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El presunto autor del crimen en prisión lo niega todo

Entrada de la prisión de Alcolea | MADERO CUBERO

Antonio Gutiérrez

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J. F. S. R. aseguró a los funcionarios que “no tenía nada que ver” con la muerte a golpes de otro preso, J. D. M. P. Todo apunta a que hoy pasará a disposición judicial y será trasladado a otra cárcel, posiblemente en la comunidad de Madrid.

“No sé de qué me están hablando. No tengo nada que ver con lo que me dicen”. Éstas fueron las palabras a los funcionarios del presunto autor de la muerte a golpes de un recluso en la prisión de Córdoba, ocurrida a primera hora del pasado martes. “El Negro”, tal y como le apodan en la cárcel, se mostró tranquilo y ausente de los hechos que se le imputan: el crimen del ciudadano colombiano J. D. M. P., que falleció en un centro hospitalario pocas horas después de recibir una paliza que le abrió la cabeza y le causó graves daños en órganos internos.

El presunto autor de los hechos, que no opuso resistencia alguna cuando fue reducido por los funcionarios, fue trasladado el mismo martes a una celda de aislamiento. Allí, y según manifiestan las fuentes consultadas, se duchó y, ante las preguntas de los funcionarios, que dejaron pasar un tiempo prudencial para cuestionarle, negó la mayor con total serenidad. Él se encontró a la víctima herida. Todo ello pese a que la actitud de ambos, de camino a los baños del módulo 15 había alertado a los funcionarios que no llegaron a tiempo.

Ayer le tocó corroborar su versión ante los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que, por orden judicial, se desplazaron hasta la prisión de Alcolea para comenzar la investigación, recopilar pruebas e interrogar a presos, funcionarios y, por supuesto, al principal sospechoso. Paralamente a la visita policial, la de una delegación de Instituciones Penitenciarias que también recopiló los testimonios de los funcionarios para aclarar los hechos. El mutismo sobre el caso es total, ayer el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, eludió las preguntas de los periodistas y se remitió al secreto del sumario decretado por la autoridad judicial.

Pese a ello, las fuentes consultadas indicaron que la intención de los responsables de la investigación es acabar con las pesquisas cuanto antes y que “El Negro” sea puesto hoy mismo a disposición judicial. Una vez que esto se produzca, lo que es seguro es que el acusado será trasladado de la prisión de Córdoba a un nuevo destino penitenciario, muy probablemente en la comunidad de Madrid, señalaron a este medio.

Una fuga de película

El principal sospechoso del crimen cumplía condena en Córdoba, al parecer por el homicidio de una expareja, pero también tenía causas pendientes en Portugal, a donde se trasladó “hace poco más de un mes” para declarar en juicio. Las fuentes consultadas añaden que también habría declarado en alguna ocasión por videoconferencia. El preso, que junto a la víctima estaba en primer grado, tiene fama de violento y problemático, aunque en Córdoba, hasta ahora, no había causado problemas.

Si peligroso es el agresor, su víctima, también en primer grado, no lo era menos. Este ciudadano colombiano protagonizó un espectacular intento de fuga el pasado mes de diciembre en la prisión palentina de La Moraleja. Los hechos ocurrieron el 19 de diciembre cuando J. D. M. P., en compañía de otros cuatro reclusos “muy peligrosos” fueron descubiertos preparando una fuga.

Según las fuentes consultadas, J. D. M. P., aprovechó sus tareas en el economato de la prisión para ocultar en un doble fondo de los cubos de basura diverso material para una huida en la que se preveía tomar de rehenes a varios funcionarios. En el escondite, los funcionarios descubrieron réplicas perfectas de una pistola, un cargador, un silenciador y una granada, realizadas en los talleres de la prisión. Todo estaba fabricado en madera con gran precisión y, de esta manera, los reclusos pudieron atravesar los arcos de seguridad de la prisión sin levantar sospechas.

Las fuentes consultadas añaden que los presos llegaron a manipular y forzar barrotes y cantos de las ventanas para fabricar pinchos y que confeccionaron dos escalas, una de siete metros en las que emplearon sábanas, ropa y palos. El plan de fuga se completaba con la ayuda del exterior, ya que la Guardia civil localizó un agujero en la verja perimetral del centro penitenciario.

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