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Radiografía del sector del hogar en Córdoba: precariedad en un trabajo clave para la conciliación

Una empleada del hogar limpiando el cristal de una ventana

Alejandra Luque

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Conocer cuántas empleadas del hogar hay en la provincia de Córdoba es, sencillamente, imposible. Son muchos los lastres que acucian a esta profesión, entre ellas, la economía sumergida. Pero esto no es más que un fiel reflejo de la precariedad, de la vulnerabilidad y de la infravalorización que sufren estas trabajadoras. En femenino, porque se trata también de un sector profundamente feminizado.

El calendario refleja que este miércoles es el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar; de aquéllas que forman parte de la lista de afiliadas a la Seguridad Social y de aquéllas que trabajan en hogares, que son imprescindibles para las familias, pero que son invisibles para el Estado. Según los datos publicados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, a fecha de febrero de este año, había 3.410 personas afiliadas en el Sistema Especial de Empleados del Hogar.

Con esa cifra, Córdoba es la décimo novena provincia española que más personas tiene contratadas en este sistema, liderando el ranking nacional Barcelona, con 46.173. Los registros nos impiden ir más allá para conocer cuál es el perfil de estas trabajadoras o cómo son sus contratos. Sólo algunos datos se conocen a año vencido gracias al informe que realiza el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).

Sin embargo, esa cifra -3.410 empleadas- no ofrece, ni de lejos, el número de personas que realmente trabaja haciendo labores en el hogar, que no se limitan a la limpieza de la vivienda, sino también al cuidado de los hijos o de los mayores, a las tareas de plancha o de la cocina e, incluso, al trabajo de conducción. Sindicatos como CCOO y UGT aseguran que la cifra de empleadas del hogar es “altísima” para la que refleja el Ministerio debido a la economía sumergida. Se desconoce, también, el salario medio y si, incluso, el sueldo evita o no el riesgo de pobreza.

Para establecer un perfil de trabajadora del hogar hay que remitirse al informe del Observatorio de las Ocupaciones del SEPE. El más actualizado es el publicado en 2021, relativo a 2020, año en el que irrumpió la pandemia. A pesar de ello, según el documento, el sector de las trabajadoras del hogar no estuvo entre las diez actividades económicas que registró más paro, aunque sí bajaron levemente los afiliados, situándose en 3.807 en 2020 mientras que en 2019 fue de 3.850 trabajadoras. De esas 3.807 personas, 3.804 estuvieron contratadas por cuenta ajena y sólo tres estaban registradas como autónomas.

En relación a los contratos, durante 2020 se firmaron 568 contratos indefinidos, por lo que la fórmula contractual en este sector es por horas. Del total de trabajadoras afiliadas, cerca del 34% tienen entre 45 y 54 años.

El problema social que se esconde tras la economía sumergida

Según han informado diferentes fuentes a este periódico, “la lectura de esta enorme economía sumergida debe hacerse desde muchas ópticas porque no se trata únicamente de que el empleador no quiera formalizar un contrato”. Hay ocasiones en las que “sí es así por que no se quiera o por que la familia no pueda”. También se da el caso, apuntan otras fuentes, de que son las propias trabajadoras las que piden no formalizar un contrato porque, por otro lado, se encuentran cobrando algún tipo de ayuda. El empleo supone, así, una form de llegar a un sueldo que permita, medianamente, vivir. El miedo a ser descubiertas lleva a estas trabajadoras a no ofrecer su testimonio.

Desde CCOO apuntan que las trabajadoras del hogar también arrastran otro problema: la infradeclaración de las horas. Es decir, cuando una empleada está contratada por 20 horas semanales pero realiza el doble. “Ajustan las horas con la trabajadora para cobrar lo mismo aunque en el contrato esté cotizando por menos tiempo”. No obstante, puntualizan desde el sindicato, “lo habitual no es que una persona trabaje de lunes a viernes en una casa, sino que una misma empleada lo haga en diferentes casas”.

Conocedoras de la dificultad de estar aseguradas, las plataformas web de búsqueda de trabajo se llenan de peticiones buscando empleo como empleada del hogar en las que nadie pide estar dada de alta en la Seguridad Social. Lo realmente importante es poder llevar un sueldo a casa.

Cabe recordar que sólo es a las trabajadoras afiliadas a las que les correspondería el derecho a paro que el Ministerio de Trabajo ha prometido aprobar durante este año, aunque la justicia ya está empezando a aplicar la sentencia europea que reconoce el paro a las empleadas del hogar.

 La feminización del sector

Al igual que ocurre con el sector de las limpiadoras, el de las trabajadoras del hogar se encuentra gravemente feminizado. Según las cifras del informe del SEPE, cerca del 97% de las personas afiliadas en este sistema son mujeres. Aquí subyace el resultado de décadas y décadas relegando las tareas de los cuidados en las mujeres; un hecho que supone problemas para los hogares en los que los dos progenitores, si se trata de hombre y mujer, están en paro.

La familia de Ariana (nombre ficticio) es uno de esos casos. Ella lleva media vida dedicándose a los trabajos del hogar y, aunque cuenta con un contrato en una vivienda, trabaja por horas hasta en cuatro casas más, sin contratar. Actualmente es el principal sustento de su familia ya que su marido está cobrando el desempleo. Ambos deben hacer frente a los gastos que conlleva una vivienda y dos hijos estudiando. Mientras que Ariana trabaja fuera, él se encarga de las tareas del hogar de su casa ya que la preferencia por mujeres dificulta a los hombres poder acceder a este sector.

La vulnerabilidad de las trabajadoras del hogar extranjeras

Y si complicada es la situación para las trabajadoras del hogar, más lo es aún para las mujeres extranjeras, señalan desde el CCOO. En este caso, la vulnerabilidad es máxima. “Hemos tenido casos en los que las trabajadoras nos han llamado preguntándonos cuántos descansos debía tener a la semana o si podía salir alguna tarde. ¿Cómo puede ser eso?”, denuncia el sindicato. La ausencia de redes y de familia lleva a las mujeres extranjeras a trabajar de internas en viviendas donde son sometidas, explican desde CCOO, a situaciones de “esclavitud”. Vacaciones, pagas extraordinarias o la notificación del despido por escrito, derechos laborales al fin y al cabo, suenan a extraño.

Se trata de personas que, además, no tienen regularizada su situación en España. “Para ello deben demostrar que tienen domicilio pero, cuando trabajan interna en una casa, la familia es la que debe darle autorización para empadronarse en el domicilio y eso no ocurre”. Esto les lleva a trabajar sin ningún tipo de contrato y en situación de ilegalidad. Cuando estas trabajadoras empiezan a tejer redes de confianza es “cuando empiezan a informarse, a dejar esos trabajos y a dedicarse a otros, como es el sector de la limpieza”.

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