Un 8M por la corresponsabilidad o cómo implicar a los hombres contra la desigualdad

Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, el manifiesto que se leerá en Córdoba tras la manifestación volverá a reclamar que las tareas de los cuidados familiares y sociales no recaigan mayoritariamente en las mujeres, poniéndolas en desventaja -en desigualdad- frente a los hombres en el resto de ámbitos de la vida. Se reclamará la igualdad real en la vida de mujeres y hombres, contra esa brecha de base que expertas señalan cómo afecta al resto de ámbitos y donde es clave la participación corresponsable de los varones. Clave en ese “equilibrio de tiempos” que también centra y se reclama desde el programa de actividades del Ayuntamiento de Córdoba por este 8M.
“A día de hoy, avanzar en igualdad es dar el salto de la conciliación a la corresponsabilidad”. Quien realiza esta afirmación es la economista y experta consultora de género Carmen Castro García, impulsora en su día de la petición de permisos igualitarios por nacimiento o adopción para hombres y mujeres, precisamente para equilibrar esos tiempos de cuidados. En unos días, pronunciará en Córdoba una conferencia para abordar los cuidados y la corresponsabilidad como claves en el avance hacia la igualdad entre mujeres y hombres que se reivindica el 8M y, sobre ello, ha avanzado algunas claves en conversación con Cordópolis.
“La necesidad de conciliación nos afecta a todas las personas, conciliar los tiempos de responsabilidades laborales, familiares, las personales y las sociales. Y ahí surge 'la casualidad': hay una gran brecha entre quienes tienen dificultad para hacerlo que son, fundamentalmente, las mujeres. Entre los hombres, hay una especie de 'miopía': no ven la necesidad de implicarse, no llegan a verlo, no lo perciben”. Por eso, advierte, es clave esa implicación de los varones en la lucha contra la desigualdad de género.
Se trata de que la población masculina vea esa necesidad de equilibrar las tareas de cuidados, de involucrarse y de cómo el mayor coste que asumen las mujeres actualmente por ello, genera la brecha de desigualdad entre géneros. “Esa brecha de género por el factor cuidado es determinante e influye en otras brechas, donde las mujeres están en situación desventaja”, explica Castro García. “Y eso no está resuelto, los indicadores nos dicen que la brecha de género no se reduce. Se sigue asentando la división sexual del trabajo y los roles que hemos aprendido de manera diferente mujeres y hombres”.

'Miopía' para ver la desigualdad
Y los datos lo avalan: en edades entre los 30 y 45 años, son seis de cada diez las mujeres que se ocupan prácticamente en exclusividad de las tareas domésticas, cuando en los varones no llegan ni al 15%, muestra esta experta. Y eso se agrava, avisa, con la educación: “En general, a los niños, los jóvenes y los hombres adultos no se les ha educado para aprender a ver la desigualdad”. “Esa 'miopía' se acaba convirtiendo en una característica bastante generalizada en la población masculina y no perciben esa desigualdad”.
¿Qué hacer ante esta realidad? ¿Cómo cerrar esa brecha de género? Esta experta en modelos de bienestar y políticas de igualdad aboga precisamente por que la sociedad sea capaz de “explicitar cómo atender las necesidades de cuidados” de todas las personas, cómo hacerlo, cómo organizarlo, con qué políticas y cómo repartir equilibradamente ese tiempo de dedicación entre mujeres y hombres. “Porque si no, se actúa por inercia, y la inercia de lo aprendido es que las mujeres sean las que se ocupen de eso”.
En esa búsqueda del reequilibrio de los tiempos, de la corresponsabilidad, está el uso de los tiempos como un factor clave. El Instituto Nacional de Estadística (INE) no publica una encuesta sobre el empleo del tiempo a nivel nacional desde el año 2010: “El estudio de los usos del tiempo es un indicador clave para ver cómo están cambiando, qué hacemos las mujeres y los hombres respecto al tiempo de trabajo, de descanso, de cuidados, de ocio, de tareas domésticas…”.
Muchos indicadores, por ejemplo de empleo, muestran esa realidad, con la temporalidad mayoritaria en trabajos de mujeres por no poder dedicar más tiempo a causa de sus ocupaciones en el hogar y los cuidados, o directamente en la tasa de población inactiva o de población que menos tiempo dedica al ocio.
Acción de instituciones, empresas y sociedad civil contra la brecha de género
“¿Cómo dar ese salto de la conciliación a la corresponsabilidad? Asumiendo que ese camino a la igualdad requiere la responsabilidad colectiva, el aportar y hacernos corresponsables de cómo organizarnos, para no consentir que la brecha de género se quede ahí por inercia”, sostiene Castro García.
Y en ese objetivo, se trataría de aunar “conjuntamente la acción de las instituciones, las empresas, la sociedad civil, hombres y mujeres”. Y algo muy importante para sentar las bases de ese cambio: “Hay que incorporarlo en la estrategia de cómo educamos a niños y niñas, en aprender el cuidado, la empatía, el amor. Entonces, tendremos jóvenes que reproduzcan en menor medida comportamientos tóxicos”.

Para esta experta, la acción es de toda la sociedad, pero “las administraciones públicas deberían estar facilitando un paraguas de posibilidades, de protección de derechos, porque el cuidado también es un derecho. Y cuando eso no se facilita desde los servicios públicos y no está a tu alcance económicamente, pues se hace como siempre: lo hacen las mujeres”.
Experiencias para la corresponsabilidad hay, recuerda precisamente sobre cómo un cambio legislativo para hacer igualitarios los permisos por nacimiento o adopción provocó que los hombres que han sido padres se impliquen y ejerzan esa corresponsabilidad en los cuidados de los hijos. “Hay políticas públicas que nos dicen que es posible influir, acelerar cambios de comportamientos hacia una mayor corresponsabilidad”.
Hacia una sociedad cuidadora y contra la violencia
Y propuestas de acción hay otras muchas, pone sobre la mesa esta experta: la intervención real para hacer que la escuela pública gratuita comprendiera totalmente el tramo de 0 a 3 años, la reducción de la jornada laboral, la educación en igualdad y la ética. “Y también actuar desde las empresas, algunas ya lo hacen, flexibilizando horarios, entradas y salidas, ajustando a las necesidades de los trabajadores, apostando por la reducción de la jornada...”. La clave, sería, “una acción coordinada entre los servicios públicos, las políticas públicas y la implicación de las empresas”.
“La cuestión es qué modelo de sociedad es el que queremos y, si queremos un modelo sobre una base de igualdad, tenemos que repensarnos la organización de los recursos y su distribución. Si queremos reconocernos entre iguales mujeres y hombres, tenemos que replantear todas las brechas de desigualdad”. “Quiero pensar en que es posible avanzar hacia una sociedad cuidadora y eso es clave para acabar con la violencia de género, porque quien cuida, no mata”.

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