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Bellido alcanza el ecuador de un mandato marcado por la pandemia, el embudo de la contratación y un apoyo inesperado

El alcalde, en junio de 2019 tras lograr la investidura

Alfonso Alba

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“Os pido que seáis exigentes, que seáis reivindicativos, que seáis ambiciosos. Voy a ser un alcalde ilusionado con mi ciudad. Adelanto que, quizás, cometeré errores por hacer cosas, por querer mejorar Córdoba. Pero prefiero equivocarme por hacer y luego rectificar si fuera necesario, que caer en el dulce letargo del vacío”. El 15 de junio de 2019, hace dos años, José María Bellido se convertía en el noveno alcalde de Córdoba tras la restauración democrática. En su discurso de investidura dio un titular: “Quiero ser el alcalde de todos”. Aquel día recibió los dos votos de Vox para convertirse en regidor. Fue el candidato de la lista más votada pero con el peor resultado del PP en décadas, nueve concejales de 29. Entonces ya sabía que iba a ser un mandato “de diálogo”, alejado de la mayoría absoluta de José Antonio Nieto en la que fue su teniente de alcalde de Hacienda.

Dos años después y una pandemia de por medio, Bellido alcanza el ecuador de su mandato. Y lo hace con la tranquilidad de quien se mira en el espejo del Ayuntamiento de Granada y ve todo lo contrario. En Córdoba impera la estabilidad, sobre todo tras un giro de guión que le ha hecho cambiar de aliado para garantizar la gobernabilidad. Cuando peor funcionó el diálogo con Vox para sacar adelante los presupuestos municipales de 2021 llegó el PSOE para ofrecer su abstención y desbloquearlos. Cuando más apretó la crisis sanitaria, llegó la oposición, salvo Vox, y firmó un acuerdo para el uso de los remanentes municipales (el dinero no gastado en presupuestos anteriores que por una reforma de la ley del Gobierno de Mariano Rajoy no se podía usar, hasta que llegó la pandemia y el Ejecutivo lo permitió).

Pero todos esos acuerdos pueden acabar convirtiéndose en papel mojado si en Capitulares no se acaba con un cuello de botella que asfixia la labor de gobierno y también el desarrollo de las inversiones: el embudo de la contratación y la propia gestión. Éste es un pilar clave en Capitulares pero muy poco visible. Es como la piedra angular de una cúpula. Si no funciona la contratación municipal (por una endémica falta de personal a la que se lleva más de una década sin poner remedio) la gestión será más que complicada. De hecho, los acuerdos de presupuestos, las inversiones previstas en el acuerdo de remanentes o los propios fondos externos como los europeos del Edusi acabarán naufragando.

El equipo de gobierno ha tenido que asumir, con escaso desgaste, la devolución de los fondos no ejecutados del Plan Turístico de Grandes Ciudades que se firmó en el año 2014. Siete años después y tres prórrogas de por medio, el Ayuntamiento ha tenido que devolver a la Junta de Andalucía medio millón de euros. Sin ejecutar se ha quedado la reforma de Regina o del Templo Romano de la calle Claudio Marcelo, al que de vez en cuando hay que limpiarle los jaramagos. Ahora, el Gobierno ha dicho que no piensa prorrogar los Edusi y que lo que no se haya ejecutado a finales de 2022 tendrá que ser devuelto. IU asegura que hay unos diez millones que podrían tener que devolverse.

El problema en la contratación municipal (que es incapaz de sacar tantos pliegos, convocar tantos concursos y resolverlos con seguridad jurídica como se le requiere) es endémico y ya lastró la gestión del gobierno anterior, el de Isabel Ambrosio y Pedro García, que siguen siendo a día de hoy los líderes de la oposición en Capitulares. De hecho, ese es otro balón de oxígeno del propio Bellido, el “y tú más” del gobierno anterior. Pero su gobierno, en ocasiones, acaba pisando los mismos charcos que el anterior, con debates inacabados como qué hacer con San Eulogio, la infinita cesión del estadio de El Arcángel, la exasperante lentitud en la concesión de licencias en la Gerencia de Urbanismo, los problemas en el Instituto Municipal de Turismo o en el Instituto Municipal de Deportes y que las obras no siempre empiezan y ni mucho menos acaban cuando se quiere. Al contrario, se hacen cuando se puede. Otro ejemplo es el Parque del Canal, proyectado en el gobierno anterior, al que los retrasos han hecho que una obra que debería estar acabada según se dijo cuando se puso la primera piedra no se le vaya a ver el final como mucho hasta finales de año. O el litigio con Caballerizas Reales. En plena pandemia, los concejales Salvador Fuentes y Miguel Ángel Torrico anunciaron un acuerdo con Defensa para la expropiación, que iba a hacer que el 1 de enero de 2021 el Ayuntamiento tuviera la titularidad de esos suelos. Ahora la fecha va por final de año.

Y es aquí donde entra el que sin duda será el logro que marcará el mandato de Bellido para la historia: la construcción de la base logística del Ejército de Tierra en Córdoba. Salvo contadas excepciones, el proyecto ha recibido el aplauso unánime de la sociedad cordobesa. Pero dependerá de un tercero: el Ministerio de Defensa. En el departamento de Margarita Robles parecen tener menos prisa que en el Ayuntamiento de Córdoba y auguran que como pronto no será hasta el 2026 cuando se ponga en marcha esta enorme infraestructura en el polígono de La Rinconada. Es decir, cuando los cordobeses vuelvan a votar en la primavera de 2023 aún no habrán llegado los 1.500 empleos prometidos.

No obstante, el cambio de socios le da garantía de estabilidad a Bellido. Al PP le preocupa más Vox y su discurso, cuyo mensaje se dirige directamente a sus votantes, que lo que ve a su izquierda, donde un concejal de Podemos acaba de dimitir tras ser detenido por un presunto delito de apropiación indebida, la exalcaldesa Isabel Ambrosio (con la que ha pactado los presupuestos) afronta una crisis propia por una denuncia urbanística y el líder de IU es un Pedro García que aún en la oposición sigue recibiendo las críticas más feroces por parte del sector conservador de la ciudad. Además, mira con máxima comodidad a su socio de gobierno, a Ciudadanos, una formación que ha perdido un enorme apoyo electoral en las últimos comicios en España con la que cuenta para seguir dando estabilidad a su mandato.

“Si no se equivoca, hay alcalde para años”, confiesa un estrecho colaborador de Bellido. El alcalde no está teniendo ni un 5% del desgaste que sufrieron en el mandato anterior tanto Ambrosio como García, que se pasaron la mayor parte de los cuatro años de gobierno huyendo de polémicas autogeneradas, forzadas o incluso provocadas por la oposición. Por eso sabe lo importante que es seguir ofreciendo un mensaje de estabilidad y de ciudad, similar al de su gran modelo: Málaga. Pero hay una diferencia y es que el Ayuntamiento de la capital de la Costa del Sol tiene bastantes menos problemas con la contratación que el de Córdoba. Por eso, desbloquear ese embudo será clave para salvar los dos años que quedan de mandato una vez superada la pandemia, en la que se ha conseguido que socialmente la ciudad no se viniera abajo.

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