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Carmen Reina

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Las creaciones de arte floral contemporáneo de Flora, el Festival Internacional de las Flores, han abierto ya sus puertas al público, ávido por ver las sorpresas que les deparan las cinco instalaciones que compiten este año. Flora regresa después de un año en blanco por la Covid19, como una nueva primavera postpandemia, llena de la fuerza de la naturaleza, el hilo conductor de las obras que desde las 11:00 de este viernes se han mostrado a cordobeses y turistas, que hacían largas colas de espera para entrar en cada uno de los patios.

Cordópolis ha realizado un recorrido por las cinco instalaciones, deteniéndose en cada una de ellas, en las plantas y flores utilizadas, en el resto de materiales con los que los autores -internacionales y españoles- han elaborado unas creaciones con un mensaje al unísono: la vida sigue, con la fuerza de la naturaleza, para dejar atrás la oscuridad de la pandemia.

Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral: el agua y la vida

Shane Connolly (Belfast, 1963), florista de la Casa Real Británica, ofrece en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral su obra Vidi Aquam: una suerte de estanque artificial, simulando las acequias y alcorques del propio patio del monumento Patrimonio de la Humanidad. En su interior, el agua fluye y con ella cientos de claveles rojos y fucsias, que los visitantes pueden poner a flotar, en recuerdo de las víctimas de la pandemia de la Covid19.

En un extremo del estanque, dos grandes cubos con ramos de claveles que, uno a uno y cogiendo solo la flor, invitan a cada una de las personas que ven la instalación, a detenerse y recordar a las víctimas de la pandemia. Recogimiento, sentimiento y, a la vez, explosión de color, que recogen decenas de manos con sus móviles en alto para captar la mejor imagen.

El autor, apasionado defensor de las flores de temporada, realiza así un homenaje a la capacidad purificadora del agua y lo hace para rememorar a quienes se llevó el coronavirus. La silueta de una inmensa fuente llena de claveles se dibuja en un lateral del patio, a lo largo del muro norte del interior del monumento y recuerda -como en la simbiosis de la Mezquita-Catedral-, que musulmanes y cristianos entienden el agua como un símbolo de salvación.

Posada del Potro: la fuerza de un deseo

En el patio de la Posada del Potro emerge la instalación de Terabitia, el nombre artístico que hay delante de su autora, Carolina Estévez (Madrid, 1974), ganadora de la convocatoria Patio Talento para nuevos valores del arte floral contemporáneo. Ante el visitante, al fondo del alargado patio, decenas de flores blancas -anastasias spider- componen una esfera perfecta, que simula un diente de león, esa flor que, con un solo soplo, esparce cada una de sus esporas por el aire mientras quien lo hace pide un deseo.

Y justamente eso es lo que representa la instalación que, desde esa perfecta esfera blanca, muestra una cascada de las mismas flores blancas a lo largo de todo el patio, hasta la misma entrada de la Posada del Potro. Basta con soplar un diente de león para llenar el aire de sus esporas y que se nos conceda un deseo, uniendo su delicadeza a la fuerza de mantenerse erguida en suelos áridos, pese a la dificultad, símbolo también de fuerza. Y esa simbiosis, recuerda la autora, echa la vista atrás a la fragilidad y la fuerza que el ser humano ha mostrado frente a la pandemia de la Covid19.

Museo Arqueológico: un árbol sobrecogedor recordando a 'Filomena'

En el patio del Museo Arqueológico, de repente se erige un árbol como un tótem, lleno de musgo, dátiles, ramas de naranjo secas y buganvilla. Y en el suelo, rodeadas de esculturas de aluminio que hacen de espejo, decenas de naranjas caídas, cientos de flores de buganvillas. Espejismo: reflejos del paraíso, es el nombre con el que las creadoras Inés Urquijo (Madrid, 1966) y Nuria Mora (Madrid, 1974) han denominado a este árbol que con sus dimensiones ocupando todo el espacio, quiere ser símbolo de la fuerza de la naturaleza, mientras recuerda con esas frutas y hojas caídas, los destrozos que causó la borrasca Filomena.

Como un tótem alrededor del cual gira toda la instalación, las ramas del árbol se impregnan de colores verdes, amarillos, naranjas y rosas de las especies utilizadas. Mientras, las esculturas metálicas lo reflejan todo, en medio de un patio con cuya arquitectura juegan las artistas. Para los visitantes, espectadores que rodean curiosos toda la instalación, un camino hecho con palmas invita a introducirse en la naturaleza que refleja toda la obra.

Patio de las Columnas del Palacio de Viana: arquitectura de bambú y flores

De la mano de Tom de Houwer (Bélgica, 1974), el Patio de las Columnas del Palacio de Viana se ofrece al público con la obra Fuerza interior, pura arquitectura hecha con plantas y flores. Un enorme cilindro de cañas de bambú se suspende sobre una de las fuentes circulares del patio. En el agua, verdes vainas de habas, a su alrededor, una fina capa de arena blanca, y al mirar en el interior del cilindro, lianas llenas de delicadas y coloridas orquídeas.

El artista, que gusta de medir cada detalle en su creación realmente como un artesano, quiere que el público se pare ante su obra, incluso pueda tocar las grandes cañas de bambú y mirar al interior. Detenerse también a mirar el interior de uno mismo y pensar en la fuerza interna que ha hecho posible que el mundo salga adelante tras la lucha contra la Covid19.

Esa fuerza interior es la fuerza de la naturaleza que, nuevamente, sigue el hilo conductor de las instalaciones de Flora 2021. Y que llama al descubrimiento personal, al interior de cada persona, para reflexionar ante la belleza de plantas y flores, con la vista puesta en el futuro postpandemia.

Patio Barroco de la Diputación: avanzar después de la pandemia

El quinto patio en concurso en Flora es el Barroco de la Diputación, en el Palacio de la Merced. Y es el que cuenta con una cualidad propia: el movimiento. Bajo el nombre de Hora de avanzar, el colectivo Tableau (Dinamarca), con estética industrial, ha llenado este enorme patio con una estructura metálica a la vista de los visitantes -sin trampa ni cartón, dicen-: un gran eje con un motor sirve para mover dos enormes palas metálicas, a modo de hélices, donde esparragueras grises y flores rojas de anturium, componen unos grandes conjuntos.

El público, paso a paso, rodea toda la instalación, siguiendo los cuatro laterales del patio, mientras a la vez se mueve la propia creación. Ese movimiento es el mensaje propio de los creadores, que llaman a recordar que es la hora de dejar atrás la pandemia, de aprender de lo pasado y mirar al futuro. Movimiento, fuerza y brillos metálicos se suman en una obra que llama al optimismo, al tiempo nuevo que viene después de dejar atrás lo sufrido con el coronavirus y sacar fuerza para mirar adelante.

Para adictos a Flora: un patio más fuera de concurso

Y para quienes aún se hayan quedado con ganas de más, un patio más, una obra más, aunque fuera de concurso. Herman de Vries ha instalado su obra 250 kilos de flores de lavanda en el Centro de Arte Contemporáneo (C3A), al otro lado del Guadalquivir. El nombre no llama a engaño: el espectador podrá ver una enorme alfombra lila compuesta por kilos y kilos de lavanda, una visión sugerente que se completa con el característico olor de esta planta.

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