; y en caso de que no se tuvieran, haber aplazado la práctica, algo que fue propuesto por muchos de los soldados”.

La representación de la familia del soldado sevillano fallecido añade que el coronel que aprobó la maniobra sabía que la misma no estaba incluida en el Plan de Instrucción Básico de un soldado de infantería; mientras la defensa del capitán precisa de su lado que el ejercicio en cuyo desarrollo acontecieron estas muertes, el cruce de un lago artificial, no está “regulado específicamente en ninguno de los casi ”300 manuales“ de un informe del Estado Mayor.

“Las demás figuras referidas forman parte de la cadena de mandos responsables y transmiten las órdenes del coronel, personas que deberían haber supervisado que todo fuera correcto y estuviera legalmente establecido, algo que tampoco se hizo”, agrega además la familia del soldado fallecido; insistiendo en que la supuesta “línea de vida” instalada en el lago “no era tal, sino que simplemente era una cuerda guía, que además parece ser que fue soltada por las personas que se encontraban en la orilla, obedeciendo la orden del capitán”.

Todo, ello, en un marco en el que “no había ningún socorrista ni equipos de salvamento (tales como flotadores salvavidas, etc.) ni personal para ello al lado del lago supervisando la práctica de la maniobra de vadeo”; así como tampoco había “ambulancia ni personal sanitario o facultativos de emergencia”.

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