Siete meses salvando la vida de los más frágiles del Hospital Reina Sofía
En el Hospital Reina Sofía nacen al año entre 60 y 70 prematuros. En los últimos días, la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatología vive un ritmo frenético con el ingreso de una treintena de menores que se adelantaron a su fecha de nacer. La vulnerabilidad de estos pequeños es total. Sus órganos están muy débiles, sus sistema inmunes apenas se han desarrollado y sus aparatos digestivos no son capaces de funcionar por si mismos.
La capacidad para alimentarse es, al igual, ínfima. No pueden succionar del pecho de sus madres y protegerse del “oro líquido” que supone la leche materna. Frente a las soluciones que empleaba el Hospital Reina Sofía para alimentar a los bebés prematuros, la puesta en marcha del banco de leche materna ha conseguido que un total de 22 menores hayan sobrevivido gracias a un gesto altamente solidario.
Cristina López es una de las 56 mamás que está regalando vida en cada mililitro. Acudió al banco de leche materna nada más abrir sus puertas. En aquel momento amamantaba a su hija, que tenía 14 meses. No se lo pensó dos veces y pidió cita para saber cómo podía ser donante. En el banco le estaba esperando la responsable de la Unidad de Neonatología y Coordinadora de este nuevo servicio, María José Párraga. Durante la entrevista de 30 minutos, la doctora le informó de cómo funcionaba el banco, qué requisitos debía tener si quería ser una mama donante y cómo debía ser todo el proceso de extracción y conservación de la leche.
“La cita fue muy breve y me permitió aclarar todas las dudas con las que llegué al hospital”, cuenta esta madre, que detalla que ese mismo día le realizaron una analítica para detectar infecciones como el VIH, sífilis o Hepatitis B y C. El hecho de no derivar este cribado de enfermedades a un centro de salud permite una mayor celeridad en el proceso y una comodidad para estas mamás que desean ayudan con un gesto tan sencillo como donar el excedente de leche que no ingieren sus hijos.
La hija de Cristina tiene ahora dos años y todavía sigue tomando leche materna, aunque en menores proporciones ya que su alimentación es mucho más variada. Este amamantamiento permite a esta joven de 31 años poder seguir teniendo leche tanto para su niña como para otros bebés del Reina Sofía. La menor ya es conocedora del gesto altruista de su madre y le ayuda día a día a extraer la leche, que debe congelar hasta que sea depositada en el banco.
Hasta el momento, este servicio ha contado con la solidaridad de 56 mamás, aunque una veintena de ellas ya están dadas de baja dado que la leche desaparece cuando la lactante deja de amamantar a su hijo. En palabras de Párraga, la cifra de mujeres que han donado su leche, tanto de Córdoba y provincia, ha sorprendido al centro hospitalario ya que las expectativas eran mucho menores. Aunque el banco se inauguró en abril no fue hasta mayo cuando se suministraron los primeros biberones.
La leche materna como barrera a la enterocolitis necrosante neonatal
Los receptores de esta leche materna son los prematuros, con un peso inferior a los 1.500 gramos o nacidos a las 32 semanas, y los grandes prematuros, es decir, bebés de menos de 1.000 gramos o nacidos antes de las 28 semanas. También han recibido esta leche otros menores que han sufrido períodos de hipoxia -falta de oxígeno- durante el parto y los que se han tenido que enfrentar a operaciones digestivas.
Los beneficios de la leche materna en estos bebés son múltiples, aunque el principal es la protección que este alimento les aporta frente a la enterocolitis necrosante neonatal, “un cuadro muy frecuente en los recién nacidos prematuros, que lo es aún más cuanto mayor sea esa prematuriedad, y que tiene una mortalidad elevadísima”, cuenta Párraga. Con esta leche, el Reina Sofía busca poner una pared infranqueable para que esa mortandad se reduzca cada año.
Exhaustivo proceso de control para garantizar la mayor calidad
La donación de leche en el hospital está altamente regulada y controlada. No hay que olvidar que los receptores son menores muy vulnerables por lo que los cuidados siempre serán pocos para garantizar su salud y la tranquilidad de sus padres. Una vez que la madre donante se saca leche debe congelarla hasta el día en que la traiga al Reina Sofía. Ya en el banco de leche, las dos trabajadoras que se encargan de su tratamiento someten a este alimento a un proceso de pasteurización para erradicar posibilidad de transmisión de cualquier microorganismo.
Previo a este proceso, que se realiza una vez a la semana, se toman muestras de la leche que se envían al servicio de Microbiología del hospital. Terminada la pasteurización, las profesionales realizan esta prueba de nuevo para constatar la buena calidad de la leche. El análisis es tan sumamente exhaustivo que permite conocer el contenido proteico y calórico de cada lote de leche donada. Esta información ayudará a una mejor distribución de este alimento ya que puede darse el caso d que haya bebés prematuros que necesiten más calorías que otros. Si el banco cuenta con existencias suficientes, el reparto de leche puede “hacerse a la carta”.
Del banco de leche al vientre del bebé
El suministro o no de leche donada también está regido por un protocolo en el que decide el médico que en ese momento esté tratando al menor. Si el facultativo lo autoriza, éste traslada su petición a los padres, quienes tienen la última palabra ya que, en caso contrario, se optaría por la leche de fórmula. Por el momento, la predisposición de los padres prematuros a que sus hijos tomen este alimento ha sido plena ya que han recibido información de sus múltiples beneficios. Recibido el visto bueno, la leche se descongela al baño maría o a temperatura ambiente y se calienta para que el bebé pueda ingerirla.
La concienciación sobre la importancia del banco de leche ha llevado a que tres mamás de bebés prematuros hayan empezado a donar después de que sus hijos se beneficiaran de este servicio. Un ciclo que nunca debe romperse y que está permitiendo a los más pequeños agarrarse a la vida.
0