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La reinvención del proyecto de Cocina Comunitaria para poder abastecer de comida a 40 familias

Alimentos del proyecto Cocina Comunitaria en el barrio del Guadalquivir | ÁLEX GALLEGOS

Carmen Reina

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La pandemia del coronavirus ha hecho que el proyecto de Cocina Comunitaria de la Fundación Don Bosco en el barrio del Guadalquivir de Córdoba haya tenido que redoblar esfuerzos. El confinamiento hacía imposible que las 40 familias que, por turnos, iban hasta estas instalaciones a cocinar y formarse para distribuir luego la comida entre ellas mismas, pudieran seguir con esa práctica. Pero el proyecto se ha adaptado a esta causa de fuerza mayor y, ahora, gracias a un convenio con Mercadona, las 40 familias pueden seguir llenando el frigorífico con alimentos a través de esta iniciativa.

La Cocina Comunitaria, un proyecto que la Fundación Don Bosco desarrolla desde hace ya tres años en Córdoba y se replica también en Jaén, dejaba a un lado el concepto meramente asistencial ante la necesidad de muchas familias del barrio del Guadalquivir y hacía que ellas mismas cooperasen para sacar adelante el menú diario.

Cocinaban allí los alimentos que se les proporcionaban, además de asistir a talleres y elaborar menús saludables para adultos y niños, explica el portavoz del proyecto, Carlos García. Ahora, esa iniciativa se ha convertido en un recurso para seguir proporcionando alimentos a quienes más lo necesitan en una situación de crisis social y económica total provocada por el Covid-19.

Gracias al convenio firmado esta semana con Mercadona, los responsables del proyecto acuden al supermercado de esta firma de la avenida de Cádiz a recoger los alimentos, sobre todo productos frescos, cada martes. Con ellos, y previa cita con las familias, el miércoles es el día de reparto de estos alimentos patra cada una de las 40 familias que integran el proyecto y que ahora deben cocinar en sus casas.

Este martes, las responsables de la Cocina Comunitaria se hacían con los productos donados por el supermercado y -como ha podido comprobar CORDÓPOLIS-, su tarea consistía en preparar los lotes que distribuyen el miércoles para cada familia, abasteciéndolas así de la materia prima para elaborar los menús de cada semana.

Los educadores sociales, además, les hacen llegar dinámicas específicas para que, ahora en casa, trabajen las relaciones y valores que antes formaban parte de las horas de elaboración y cocinado en sus instalaciones. “Las compañeras hacen el seguimiento de cada familia”, señala García, sobre cómo el fondo del proyecto no se ha visto modificado.

Tres veces por semanas, la Cocina Comunitaria recibirá alimentos de la cadena de supermercados, en un proyecto cofinanciado por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía dentro de su Convocatoria de Solidaridad y Garantía Alimentaria y que se ha debido adaptar pero de cuyo éxito depende el bienestar más básico de cuarenta familias de uno de los barrios más pobres de la capital.

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